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4 sept 2023

No son los negacionistas, es la realidad


El gobierno lleva lustros alentando la lucha de sexos, la hipersexualización que cosifica a la mujer y la destrucción de la familia. Derrocha millones en campañas, chiringuitos y políticas aberrantes que predican el orgullo y el empoderamiento en vez del amor y el servicio mutuo; que se ríen de las amas de casa, de las marujas, de las madres de familia, de los hombres caballerosos, de las bodas como Dios manda y de los noviazgos castos.

Han llegado en su caos ideológico a tal punto que ya ni siquiera saben decir qué es una mujer. Alientan además una inmigración desordenada que no facilita precisamente el equilibrio afectivo y familiar de muchos extranjeros pues son vistos como pura mano de obra y no como personas con derecho a formar una familia.

Y resulta que las cifras de víctimas por crímenes y suicidios pasionales, por discusiones y conflictos que no se supieron parar a tiempo no paran de crecer. Pero la culpa, dicen con toda su cara dura las que viven a papo de rey insistiendo en sus recetas que ya se ha visto que no funcionan, es de "los negacionistas". O sea, de todos aquellos que cada vez más cargados de razones criticamos sus planes y denunciamos el fondo desquiciado de su ideología. El tiempo, que año tras año se va llevando a miles de víctimas, juega en su contra. Porque no son los negacionistas, no, es la realidad.

9 ago 2023

El separatismo euskadiano no nace del Carlismo

 


EL SEPARATISMO EUSKADIANO NO NACE DEL CARLISMO

Para denunciar una nueva incongruencia del PNV, ha publicado ABC una desafortunada viñeta de Puebla en la que aparece Andoni Ortúzar, caracterizado como "cura trabucaire carlista" diciendo "¡Hemos parado a la derecha!". Se vuelve de esta forma, una vez más, a caer en el tópico manipulador que identifica al Carlismo como origen del separatismo euskadiano. Nada más lejos de la realidad. El Carlismo nació -y sigue siendo- un movimiento político español, defensor de la unidad no sólo de la España peninsular sino de toda la Hispanidad. Somos foralistas, regionalistas, pero por la misma razón que no creemos en el mito de la soberanía nacional que impuso el liberalismo para la Españita peninsular en el siglo XIX, nos parece ridículo el empeño de los partidos separatistas de trasladar ese mismo mito soberano a sus respectivos territorios. El PNV nunca ha querido imitar al Carlismo sino más bien al españolismo liberal. Las políticas que ha ido implantando en las Vascongadas no son las del tradicionalismo político español sino las del típico partido político liberal europeo. La próxima vez, por favor, no disfracen a Ortúzar de cura carlista sino de general Espartero.

F. Javier Garisoain Otero

Presidente de la Comunión Tradicionalista Carlista


(Carta al director enviada a ABC)

27 jul 2023

¡Santiago y cierra, España!



Pase lo que pase en estos próximos meses, o años, no perdamos ni el ánimo, ni la cabeza. Tanto si se perpetúa Sánchez para seguir su tarea de destrucción, como si se le da por amortizado y es relevado en la misma tarea por Núñez, lo más importante no es quién gobierna sino cómo seremos capaces de resistir al mal. El trigo y la cizaña crecen mezclados, como nos explica el Evangelio, así que olvidemos la cizaña y hagamos cada uno lo que esté en nuestra mano para que crezca más el trigo.

Hay momentos en la historia en los que el crecimiento de las malas hierbas se hace tan evidente que resulta doloroso. La tentación de gastar entonces nuestras fuerzas arrancando la cizaña es poderosa. Desherbar compulsivamente es un desahogo comprensible, pero si el mismo Evangelio advierte de su inutilidad será por algo. Tanto la historia como el Evangelio nos enseñan que la cizaña ha crecido siempre, de distintas clases. Y que lo que no se puede hacer es pensar que porque una vez la arrancaste ya no volverá a crecer. La vida es lucha, principalmente lucha contra uno mismo, contra la pereza y la inercia de creerse buenos y salvados. La historia, y el Evangelio, nos enseñan que cada generación empieza todo de nuevo, que a cada generación, a cada familia y a cada persona se le ofrece la oportunidad de ser trigo, de adherirse a la tradición, de renovarla y hacerla vida.

La tradición es poderosa porque es lo que hace que nos nos durmamos en los laureles. Tradición es transmisión, es entrega, y requiere un esfuerzo perseverante para educar a las nuevas generaciones en el bien. Esfuerzo en la doctrina y esfuerzo especialmente en el ejemplo. Si los jóvenes no ven con sus propios ojos modelos tradicionales no serán capaces de construir en el bien. En este sentido es en el que digo que cada generación empieza de cero.

Ahora mismo España está hecha unos zorros. Por eso es normal que alguien como Sánchez (o como Núñez, el pelele de repuesto que no cambiaría apenas el rumbo) siga en el gobierno. El pueblo español, que a pesar de todo era sinceramente católico en el fondo y en las formas en 1978, fue traicionado y sometido desde entonces a un sistema descristianizador que ha conseguido ampliamente sus objetivos. Resulta muy ingenuo pensar que, tal como están las cosas, pudiera llegar un gobierno decente con unas simples elecciones. Es verdad que hay mucha manipulación, y mucha propaganda, y que la realidad de nuestros pueblos y barrios no es tan cutre como lo que nos pinta la televisión, pero estamos mal, muy mal, y por eso no tendremos un buen gobierno hasta que no haya previamente una reevangelización de nuestra Patria. Hasta que no crezcan todos los núcleos de resistencia que sean necesarios, hasta que no se produzca una catarsis, o tal vez milagros como los de Covadonga, o Clavijo. Llegará un día, si Dios quiere, en que esos núcleos de resistencia se convertirán en núcleos de reconquista. No sería la primera vez. Y en ese momento habrá españoles que invocarán a su santo patrón con una voz que parecerá antigua y que será a la vez el último grito: ¡Santiago y cierra, España!

Deprimente igualitarismo


Los políticos igualitaristas se empeñan en decir que hacen todo lo posible para que los hombres vivan exactamente igual que las mujeres, para que los pobres vivan igual que los ricos, para que los urbanitas vivan igual que los rurales, para que los niños vivan como los adultos, para que los paralíticos vivan igual que los que no lo son, para que los ciegos vivan igual que los videntes, para que los incultos vivan igual que los catedráticos...

Todo esto no es mas que una impostura ideológica. La gracia de la vida, de la realidad de las cosas, está en la diferencia. En la variedad está el gusto. La perspectiva de una vida uniforme lleva directamente a la depresión y el suicidio ¿Qué ilusión de vivir puede encontrar un joven si desde su nacimiento se le engaña con la vana esperanza de una vida subvencionada, siempre corregida por un gran hermano que sin preguntar, de forma automática, ateniéndose a no se sabe qué criterio estandarizado, le dará siempre lo que le falte y le quitará lo que le sobre?

Si uno vive en el desierto el gobierno velará para que nunca pase sed. Si viaja de noche podrá exigir iluminación como si fuera de día. Si le falta una pierna siempre encontrará un político que exija a su prójimo ir más despacio. Acabarán prohibiendo la lectura para no discriminar a los analfabetos.

Por otra parte, en un mundo perfectamente igualitarista ¿qué sentido tendrían la ayuda, el servicio, el perdón, la compasión, la hermandad, el consejo, la confianza o la obediencia? Todo ello quedaría sustituido por una solidaridad plana e inhumana decretada por el poder igualitarista. Poder que, convertido en el único motor social del hormiguero, recaería necesariamente en la única clase que ha de ser distinta al resto: la abeja reina y sus zánganos, los cerdos de Orwell. Todos iguales, pero ellos "más iguales que los demás".

El igualitarismo -ya sea liberal o comunista- es el cáncer de la sociedad porque convierte a cada persona en un átomo intercambiable y sustituible. Disuelve los lazos de la vida humana y nos transforma en una masa amorfa y previsible.

¿Qué ofrecen, por ejemplo, los políticos a los habitantes del campo? Les engañan diciendo que un día tendrán los mismos servicios que en las ciudades. ¿No sería mas justo y más realista, reconocer los pros y los contras de cada cual y cobrar menos impuestos a quien reciba peores servicios?

¿Qué ofrecen a los paralíticos? Retretes adaptados, y rampas. ¿Para que no tengan que molestarse en pedir ayuda? ¿Para que no tengamos que molestarnos los demás en ayudar? Sí, también el gobierno ha de ayudar, pero a menudo la mejor ayuda es la del que propicia la ayuda mutua. Dejen a la gente en paz y céntrense en castigar las injusticias, no las desigualdades, que no es lo mismo. Porque ahí está el quid de la cuestión: la justicia no consiste en dar a todos lo mismo, sino a cada cual lo suyo.


23 jun 2023

Autodeterminación y exopercepción


Ya está bien de tanta tontería. Un día tras otro la locura colectiva de la moda woke se extiende como un virus afectando a la masa digital como si de una nueva caza de brujas se tratara. Hay que parar esto como sea y mandar a la basura de una vez por todas una ideología que riza el rizo del voluntarismo más cabezón. 

Empezaron con la autoayuda americanista diciendo que si el poder de la mente, que podíamos ganar un millón si nos lo proponíamos, que el tener una vida próspera y confortable estaba en nuestra pura fuerza de voluntad. Que tú si que puedes. Que basta con proponérselo. Que nosotres Podemos...  De ahí se pasó, no se sabe como, al endiosamiento del capricho y al dogma de la autopercepción. Y ahora resulta que si te encuentras con un maromo con el culo tatuado a rayas tienes que tratarle de señora cebra. 

Nos hemos pasado décadas explicando a los separatistas que no, que una cosa es cuánto de vasco se sienta uno cada mañana o cuando se mira al espejo, y que otra cosa es la realidad, que si te apellidas Monteiro y vienes de Lugo no eres vasco ni por el forro. Y sin embargo la autodeterminación ya es legal en España. Han empezado por lo más difícil, la autodeterminación de sexo, ¿por qué no habrían de venir luego las fáciles como el cambio de nación, de edad o de titulación? 

Puestos a jugar al juego del relativismo y las autopercepciones, o jugamos todos o pinchamos el balón. Hay que reivindicar la exopercepción. O sea, el derecho a percibir y expresar con libertad lo que pasa delante de nuestros ojos. Si yo digo que eres un hombre y tú me dices que eso te ofende porque tú te autopercibes hembra aunque parezcas Bud Spencer tienes que saber que me estás ofendiendo tú a mí. Exijo que respetes mi forma de percibir la realidad.


20 jun 2023

El mes del orgullo político


Ahora que se nos viene encima otra campaña electoral conviene recordar que el pecado típico del político es el orgullo y que lo único que ha podido amortiguarlo en la historia es el sistema hereditario, la elección por sorteo, o la formación moral.

Cuando uno llega a un gobierno por la acumulación aparente de méritos propios (por ser más fuerte, más listo, más guapo o más rico que sus competidores) está perdido, a no ser que disponga de una moral recta así como de un buen confesor a su lado. La acumulación de parabienes, peloteos y palmaditas puede ser abrumadora y la capacidad de resistir a todo ello, menospreciando los halagos, excede a las meras fuerzas humanas. El orgullo es autodestructivo y contagioso y por eso, si los aprendices de político se fijaran no sólo en los triunfos de los poderosos de la historia sino también en sus finales, entenderían en primer lugar que todos terminan, y segundo, que pocos terminan bien. 

La escuela maquiavélica -siempre las escuelas son peores que su fundador- ha envenenado a todos los ambiciosos de los últimos cinco siglos con promesas falsas de gloria y fama. Al principio sus consejos parece que sirven. Al final lo destruyen todo, y es porque no suelen tener en cuenta el pecado de orgullo. Siempre tener explicaciones, jamás rectificar, no conceder ni un ápice de razón al adversario... Así son las guías morales del típico político de la partitocracia. ¿Cómo extrañarnos de que abunden en el oficio los psicópatas, los chulos y los desvergonzados? ¿Qué dice el manual del buen político democrático? Que ante la crítica, comprar al periodista. Ante la hemeroteca, cinismo. Ante el error evidente, el contraataque. ¿Qué político en activo ha reconocido un error? ¿Quién ha pedido perdón? Lo que está mal está mal y no se pierde dignidad por reconocerlo, pero... Los narcisismos de uno, los enfados gesticulantes de otras, y hasta la doble vara de medir típica de la izquierda, con ser significativos, sólo son la punta más ridícula del iceberg. Estamos, en general, en manos de incompetentes y desaprensivos... y orgullosos.

El "recuerda que eres mortal" de los antiguos triunfadores entrando en Roma; el cilicio del rey San Luis; los confesores incómodos de Isabel la Católica... Los gobernantes sabios procuraron algunos medios para contener el poder del orgullo. ¿Y quién lo frena en este mundo moderno, cuando el mismo acceso al mando, a través de los comités de listas, aparece contaminado por el orgullo expreso de ser "cabeza de cartel"? Todos los jefes deberían llegar a su mando de forma natural, por herencia, por pura inercia, por simple eliminación, por sorteo... suavemente, de forma análoga a cómo recibe su autoridad un padre de familia.  O, en último extremo, por medio de una votación sin publicidad, como sucede con el ritual discretísimo que los cardenales de la Iglesia tardaron siglos en perfeccionar. Los políticos son altamente dañinos cuando están infectados por una ideología. Pero lo que los hace verdaderamente insufribles es la campaña electoral. 

15 jun 2023

En esto se diferencian los libros de las pantallas



Lo mejor que ofrece un libro es ese momento en el que, manteniéndolo en la mano, levantas la vista para asimilar lo que acabas de leer, para completar un retrato con la imaginación, para dialogar mentalmente con un autor que vivió quizás hace cien años, para encontrar argumentos en contra o a favor, para recuperar vínculos olvidados con otras lecturas previas. Todo ello forma parte de la lectura y nada de eso es posible cuando se lee en una pantalla electrónica. Porque las pantallas no están hechas para servirnos sino para captar nuestra curiosidad.

Los libros, hasta los más atractivos, no son mas que siervos, esclavos a nuestra disposición. Las pantallas por el contrario son, cada vez más, ingenios aspiradores de nuestra atención. Esos tiempos "perdidos", esos espacios intermedios, esos instantes entre plato y plato, entre conversación y conversación, entre canción y canción, entre lienzo y lienzo, son los que nos hacen la vida esponjosa y humana.

La cultura contemporánea podría mejorar mucho con sólo incluir pequeñas pausas entre píldora y píldora. Y si no cambia nos convertirá a todos en esclavos, carne de discoteca como esas masas abducidas que bailan sin parar al ritmo del pinchadiscos. Porque si llenamos de ruido o de publicidad los momentos que estaban destinados a la reflexión acabaremos por perder la costumbre de pensar.

“Para uso de... ". Esto es lo que hay que poner en los libros
y no esa frase tan pretenciosa de "pertenece a..."




11 jun 2023

El consentimiento y la Montero


Ahora que la ministra Irene Montero parece que va a dejar la primera línea política debido a los navajeos cutres que caracterizan a la partitocracia, quisiera romper una lanza en su favor y agradecerle al menos una cosa: el haber puesto sobre la mesa un concepto, el consentimiento, que se nos estaba olvidando. 

La Montero no entiende nada, y por eso ella y sus compañeres ecofeministes han acusado a las derechas de querer "eliminar el consentimiento" insinuando que todos los que no piensen como elles están, por aquello de la presunción de inocencia, de parte de los violadores.

Lo que yo digo es que quienes eliminaron de verdad el consentimiento, eso que en forma de promesa solemne se intercambiaban los contrayentes en cualquier cultura humana decente, son ellos, tanto los progres de izquierdas como los progres de derechas. Unos y otros se lamentan de unos conflictos que día a día enrarecen el ambiente y dificultan cada vez más unas sanas relaciones entre hombres y mujeres ¿Les extraña que un mundo sin matrimonio y antifamilia se haya vuelto oscuro?

El invento del ministerio podemita consiste en imaginar un consentimiento que necesita ser compulsado cada cinco minutos: ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no... Sin embargo, como digo, resulta que en todas las culturas humanas decentes, cuando existe un consentimiento matrimonial serio, solemne y público, hombres y mujeres saben a qué atenerse. El problema creciente por lo tanto no lo tienen aquellos que se ajustan al intercambio ceremonioso de unos votos sagrados, sino los que se arrejuntan trivializando el sexo. Porque eso del aquí te pillo, aquí te mato, se mire como se mire, siempre será una fuente enorme de problemas. Si supiérais, progres, un poquito más de literatura, sabríais que vuestras cuitas son las mismas que sufrían hace cinco siglos la puta vieja celestina y sus compañeras, las mismas preocupaciones que salpican todas las culturas con historias de celos, cuernos, violaciones y crímenes pasionales. 

La locura del solo sí es sí equivale a prostituir a hombres y mujeres, porque aunque no haya un pago monetario por medio es como si hubiera que abonar un peaje, facturar y guardar el ticket por cada encuentro sexual. Por eso he dicho hace tiempo que la solución sería la de volver al "Sólo "sí quiero" es sí, quiero". *

¿Queréis fomentar el respeto mutuo entre sexos y unas sanas relaciones entre hombres y mujeres? ¿De verdad? Pues pedid perdón todos -unos y otros- por haber pisoteado la institución matrimonial. Y si no lo hacéis así esto irá cada día a peor. Porque normalmente se cosecha lo que se siembra.



(* https://www.ahorainformacion.es/blog/la-ley-del-solo-el-si-quiero-es-si-quiero/)

15 may 2023

Historia del matriarcado


¿Qué es eso de que ahora las mujeres trabajan? Siempre trabajaron. Lo que de un tiempo a esta parte se ha producido es un cambio en sus trabajos, y un giro denominado “incorporación de la mujer al mercado laboral", que nos venden como si fuera un logro. Como dando por hecho que las cosas son valiosas por estar en un mercado, cuando todos sabemos qué clase de mujer es la que siempre estuvo en el mercado... Las cosas grandes e imprescindibles para la vida como la amistad, el amor, el mar, la fe, las nubes o la sabiduría ni se compran ni se venden. Están fuera del mercado. Así vivían antes las mujeres decentes: fuera del mercado, la política, las armas, las sacristías y casi fuera de la ley. Porque existía un mundo femenino, hecho por y para la mujer. Un mundo imperfecto como todo lo humano. Un mundo bendito, levantado sobre la pura presencia femenina, que es lo que daba consistencia a los hogares en un reflejo de lo que pudo ser el legendario matriarcado original. Cada vez que los avatares de la historia han corrompido esa cáscara social típicamente masculina que llamamos patriarcado es cuando ha quedado al descubierto el corazón de cada pueblo, que es ese corazón materno al que recurren llamando a su madre los hombretones más fornidos cuando se hallan de verdad en apuros. 

Dicen que el mundo -la corteza del mundo, digo yo- lo hicieron los hombres, que son unos machistas. Así es como se repartieron los papeles según el Génesis: los hombres salían a sudar, las mujeres se quedaban para sufrir. ¿Y quién dice que no estuvieran todos conformes con aquello? Hubo un tiempo en que el mundo femenino era otro mundo, con otros ritmos, otras prioridades, otros lenguajes y otras claves. Los varones lo sabían y, cuando eran patriarcas buenos, estimaban su existencia. Sucedió con los siglos -y los demonios paganos- que la intimidad femenina y su aparente falta de interés por los aspavientos masculinos, fueron confundidos con debilidad, apatía e ignorancia. Pero todo aquello, que latía herido y oscurecido, fue iluminado un día por la luz de Cristo para iniciar un camino de recuperación porque, como dijo el Nazareno, "en el principio no era así". Comenzó entonces aquel mundo femenino a ser rehabilitado, paso a paso, con Santa María a la cabeza, y aunque el entusiasmo del redescubrimiento llevara a veces a exageraciones como las de los juglares neoplatónicos, se hizo un buen camino. Gracias a la Cristiandad las mujeres fueron recuperando su lugar en la historia. Al igual que la Iglesia madre, siguieron con su vida -dando vida- interviniendo de manera subsidiaria en las cosas de los hombres, sosteniendo a veces una corona como Isabel, abochornando a los papas como Catalina o liderando un ejército como Juana. Todo ello por exigencias del guión, por necesidad bien entendida, llevando mejor que nadie los negocios del marido difunto, o disparando en Zaragoza un cañón sin artilleros. Todas aquellas heroínas y otras muchas demostraron que no es que ellas no puedan hacerlo, es que no siempre hace falta que lo hagan. 

La dignidad, la libertad y el carisma de la mujer cristiana, la personalidad recia de nuestras abuelas, dueñas y señoras de su propio mundo, tienen su raíz en el genio femenino original.  Nada que ver con la pobre sumisión de las exóticas culturas paganas. Nada que ver por tanto con la otra sumisión moderna, la que preconizan en nuestros días ideologías neopaganas. Es importante recordar que aquellos misóginos que urdieron la revolución liberal hace doscientos años nunca pretendieron rehabilitar el matriarcado sino anularlo definitivamente y colonizar su espacio con normas antifemeninas para convertir a las mujeres en varones de segunda clase. Los períodos románticos que han ido desde entonces alternándose con los positivistas no deben confundirse con la genuina contrarrevolución femenina que siempre será la de Santa María de Nazaret. Que nadie se engañe: ni las pálidas desmayadas de mediados del XIX, ni la mujer florero de mediados del XX, tienen nada que ver con el camino que transitaban las grandes damas del Cristianismo. El camino hacia un mundo matriarcal propio, que las mujeres están llamadas a reconstruir o a recrear, es el verdadero enemigo de todo aquello que la Revolución denomina progreso: el destape, el divorcio estéril o la infidelidad son la autopista que vuelve al paganismo; un retroceso hacia la sumisión generalizada. No es el cambio del patriarcado por el matriarcado, no. Es el derrumbamiento absoluto de la dignidad femenina -y de la masculina- que, disfrazado de igualitarismo, desemboca en masculinización de la mujer, feminización del hombre, y ganancia de pescadores sin escrúpulos que no quieren familias ni gente libre, sino masas de borregos -y de borregas- entremezclados para disponer de cuerpos y almas como mejor convenga.


*Publicado en La Antorcha.

11 may 2023

Inteligencia artificial, mentira y esclavitud


Con la llamada "inteligencia artificial" (IA) estamos viviendo una revolución en directo, paso a paso, alarma sobre alarma y aspaviento sobre aspaviento. Han dicho ciertos analistas que la IA "dificultará todavía más el acceso a la verdad". En mi opinión no va a suceder eso sino que, por el contrario, la explosión de la IA -que va a morir de éxito- va a terminar revalorizando las cosas reales, las conversaciones cara a cara y los conciertos a capella. El acceso a la verdad no se va a dificultar porque la verdad no va a desaparecer. Eso sí, para descubrir la verdad tendremos que dejar de lado las pantallitas.

Cada día que pasa la IA -muy artificial y no tan inteligente- se aleja de cualquier cosa que requiera un poco de seriedad o rigor. Esto no es nada nuevo porque quienes durante las últimas décadas hemos visto y admirado el desarrollo de los efectos especiales en el cinematógrafo sabemos que estamos muy lejos de la ingenuidad de los primeros espectadores de la primera proyección de los Lumière quienes, según cuentan, se levantaron asustados de sus sillas al proyectarse los fotogramas de una humeante locomotora. Gracias a todas las mentiras de la historia, al cine, y a las creaciones de la IA vamos todos a decir, como el replicante de Blade Runner "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais": efectos especiales, trampantojos impactantes, espectáculos rutilantes, puro artificio para entretener al personal. Todo un repertorio de maravillas que, una tras otra a cuál más sospechosa, irán endureciendo nuestra sensibilidad hasta que lleguemos al punto de convertirnos en unos perfectos descreídos. De la aldea global a la desconfianza general.

Los noticiarios de la televisión se suicidaron el día en que decidieron mostrar -imágenes creadas por IA- al Papa con un abrigo absurdo o al ex-presidente Trump detenido violentamente por la policía. Los historiadores y los arqueólogos tiemblan ante la avalancha de falsificaciones que inevitablemente se va a colar en los procesos de digitalización de los restos antiguos. Los colegios y universidades tendrán que volver al lápiz y papel de toda la vida en sus exámenes. Los mismísimos tribunales tendrán que modificar su relación con las pruebas judiciales porque ¿Quién podrá garantizar a partir de ahora la veracidad de una grabación de imagen o de sonido? De esta forma, si todas las cosas -las noticias, los museos, los exámenes, o las pruebas- son al final susceptibles de haber sido manipuladas, nada que sea fruto de un proceso digital será creíble.

Conviene recordar que la llamada Inteligencia Artificial es en realidad pura memoria informática, una quisquillosa "memoria democrática" y políticamente correcta, que utiliza algunos trucos para parecer inteligente. Trucos que me recuerdan a los que todos hemos usado alguna vez cuando nos preguntan algo y estábamos despistados. Trucos que son muy parecidos a los que desarrollan los enfermos de alzheimer en las fases iniciales de la enfermedad y con los que, a veces, consiguen dar el pego y aparecer despiertos ante su interlocutor. La creatividad aparente de la IA se basa en el puro azar y fabrica sus productos con pensamientos humanos previos, porque es como el monstruo de Frankenstein pero hecho no con retazos de cuerpos sino de almas. No es tan seria como aparenta. Nunca será autoconsciente. Y no es lista, sino que ha sido programada para mentir con rapidez. Por todo ello estoy seguro de que aunque sea por pura supervivencia pronto dejaremos de tomarla en serio. Y lo haremos principalmente para no ser asfixiados por la mentira. No digo esto por ser un mero optimista, es que confío en la realidad.

No hay nada tan viejo como la mentira. Aquel invento fatal de la serpiente del Paraíso ha ido evolucionando desde entonces, apoyándose sucesivamente en la palabra, la imagen, la imprenta, el audiovisual o la informática hasta que finalmente ha aprendido tanto que parece sabia, aunque sabe más por vieja que por mentirosa. 

En la antigüedad, cuando se mentía, siempre se pillaba al mentiroso antes que al cojo, tal y como nos enseña aquel refrán prehistórico. Luego, cuando se inventó la imprenta la cosa se complicó porque la gente empezó a decir "lo he leído en un libro". Con la televisión dijimos: "lo ha dicho la tele", sin caer en la cuenta de que las teles dicen, generalmente, aquello que sus dueños quieren que digan. Ahora el problema de la IA es su capacidad monstruosa de amplificar las mentiras de una forma abrumadora. Hasta ahora podíamos convivir con gente mentirosa, también con libros mentirosos, incluso con televisiones mentirosas pero ¿Quién podría sobrevivir en un mundo dominado por la mentirosísima IA? 

Algunos modernos, lectores desordenados de ciencia ficción, han pedido la paralización de la IA porque se han creído la paranoia cinematográfica de que un día habrá una IA autoconsciente que nos utilizará a los humanos como pilas de energía o simple materia prima. Yo no creo que sea ese el peligro que nos acecha. En cambio sí que veo necesario que la IA sea relegada al rincón del puro ocio para que no nos inunde con su lava de mentiras. De la misma forma que los libros de caballerías nunca debieron dejar de ser una mera distracción para hidalgos cincuentones. 

Dicho de otro modo, lo que estoy pidiendo es que guardemos la IA no en el armario de las cosas inteligentes sino en el de los artificios, junto con las mentiras, las leyendas, las películas tontas y el vino artificial, ese que maldecía la copla popular: "las bodeguitas de Haro las haimos de quemar, se muere mucha gente del vino artificial."

Aprendamos a manejar nuestras propias herramientas, también las digitales, y preocupémonos más por la mengua de la inteligencia natural que por el aumento de la artificial. ¿No han visto ustedes la pena que da Elon Musk presentando sus robots humanoides? Un pato cojo andaría mejor. ¿No se dan cuenta de que lo que algunos están buscando como locos no es la humanización de las máquinas sino la robotización -o sea, la esclavitud- del ser humano?

Alejemos a la IA de las cosas serias, de los niños, de la formación, del conocimento, de la justicia... si no queremos acabar como la torre de Babel o, peor aún, esclavos. Alejémonos de las herramientas invasivas que empiezan siendo ayudas, asistentes, muletas y acaban convertidas en prótesis para cyborgs de cerebro embotado. El gobernador Pilatos preguntó una vez "Quid est veritas?" y no sabía que estaba poniendo el dedo en la llaga: la Verdad es aquello -o Aquél- que nos llega por un testimonio fiable, como el de los mártires; aquello -o Aquél- que nos hace libres. La mentira en cambio, es  aquello que nos llega de forma artificial. Aquello que, por tanto, nos esclaviza.

9 may 2023

Entrevista - conversación en El Efecto Avestruz, de la ACdP

Bueno, ahí va otro capítulo para mi cruzada particular en defensa de la realidad:



Gracias a la ACdP por la oportunidad de tener una charla tranquila. No es lo habitual en el mundo del periodismo o de los audiovisuales de internet en general. 

https://www.acdp.es/javier-garisoain-hay-librerias-que-son-librodromos-y-eso-es-anticultural/

https://youtu.be/PwE-EWuiEOM



13 abr 2023

Justicia poética para Gran Bretaña


No todo ha de ser llorar por nuestra propia decadencia hispana. Consolémonos -o no- pensando en las desgracias ajenas. Hace mucho tiempo que Britannia ya no es lo que era. Entre Enrique VIII, Cromwell y toda la pléyade de comecuras, empiristas, puritanos y supremacistas nacidos en aquella isla, la bucólica verde Inglaterra cristiana ha quedado concentrada en reductos mínimos, o en solitarios cerebros máximos como los de Chesterton, los de la escuela de Newman y poco más. Podría decirse que aquella vieja Inglaterra fue la primera víctima de la moderna revolución liberal porque desde el triunfo de la herejía política naturalista sus familias fueron el combustible con el que alimentar la maquinaria de un estado colonialista establecido en beneficio de unos pocos, discretos, elegantes y flemáticos masones. Y aún no han tocado fondo.

La llegada del musulmán Humza Yousaf a la dignidad de primer ministro de Escocia es un poco como lo de Lawrence de Arabia pero al revés. Aquel aventurero se dedicó a conspirar contra el Imperio Otomano alentando el independentismo de Arabia. Ahora Yousaf amenaza con reactivar un proceso de independencia de Escocia que podría acabar con el Reino Unido. Justicia poética que ha llegado para vengar el histórico imperialismo depredador de los anglos.

Sumen al caso, para redondear el paralelismo, la elegante presencia del hinduista Rishi Sunak, actual ocupante de downing street. Cuando a los británicos se les hizo costoso seguir explotando la India y abandonaron aquellas colonias provocando la guerra entre hindúes y musulmanes, ¿no se les pasó por la cabeza la idea de que aquel conflicto genocida, además de entre Nueva Delhi e Islamabad pudiera establecerse entre Londres y Edimburgo? Quien siembra vientos recoge tempestades. Justicia poética a tope.

9 abr 2023

España resucitable

Hay quien afirma que los pueblos, como los hombres, son también criaturas de Dios, que tienen su propio ángel, y que están también llamados a la salvación y, por qué no, a la muerte y a la resurrección. Es una tesis atrevida que se puede defender siempre que no se caiga en el nacionalismo y siempre que no se olvide que la salvación es personal como recuerdan los versos populares: "pues al final de la jornada aquel que se salva, sabe, y el que no, no sabe nada". En cualquier caso los pueblos y las naciones son compañía imprescindible para ordenar nuestra dimensión comunitaria pues, como suele decir el papa: "nadie se salva solo". 

Dicen los Evangelios que el día de la resurrección el ángel envió este mensaje a los discípulos: "id a Galilea". Esto siempre se ha interpretado como un llamamiento a volver a los orígenes -y ¿por qué no?- a las fuentes primeras de la tradición. Nuestra historia como pueblo tiene muchos hitos: las modernas cruzadas contra la Revolución, la expansión de la Hispanidad, la Reconquista, los concilios de Toledo... Pero antes de todo eso está la historia de Santiago apóstol en Zaragoza. El Pilar, junto al Ebro, es nuestra Galilea hispana. En estos momentos oscuros, cuando todo parece humanamente perdido ante el empuje imparable de las ideologías, cuando España se desangra espiritual, social y demográficamente, volvamos a nuestra Galilea. Volvamos juntos en unión, renovando los ánimos y la moral de victoria. Tengamos confianza. España es mucho España. Las Españas son también resucitables. 

¡Felices Pascuas!


2 abr 2023

La ciudad de los quince minutos y la provincia de una jornada


La ciudad de los quince minutos es como la provincia de una jornada. Ahora que el cruel racionalismo de los economicistas de estilo distópico ha puesto sobre la mesa la idea -no el debate- de que en un futuro habrá que compartimentar territorialmente al rebaño ciudadano en barrios de 15 minutos, me viene a la cabeza la realidad consolidada de la cuadrícula provincial. La actual división de España en cincuenta provincias tiene su origen inmediato en el decretazo del ministro Javier de Burgos de 30 de noviembre de 1833. O sea, apenas dos meses después del inicio de una guerra civil que algo tendría que ver en aquello.

La idea del ministro liberal, copiada directamente del centralismo racionalista francés, era la de ordenar el puzzle territorial haciendo tabla rasa de reinos y territorios históricos. El criterio igualitarista elegido para determinar la extensión de cada provincia así como la ubicación de las respectivas capitales fue el de la accesibilidad no en quince minutos sino en una jornada con los medios de entonces. Pero la intención era la misma. En aquella época la excusa no fue la sostenibilidad ecológica sino la articulación eficiente, sobre los restos humeantes de la vieja España, de una nueva republiquita coronada, disfrazada con la retórica de los nuevos estados-nación.

Los anuncios y los experimentos que se hagan próximamente, en la línea de los confinamientos y las desescaladas covidianas -que ya no recordamos porque somos muy jóvenes- seguirán el mismo esquema de todos los tiranos ideológicos que en el mundo han sido: planificación centralizada; recurso a autoridades y estudios arcanos; control policial extremo; represión de la disidencia y tabla rasa de familias y tradiciones. Afirmar que una ciudad de quince minutos es mejor que una de veinticuatro es como dictar que a partir de ahora las familias perfectas serán las que tengan cuatro miembros. Pero es que así no son las cosas sino, a Dios gracias, mucho más complejas, más variadas y más divertidas.

El desarrollo insostenible




El orden de la realidad, las leyes de la naturaleza creada y la fuerza de la verdad, son imposibles de sustituir por el vómito continuo de leyes o de ingenios con los que la Revolución pretende crear un mundo artificial alternativo. A veces el sistema, las leyes, o los inventos técnicos, parecen lograr avances en ese sentido pero en el mejor de los casos sale lo comido por lo servido. Ahora mismo, por ejemplo, los humanos que logran nacer, vivimos de media unos veinte años más que en 1960. O sea, más o menos el mismo tiempo que gastamos en ver teleseries o en trasladarnos al trabajo. 

La historia de la fantasía humana, desde los sabios griegos hasta la moderna ciencia ficción, rebosa de utopías perfectas. Desde que probamos del árbol de la ciencia del bien y del mal nos gusta soñar con ello. Las estrellas de la muerte, las sociedades perfectas, los ecosistemas artificiales al estilo de parque jurásico, los úteros artificiales... todo queda bien en el arranque de las películas o en los primeros capítulos de las novelas futuristas pero todo hace aguas en el mundo real. Y ni siquiera las pelis suelen acabar bien. Al final nada funciona, nada consigue lo que prometió, todo degenera y todo se estropea. Por eso es fácil profetizar que la inteligencia artificial, por ser artificial, nunca llegará a ser inteligente. Que los cambios de sexo, artificiales, nunca modificarán la genética personal. Que la memoria democrática, por mucho dinero que tenga a su servicio no cambiará la historia. 

Cada invento de la ingeniería nació para solucionar un problema -loable intención- ¡y qué pocos son los que no han abierto dos nuevas vías de agua al ser aplicados! Por eso la historia de la ciencia es siempre una huida hacia adelante. Y no digo que no tenga que ser así. Las secuelas y daños colaterales de cualquiera de nuestras bienintencionadas intervenciones son inevitables. Son ley de vida. Lo que es ridículo es ese empeño ingenuo en decir que nosotros podemos, que todo está bajo control, que caminamos inexorablemente hacia un mundo sostenible.

El mundo no es sostenible. El mundo se sostiene o, mejor, es sostenido, por la misericordia de Dios. Llamadle Gran Arquitecto si os va el rollo masónico, reelaborad todas las mitologias si os place, pero jamás podréis ignorar eso que nos trasciende y que está en el alfa y el omega de nuestra miserable historia insostenible.

La noticia de que el universo se expande; la comprobación de los desastres ecológicos a que nos ha llevado la explotación consumista de los recursos; el análisis sobre el derrumbe de las tiranías y los imperios del pasado; la simple reflexión sobre las obras literarias que fantasean sobre un mundo feliz... todo ello tendría que haber rebajado los humos a los creyentes en el progreso sin fin así como a los que sueñan con tecnologías sostenibles. De hecho unos y otros son parte de un mismo optimismo progre y babélico, porque los destructores iconoclastas de antaño son los padres y maestros de los actuales inventores de la nueva sostenibilidad ultradigital tan de moda.

Un mundo sostenible es deseable, claro, y será posible cuando Dios quiera, el del mundo futuro, en un cielo nuevo y una tierra nueva. Mientras tanto inventemos, estudiemos los problemas, ayudémonos y empleemos la inteligencia. Hagamos lo que podamos para no caer, pero con humildad. Siempre con humildad.


26 feb 2023

Algo está pasando con los jefes...


Nunca fue fácil ser un buen jefe o ganarse la devoción de tus subordinados pero lo de ahora se nos ha ido de las manos. Los ciudadanos echan pestes de su alcalde; los empresarios de la CEOE; los curas de sus obispos y los guardias civiles del generalato.


Una especie de anarquismo práctico está ganando terreno día a día por la ineptitud de aquellos que estaban llamados a servir desde el poder pero han preferido ponerse del lado de los cerdos de la granja de Orwell. Ellos, los poderosos, la casta dominante, los burócratas, los millonarios, los pijoprogres, los plutócratas, los paridores de la agenda2030, los corruptos, los que nunca predican con el ejemplo, los que compran a la prensa y a la justicia y a los historiadores, los amos del mundo, los neocapitalistas, los canceladores, los planificadores que lo tienen todo previsto... Ellos. Los mandamases y todo el enjambre lacayuno de lameculos que los jalean...  Están corrompiendo todo a su paso, empezando por el principio de autoridad de forma que todo aquel que se les somete deja automáticamente de servir a los suyos para convertirse en vocero de siniestras voluntades superiores.

Esto no tiene buena pinta. Se habla mucho de la polarización que fractura a la sociedad pero hay una brecha creciente entre los de arriba y los de abajo que nos hace oscilar, sin término medio, entre la tiranía y el caos. Porque faltan jefes buenos, líderes serviciales y caudillos respetados. Algo está pasando con los jefes, con las élites, con los directivos que en todas partes se están alejando cada vez más de los suyos, de aquellos que debieran ser sus más leales representados.

Vivimos en democracia, dicen. Nos rodean las organizaciones democráticas. ¿Cómo es posible que sean precisamente los miembros de esos cuerpos que "eligen libremente" a sus jefes aquellos que más se avergüenzan de ellos? ¿Por qué en cambio las instituciones más valoradas, aunque ya no sean lo que fueron, siguen siendo las no democráticas, esas cosas jerárquicas como la familia, el ejercito, la Monarquía, el profesorado, la Iglesia... Yo diría que la misma elección, y más concretamente la forma de llevar a cabo los procesos electorales, es lo que está en el origen de este desvaimiento de la autoridad. Es como si el hecho de haber elegido a tu jefe te distanciara de él más que cuando te viene impuesto. También es verdad que eso que llamamos elección no es verdadera elección. No se elige alcalde como se elige novia. Las elecciones políticas son una farsa basada en el marketing, las influencias y el dinero. Por algo será que los cardenales no hacen campaña electoral y se encierran a cal y canto y queman las papeletas cuando tienen la necesidad de reunirse para manipular un artefacto tan peligroso como es una elección. 

En cualquier caso, sea cual sea el sistema de acceso al poder, la gente odia, ignora o desprecia cada vez más a sus superiores. Falta humildad, claramente. En unos para obedecer, y en otros para servir. ¿No será simplemente que estamos olvidando el Evangelio?: 

 «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder... No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo... (Mateo 20:25) .

Pero hay más. Eso que Juan Manuel de Prada  llama demogresca tampoco ayuda. La autoridad se debilita enormemente cuando ves a políticos, jueces y hasta obispos enredados en banderías autodenominadas conservadoras o progresistas. Cada vez que un superior se encasilla en un bando, en un partido o en una corriente está diciendo a su gente que tiene otras obligaciones, que se debe a otras órdenes y que estas no siempre van a coincidir con la responsabilidad originaria que tenía para con sus representados. Cuando, abusando de la autoridad que le ha sido confiada, entrega sin resistencia a los suyos dejándolos en manos de otro poder superior está evidenciando una burda traición. 

Algo está pasando con los jefes, que han renunciado a ser cabeza de nada para terminar, como mucho, en cola de león. ¿Tan difícil era para ellos mantener una independencia, una trayectoria digna, por el bien de sus subordinados? En superar esa dificultad estriba el arte del mando. ¿Quiere saber si uno es buen o mal jefe? Mire a ver de quién se protege. Si se guarda de los otros es bueno. Si se guarda de los suyos es malo.

20 feb 2023

Fe, don y tradición.


La fe es un don, sí, pero no es magia, ni suele llegar habitualmente en forma de revelaciones místicas. Me temo que, de alguna forma, al decir que la fe es un don muchos han entendido equivocadamente que la fe era un misterio, un regalo de reyes de origen ignoto, una receta que llegaba a nuestra alma como por capricho divino o, peor aún, después de cumplimentar una tasa indeterminada de rezos. 

La fe, sin embargo, es algo mucho más sencillo de explicar y de entender. La fe se transmite de forma natural entre los hombres cuando hay confianza mutua. El máximo exponente de la fe entre nosotros es el trabajo de los notarios, que por eso lucen el lema corporativo de "Nihil prius fide" (Nada antes que la fe). Pero sin ser notario cualquier hombre cabal puede ser para sus hijos, y los hijos de sus hijos, un eslabón en esa larga cadena de donantes de la verdad que llamamos tradición. 

Así pues, tener fe no es que se te aparezca en persona Nuestra Señora en una gruta sino algo tan cotidiano como recibir el don de un testimonio creíble. Fe es creer en algo que no vemos porque nos lo ha contado alguien que vemos y en quien creemos. Tenemos fe en los electrones porque nos lo han contado nuestros profesores de física. Tenemos fe en la existencia de Tutankamon porque nos lo han contado nuestros profesores de historia. Nosotros, hijos de cristianos sencillos, creyentes devotos, hemos tenido en nuestros padres, o en los misioneros, o en nuestros padres-misioneros unos testimonios de fe cristiana de primera categoría. Haríamos bien en creerles. 

13 feb 2023

¿Ha engañado el PP a sus votantes en materia de aborto?


Sí y no. La realidad es que hay muchos que dicen ahora sentirse engañados con Núñez Feijoo acerca del aborto provocado. Otros lo dijeron ya antes con Rajoy y otros con Aznar. Para que haya engaño pleno debería de haber un engañador y un engañado. Lo extraño de este caso es la existencia de engañados sin engañadores. El Partido Popular, por boca de su mismísimo presidente fundador Manuel Fraga, declaraba ya hace 37 años que no entraba en sus planes la derogación de la primera ley abortista del PSOE. Véase la noticia publicada por ABC el 7 de mayo de ese año. Por lo tanto ya entonces, el Partido Popular era un partido pro-muerte. 

Si estás con el PP, no estás con el Papa. Así de rotundo lo decíamos los carlistas allá por los años 90. Seguro que tenemos muchos defectos, pero al menos nos reconocerán que lo vimos venir. Y antes incluso, porque en 1978 ya decían los carlistas que "La constitución es abortista". A nosotros nunca nos engañaron, será porque conocemos bien cómo funciona el liberalismo y cómo ha hecho de la mentira una herramienta política. 




Por eso, más que engaño, lo que sucede es que nos enfrentamos a la maldad de la tibieza convertida en estrategia política. El malminorismo es así. Para los defensores de esta corriente utilitarista el fin justifica los medios, todo es negociable, no hay principios. Manuel Fraga, que pasa por ser un franquista inmovilista fue el inventor práctico del centrismo encuestista. Él mismo diseñó su partido de tal forma que, pasara lo que pasara, ocupara siempre la porción centrada (o sea, la más tibia y mediocre) del espectro sociológico electoral.
   
Don Manuel lo explicó con claridad siempre que pudo, pero los miedosos del "Virgencita-que-me-quede-como-estoy" nunca se atrevieron a entender que el conservadurismo es la posición política que se dedica a conservar y blanquear los avances previos de la revolución. Ahora algunos se echan las manos a la cabeza pero no se preocupen, para los miedosos siempre habrá unos izquierdistas malos-malísimos que otorgarán a los peperos la etiqueta malminorista. Suficiente para seguir poniendo a su servicio a la COPE, 13TV y todos los recursos de millones de pobres católicos engañados.

12 feb 2023

La ley del solo el "sí, quiero" es "sí, quiero"


Irene Montero tiene razón. Hay que poner el foco en el consentimiento. Lo que pasa es que la ley del solo-el-sí-es-sí se queda corta. Por eso propongo la Ley del sólo el "sí, quiero" es "sí, quiero".

Propongo un procedimiento que resultará novedoso para muchos: que cuando un hombre y una mujer estén conformes con la idea de mantener una relación íntima lo hagan público en una ceremonia en la que podrían intercambiar la promesa de amarse y respetarse. Esa celebración, que consistiría en un intercambio del mutuo consentimiento y de promesas (votos), podría llamarse voda, o boda.

De esta forma la unión -paritaria- de hombre y mujer, que es lo que habitualmente en las sociedades humanas da lugar al nacimiento de una nueva familia, ofrecería un máximo amparo legal a los contrayentes y a su prole garantizando la existencia de un consentimiento previo, sincero, meditado y solemne. 

Por contra, quienes se atrevieran a convivir sin haber tenido previamente una boda sufrirían la incertidumbre que genera la promiscuidad. Y además vivirían habitualmente bajo sospecha porque serían generalmente mal vistos. Como las antiguas concubinas, gigolós, amantes o barraganas, vivirían sin derechos y desamparados, al albur de disputas de alcoba, conflictos de celos, abusos, maltratos y despechos.

La mayoría de los que leéis mis artículos sois muy jóvenes y por eso no sabéis que antes la gente que quería vivir sin sobresaltos ni judicializando su sexualidad se casaba (uno, con una, para toda la vida) y entre eso, la promesa de respeto y confesarse de vez en cuando vivían en paz. Por eso solían tener más hijos que perros.

La pobre ministro quisiera acertar. Por eso digo que tiene razón cuando de alguna forma intuye que no es posible vivir en una sociedad que pisotea el libre consentimiento. Lo que pasa es que Irene se ha criado en una sociedad divorcista e individualista, que ridiculiza las promesas solemnes, que ha crecido sobre las ruinas de la antigua fortaleza matrimonial dinamitada por la generación anterior. Los hippies triunfantes de los 60 así como todos los progres partidarios del llamado "amor libre", habían llegado a la conclusión de que el matrimonio -el consentimiento formal del sólo "sí, quiero" es "sí, quiero"- era una antigualla que impedía la libertad de mariposear, y no se pararon a pensar en que era precisamente ese blindaje solemne de la libertad responsable lo que favorecía el más sagrado y libre consentimiento que pueda imaginarse.

La Revolución funciona siempre así. Primero destruye alguno de los pilares del orden natural, preferentemente aquellos que han sido iluminados por la fe, y luego, cuando se extiende el caos y la barca se hunde, trata de tapar agujeros y de achicar agua con métodos cada vez más complicados y difusos. No, Irene, no. Tus remedios son peores aún que la enfermedad y el hecho de que se rebajen las penas a violadores confesos, con ser cosa grave, no es lo peor. Por eso no me contentaré con pedir que rectifiques una ley chapucera. Tú siempre has oído que estaba permitido divorciarse... "pero al principio no fue así". 

2 feb 2023

Algo de lo que más o menos dije en el acto del Cerro de los Angeles 2022


"Veo muchas caras conocidas, y me alegra, pero también veo muchas desconocidas -al menos para mí- y eso es bueno, buenísimo, porque eso significa que la Comunión está creciendo. Y a esos correligionarios "nuevos" que estáis aquí, que quizás no nos conocemos todavía, quiero deciros que es posible que no seamos amigos -todavía-. No pasa nada, ya lo seremos, o no, porque la amistad se forja cuando se comparte, con la acción común. Pero es que además tampoco tenemos por qué ser amigos todos los carlistas. Tenemos que mirar alto, tenemos que pensar en crecer, en una Comunión abierta a distintos grupos, a distintas "sensibilidades", a personas que estén unidas no por mera simpatía sino por un mismo ideal. En ese sentido no somos amigos, (quizás, todavía...) pero es que somos algo más: ¡somos hermanos!, hermanos de trinchera, hermanos de lucha. Nos hermana un ideal. Somos hijos de una misma madre y de un mismo padre: de una Patria y de un Ideario. Así que tengamos confianza en ese crecimiento y pensemos a lo grande, sin miedo, pensemos en crecer. Porque la Comunión no se ha inventado para ser un grupo de amigos, no ha nacido para estar a gusto nosotros, para estar agustito, para pasarlo bien. Si además lo pasamos bien, !mejor!. Si estamos a gusto, ¡mejor!. Si somos amigos, ¡mejor!. Pero nuestro objetivo no es ese. Nuestro objetivo es servir. Como equipo, como Comunión, como grupo entregado. 


Ahora bien, digo que hay que crecer pero tampoco nos equivoquemos pensando que el éxito dependerá de nuestro número. Nosotros no somos el relevo de nadie. No somos el siguiente experimento electoral que va creciendo hasta que llega su momento. No señor. Nosotros ya tenemos una bandera y esa bandera la pueden levantar cien mil, la pueden levantar mil, la puede levantar apenas un puñado de personas o la puede levantar uno solo. Mientras quede un carlista vivo en pie España seguirá en pie, porque en su bandera de Dios-Patria-Rey seguirá presente la identidad de España. A veces como un río, a veces como un arroyo, a veces como un hilillo que casi no se ve pero que enlaza con la España de siempre, con nuestros clásicos, con lo que es España, con nuestro ser, con nuestra identidad. Y si se perdiera España, si se perdiera la Comunión Tradicionalista Carlista, si no existiese la Comunión ¿qué harían los españoles? Pues harían lo que ya están haciendo por desgracia muchos compatriotas. Empezar de cero, penosamente; o inventar a base de ocurrencias; o peor aún se dedicarían a copiar. Mirando a ver qué hace la Meloni, a ver qué hacen los conservadores neocon en Estados Unidos, o en Brasil, a ver qué hace la derecha francesa, o los monárquicos de no sé dónde, o a ver qué hacen los católicos polacos. ¡Pues enhorabuena a los católicos polacos y a los monárquicos de donde sea! Nosotros no estamos aquí ni para copiar ni para inventar. Somos españoles, somos hispanos, somos la continuidad histórica de algo que no puede morir porque es superior a nosotros. Y si nosotros somos un punto, aunque sólo sea un punto de apoyo, un pequeño círculo, quizás sea suficiente para que ese hilo continúe, y para que España siga siendo lo que tiene que ser. "