Hace unos días cayó en mis manos una edición del Libro de la primera navegación y descubrimiento de las Indias, obra de Cristóbal Colón, editado y comentado por Carlos Sanz en 1962.
Todo lo relacionado con Colón y los primeros viajes del descubrimiento de América anda siempre envuelto en controversia. Ni siquiera se sabe con certeza cual de las Bahamas es la Isla de Guanahaní, la primera en la que desembarcaron el Almirante y los hermanos Pinzón, bautizada por eso como San Salvador. Se sabe que era una isla bastante poblada, de vida primitiva aunque con una agricultura desarrollada.
El diario manuscrito de Colón ya no existe. Se perdió como tantas cosas y tantos papeles en la historia. Su contenido, sin embargo, se conoce en gran medida gracias a que el padre Bartolomé de las Casas transcribió y compendió gran parte del documento original.
En la narración de los hechos ocurridos el famoso 12 de octubre de 1492, inmediatamente después de describir el desembarco el mismo Colón deja por escrito lo siguiente:
"Yo, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla".
Y entonces, al leer esto, es cuando yo, carlista de toda la vida, hispanista convencido, amigo de la boina... que tanto creía haber leído y oído me doy cuenta -una vez más- de mi tremenda ignorancia y me pregunto ¿cómo es posible que haya oído antes nada de esto?
Porque, vamos a ver, un bonete de finales del siglo XV, se mire como se mire, es una prenda de cabeza, de lana abatanada, redonda, tejida de forma que requiere un rabillo en su centro. Pero es que además eran colorados aquellos bonetes. Y eso es lo que en lenguaje actual llamaríamos, simplemente, boinas rojas. Y fueron el primer regalo. Una baratija simpática en palabras de Colón, que lo menciona como de pasada, como sin darle demasiada importancia, pero fíjense en el resultado: aquellos isleños ignotos "hubieron mucho placer y quedaron nuestros".
Luego la historia se complica, y más si cabe en aquellos primeros momentos de los primeros encuentros hispanoamericanos del caribe. Historias de naufragios, traiciones, luchas, envidias, abusos y ambiciones se entremezclan con fatigas, celo apostólico, coraje sin límites...
Pero en el primer momento había unos bonetes colorados. Boinas rojas desde el minuto uno de un encuentro que cambió la historia.
Sería bonito pensar que quizás, todavía, quinientos años después, en algún rincón del Caribe, existe alguna familia que conserva como una reliquia un trocito de aquellos bonetes colorados que trajeron los españoles como señal de buena voluntad.
Sería como una señal de todo lo que nos une, y de todo lo que aún tenemos por delante.
6 de diciembre de 2024: Cinco siglos después, con nuestros bonetes colorados en el acto de entrega del Premio Hispanidad Capitán Etayo, acompañado por dos ilustres premiados: el periodista Eulogio López y Victorino Martín, presidente de la Fundación Toro de Lidia.
Hace unos días uno de esos políticos mercenarios contratados por el partido conservador llamado Hermann Tertsch (militante del Partido Comunista de Euzkadi en su juventud, antiguo director de opinión de El País y columnista en ese medio hasta hace cuatro días) se despachaba a gusto contra el papa diciendo en Twitter:
"No sé quién es en realidad este individuo. Sí sé que cada vez que habla de política coincide en sus posiciones y apoya a los peores asesinos, a los ladrones, a los violadores, a los terroristas, a los narcotraficantes y comunistas criminales. No hay un atisbo de bondad, generosidad ni dulzura en este personaje lamentable."
A mí me parece que esa no es manera de hablar del romano pontífice. Incluso aunque tengas alguna discrepancia con la política exterior del Vaticano el papa sigue siendo el vicario de Cristo. ¿No hay nadie en Vox que pueda explicar esto a su impetuoso eurodiputado ex-comunista? El problema es que a estas alturas ya todos sabemos que Vox, a pesar de su nombre latino, es más judío que católico. ¿Se imaginan a un diputado de Vox hablando de un rabino con esta falta de respeto?
No seamos ingenuos. En la partitocracia el que paga manda. A ver si alguien va a pensar que ahora Hermann Tertsh se ha convertido en un santo padre de la Iglesia que habla en ese tono despectivo contra el papa porque está preocupado por no se qué deriva herética de la jerarquía. No. Lo que le preocupa a este señor, lo mismo que a un sector importante de Vox, es que la del papa sea una de las pocas voces que se alza contra el genocidio de Gaza y los intereses del sionismo.
Lo de Gaza es una masacre inmoral. Eso lo ve cualquier buena persona. Lo que nos diferencia a los que observamos con imparcialidad las brutalidades de unos y otros, en contraste con los aquejados de sumisión perruna a los intereses sionistas (o a los islamistas), es que cuando en las próximas décadas vayan muriendo judíos en todo el mundo gracias al odio que ahora alimentan y aplauden los fieles cipayos, nosotros no nos alegraremos y no nos sorprenderemos. Gracias a esa desproporcionada y cruel "autodefensa" de Israel, el sufrimiento se va a perpetuar y todo ese horror será una consecuencia lógica del horror actual. Los niños amputados o traumatizados de hoy serán los terroristas de mañana. Tan inteligentes que parecían los judíos acaparando premios nobel y ya ves, al final el odio y el orgullo ciegan a los injustos.
En toda esta historia, sin duda, los más necios son los españoles que sin necesidad alguna han tragado la propaganda anglo-sionista convirtiéndose en el perrito faldero de intereses que en nada benefician a España. O que para colmo favorecen más bien a Marruecos. Que no se diga que no se avisó. Dios tenga piedad de todos los inocentes que sufren lo indecible, principalmente de los cristianos de Oriente que esos si que son cada vez menos.
Y en cuanto a ese tono general de desprecio hacia el santo padre, ya se que hay gente muy nerviosa con algunas de las cosas que dice, y con otras de las que dicen que dice. Pero a ver si entendemos los católicos que hay que amar al papa como a nuestro padre que es (aunque chochee). Y que hay que amar al papa sin caer en la papolatría -cosa que siempre se entendió mejor en España que en cualquier otra nación-. No suframos más de la cuenta y entendamos que no todo lo que dice es palabra de Dios. Que el papa puede equivocarse en cien cosas -especialmente en las cosas políticas o en las futbolísticas- y más si como sucede con Francisco anda, por lo que sea, tan expuesto a los focos y los micrófonos.
Admiro a Jose Mari Esparza, de verdad, el tesón apologético que ha demostrado durante décadas en defender todas las patrañas euskadianas imaginables pasadas por el atractivo disfraz del ultranavarrismo es digno de respeto. ¡Qué gran misionero habría sido si no hubiera cambiado la religión católica de sus abuelos por el nihilismo neopagano y sincretista de los nazionalistas postsabinianos!
Gracias a su Altaffaylla Kultur Taldea, a su editorial Txalaparta y a la financiación proporcionada por todos los hispanófobos euskadianos, todo el conjunto de su incoherente ideología ha logrado un éxito insólito. Navarra ha cambiado en gran medida por culpa de Jose Mari Esparza, el más gramsciano de los rojos y separatistas de nuestros compatriotas.
Los errores historicistas e interesados que defiende no merecen mas que desprecio por parte de los historiadores honrados. Y sin embargo ahí lo tienen, hablando desde los altavoces del poder sobre cómo se ha contado mal nuestra historia desde los altavoces del poder. Dice Esparza que la historia oficial la escriben los vencedores. Es verdad. Por eso llamaron guerras carlistas a las guerras liberales de nuestro siglo XIX. Y por eso él, que en su feliz ancianidad es portavoz de los vencedores, tiene tanto predicamento en los medios oficiales de los que ahora mandan. Porque Jose Mari Esparza, siendo en realidad un alma libre que se cree llena de amor a su tierra, se ha convertido en el cronista oficial preferido por los que odian a Navarra, odian a las Españas, odian la obra de la Hispanidad y se odian, en fin, a sí mismos.
Esto viene a cuento porque acaba de sacar a la luz un libro en el que cuenta la historia peregrina de un Tomás de Zumalacárregui presentado como líder de una hipotética república vasca decimonónica que duró tres meses. El bueno del tío Tomás presentado como si fuera un antecedente anacrónico del rojoseparatismo. Sólo le ha faltado decir que era ecofemimista. ¡Venga ya, hombre!
Jose Mari Esparza, en la foto del Diario de Noticias, órgano oficial de la ortodoxia heterodoxa, sonríe con su libro en la mano porque sabe que la gente -aún- ve un libro y piensa que si está en un libro será verdad. Los que pensamos un poco más, o los que tal vez por nuestro oficio de librero vemos día tras días cómo el papel lo aguanta todo, sabemos que siempre se han publicado libros de mierda, y que nunca se publicó tanta basura como ahora que se imprime bajo demanda.
En fin, el destrozo que él los suyos han hecho es grande. Pero la verdad es una y al final, antes de lo que nos pensamos, acabará brillando como merece.
Aquí
estamos, delante de este antro, de la sede de la soberanía, de la
soberanía absoluta, de la mayoria absolutista... absolutamente ajena a
los intereses del bien común de los españoles,y absolutamente sumisa
a intereses extranjeros que nos convierten en una colonia controlada
por una tiranía perfecta.
Aquí
estamos.
Y qué
mala suerte... ahora está vacía. Bueno, en realidad siempre está
vacía porque nunca está ahí la famosa soberanía española, su soberanía política. Pero es un símbolo y por eso hay que estar.
Hoy
podríamos habernos quedado en el Cerro de los Angeles, celebrando a
Cristo Rey. Por ejemplo sumándonos a la vigilia de la Adoración Nocturna (fundada por el
carlista Luis de Trelles) Pero aquí estamos, a pie de calle, para
lanzar nuestro mensaje.
Alguno
dirá... está todo fatal, hemos probado todo tipo de recetas, de partidos, de herramientas y
recursos.... ¡Carlistas! estáis en el banquillo... calendad que salís.
Pero NO...
Algunos quisieran que saliéramos nosotros ahora para hacer de
mamporreros del sistema, de salvadores de la derecha, y no, esa no es
nuestra misión. No estamos aquí para defender los restos del
sistema constitucional traidor a España.
Tampoco
somos una nueva sigla para alimentar la rueda de la partitocracia,
para pisar moqueta y tomar nuestra parte del quesito electoral.
No.
Nosotros
somos lo que queda de la España Tradicional.
¡España!: nosotros somos la voz de tu conciencia. España: somos lo que te une a tu
esencia, a tus raíces, a tu identidad, a nuestros clásicos, a la
España católica de siempre, a esa España que, como suelo repetir, ya era
libre antes del liberalismo, social
antes del socialismo, comunal
antes del comunismo. Que
honraba a la mujer antes del feminismo, que
respetaba a la naturaleza antes del ecologismo...
Esa
España vive en nosotros y mientras quede un carlista en pie queda
una ESPERANZA.
Nosotros, aquí y ahora nos dirigimos a todos los Españoles, no solo a los carlistas o a los
convencidos, no solo a los católicos, también a los hispanistas, a esa especie curiosa que son los "católicos ateos", a los amantes de la libertad, a los
padres asustados, a los agricultores que ven cómo se desmorona su
forma de vida, a las familias empobrecidas...
España
podrá volver a sus raíces y ser ella misma si sigue el camino de la
tradición política española, el camino que ha guardado el
Carlismo.
Aquí
y ahora, nosotros aportamos a España, a toda la Hispanidad:
1º.
Unión con las raíces auténticas de España. Podremos
tener a España perdida, sin rumbo, amnésica, sin identidad, sin saber a dónde ir, pero en
el Carlismo está el ADN de la auténtica España, de la genuina, de
la de siempre. Unida y plural. Católica y respetuosa a más no poder
con todos los derechos legítimos. El Carlismo es el movimiento que
nos conecta a los españoles del siglo XXI con nuestras raíces, con
la España de nuestros clásicos, con Quevedo, Cervantes, Velázquez,
Garcilaso, Cabeza de Vaca, Elcano, Cortés, Pizarro...
2º.
Moral de victoria. No existe ningún otro movimiento político en teoría
más derrotado que el carlismo. Pudimos ser vendidos,
pero nunca fuimos vencidos. Nosotros somos inasequibles
al desaliento porque nuestra medida del triunfo no es ni el carguito
propio, ni la creación de un chiringuito, ni andar pisando moqueta.
Nosotros triunfamos cada vez que triunfan nuestros Ideales. Y eso es algo que está muy por encima de nuestras ocurrencias o nuestras trayectorias
personales.
3º.
Visión de conjunto. España es tierra de guerrilleros y
cada vez hay más, y eso es bueno, eso es que estamos vivos, que hay reacción. Pero necesitamos una visión de conjunto y esa
sólamente la puede dar plenamente el Carlismo. Todos conocemos
guerrilleros provida, profamilia, contra la corrupción, contra los
ocupas, contra los socialistas, contra los separatistas, en defensa
de nuestras tradiciones locales, en defensa de los toros, en defensa
del dinero en efectivo, contra la pornografía y las adicciones,
contra la leyenda negra... hay patriotas que no saben bien por qué
son patriotas, y gente que añora una monarquía tradicional pero que
no sabe argumentarlo... Ojo con ese lema de "El pueblo salva al
pueblo".... sí, hasta cierto punto es verdadero, porque es verdad que hay
que empezar desde abajo, pero hay que ir más allá. Para dar sentido
a todas esas luchas, para encajar las piezas el Carlismo tiene mucho
que aportar.
Nosotros
no vamos a perder el tiempo en criticar otras iniciativas, otras
guerrillas, otras formas de afrontar los gravísimos problemas que
nos aquejan. Unos optarán por la propaganda, otros por la vía
jurídica, algunos seguirán empeñados en dar la batalla electoral.
Muy bien todo. ¡Animo con todo!. Pero cuidado con el resentimiento, con
la pura protesta, el desorden y la anarquía. No está mal empezar
por ahí, por sacudirse el yugo de los tiranos, de los partidos, pero
ojo, cuando nosotros gritamos "¡abajo el mal gobierno!" es porque
queremos que haya uno bueno. Todavía cantamos que venga el rey de
España a la corte de Madrid. Y eso es por algo.
Nosotros
no vamos a apoyar la teoría del "sálvese quien pueda"
sino que vamos a aportar todo lo que podamos para que un día sea
posible que haya un gobierno que mire por el bien común de todos los
españoles, un gobierno limitado, legítimo, sin ideologías, que
tenga esa visión de conjunto y ese ideal de servicio que es el del
Evangelio y el mismo que aplicaron los buenos reyes de la
Cristiandad: no será así entre vosotros, quien quiera ser el
primero que sea vuestro servidor.
4º.
El Carlismo aporta una épica, una ética, una estética genuínamente
española. No necesitamos ni anglicismos, ni copiar los
estilos caducos del fascismo europeista racista, ni copiar el
chauvinismo afrancesado. Somos españoles, ni mejores ni peores que
otros, pero somos lo que somos y no tenemos que copiar a nadie. La
guerra de la independencia empezó en 1080 pero, señores, todavía no ha terminado.
5º.
Una organIzación. Y sí, eso también, por qué no. Ahora parecemos poca
cosa, pero ya ha sucedido otras veces, que han salido boinas rojas de debajo de las piedras. Por eso aquí, y ahora,
hacemos un llamamiento a la acción. No somos un partido. Pero sí
somos una organización. No somos ingenuos. Las cosas no se hacen
solas. Hay que trabajar, hay que luchar. En la Comunión
Tradicionalista Carlista tenemos Junta de Gobierno, Juntas
regionales, círculos, herramientas para la formación, campamentos,
cursos, aulas. Tenemos una actividad creciente en internet,
lógicamente, con boletines, redes sociales, canales de vídeo,
bazar... Tenemos unos grupos de propaganda que necesitan manos.
Tenemos redes de solidaridad como la liga tradicionalista o el
socorro blanco. Tenemos encuentros en defensa de la gran patria
hispana como es el premio hispanidad capitán Etayo... Cada uno que
elija su puesto. En nuestra Comunión ofrecemos militancia, trabajo,
compromiso.
Las
puertas están abiertas para quien quiera ayudar. Nada de folclore,
nada de nostalgias, nada de "carlistismo", nada de andar mirándose el ombligo. Que cada cual
elija aquel puesto en el que mejor pueda servir. Porque para eso
estamos, para servir.
Y
para terminar en esta noche, ahora que no nos oyen los ocupas de ese
palacio decadente, que por otra parte nunca escuchan a nadie:
NO
TENGÁIS MIEDO. España es mucha España y que de cosas peores hemos
salido. No es la primera vez que estamos gobernados por traidores,
vendepatrias y paniaguados.
Tened
claro que la solución no vendrá de más partidos. Y no vendrá del
miedo. No vendrá de la confluencia de los viejos antiguos progres
tipo Jiménez Losantos con los jóvenes miedosos que se aferran a lo
que sea con tal de quedarse tranquilos buscando su rinconcito
conservador, a la sombra del amigo yanqui, por ejemplo. La solución
vendrá del servicio. -Háganos Dios hacer tal servicio que
delante de su faz felices seamos-
Decía
Valle Inclán que habría que declarar al Carlismo monumento
nacional.
Estas palabras se han malintepretado porque no se trata solamente de
la belleza estética de un movimiento noble, de caballeros, de damas,
de familias enteras que sirven a ideales limpios. Hay mucho más. El
Carlismo ha de ser conocido y querido, pero no para ser momificado en
un museo sino para ser útil, para servir, para desgastarse todo lo
que sea necesario. Y si el Carlismo se desgasta haciendo lo que tiene
que hacer, si se deshace, bienvenido sea. Porque a nosotros no nos
importa lo que le pase al Carlismo. A nosotros nos importa lo que le
pase a España.
Nunca hubo un sistema político tan fuerte y opresor, o capaz al menos de ejercer la mayor opresión, como el contemporáneo. Nunca hubo, al mismo tiempo, uno tan débil y vulnerable. Es un gigante con los pies de barro, que ha confiado su alma al cientifismo electrónico, que respira enchufado a una red de fibra óptica y a unos cuantos miles de satélites, y cuya sangre lubricante es un dinero digital que ya nadie sabría definir. Así que prepárense para cuando caiga.
No sabemos cómo podría ser el colapso, ese temido cisne negro... una tormenta solar, el meteorito que invocamos al contemplar la última chorrada woke, un retroceso generalizado en el coeficiente intelectual o en la mismísima salud mental de las masas... En cualquier caso cada vez tiene más sentido el rollo preparacionista. La próxima vez, en lugar de reírse de quien acumule latas de conserva acuérdese de cómo se burlaban hace mucho tiempo de un tal Noé.
La degradación del mundo digital es cada vez más evidente y debería preocuparnos porque amenaza con llevarse por delante no sólo a los malditos gobiernos progres y a sus cipayos sino a cualquier estructura social u organización natural que haya caído en la omnipresente tentación digitalizadora. Todos estamos en peligro, porque todos hemos olvidado que "digital", en última instancia, remite a algo tan real y analógico como son los dedos. Porque hemos tragado con eso de las "competencias digitales" sin entender que los únicos que de verdad tienen competencia digital son los artesanos. Ya me dirán qué competencias tendrán los demás cuando se vaya la luz y no sepan qué hacer.
Degradación es también inseguridad. ¿Se acuerda alguien de que hace un año (oct23) se produjo el mayor hackeo de la historia de España? ¿De que desde entonces los atacantes disponen, tal como explicó con alarma algún experto, de todos los dnis de los españoles, así como de sus declaraciones de la renta, cuentas bancarias, direcciones, y vidas laborales? ¿Se ha parado alguien a pensar en la deriva inhumana que lleva la actual guerra de los drones? ¿En qué momento hemos normalizado los asesinatos preventivos y selectivos, por no hablar de la explosión remota de dispositivos electrónicos? ¿A nadie le preocupa que el internet de las cosas allane el camino al control remoto tanto de una nevera como de una central nuclear?
Internet, por otra parte, se está llenando de basura. Cada vez hay más contenidos automatizados o generados por IA que se crean copiando y pegando sin el menor atisbo de inteligencia natural. Llevábamos milenios afinando el espíritu crítico, aprendiendo a desconfiar de la palabra, de la escritura, del arte, de la radio, del cine... Pero el nivel de desconfianza que nos empieza a exigir, de golpe y porrazo, la irrealidad virtual podría ser demasiado para nuestras pobres neuronas.
Todo esto, y otras cosas que me dejo en el tintero me lleva a lanzar una predicción, y a plantear una incógnita.
Internet morirá de éxito. Llegará un momento -no muy lejano- en el que usaremos internet exclusivamente como mensajería, para comunicarnos con personas concretas. Entraremos también posiblemente para divertirnos, como cuando se va al cine o se lee un cuento, pero dejaremos de tomarnos en serio cualquier cosa digital. Como reacción, y por puro instinto de supervivencia, el mundo analógico volverá al lugar que le corresponde y la gente -la que quiera vivir con un mínimo de dignidad- buscará eventos presenciales, conversaciones cara a cara, conciertos en vivo y libros en papel. Y lo hará liberándose de trámites digitales como el engorroso y chapucero bono juvenil.
La incógnita más angustiosa es saber cuántos quedarán atrapados entretanto por la inhumanidad de las IA. ¿Cuántos serán los sumisos voluntarios a los poderosos? ¿Serán un lamentable 20%? ¿O llegarán al 80% como en las pesadillas del apocalipsis zombie? ¿Cuántas personas renunciarán a vivir su propia viva a cambio de vegetar en un sofá con el cerebro prestado y los sentidos enganchados a la Red-basura? He dicho que internet morirá, sí, pero me temo que morirá matando.
La banda sonora del día de la Hispanidad podría ser infinita, pero por alguna razón se me ha ocurrido que esta preciosa canción representa lo mejor de nuestra gran hermandad hispana.
Familia, tradición, arte, sentimiento, trascendencia, amor verdadero... Esto es lo que llevaron los españoles a las Indias, y esto es lo que el nuevo pueblo mestizo que surgió de aquel encuentro asumió como fundamento de una civilización maravillosa.
¡Feliz día de la Hispanidad!
¡Y viva la Virgen del Pilar!
Aprovecho la ocasión para dejarles por aquí la nota de prensa en la que notificamos la concesión del PREMIO HISPANIDAD CAPITAN ETAYO 2024:
La "Ley de protección de los derechos y el bienestar de los animales" entró en vigor el 29 de septiembre y daba un plazo de un año para acabar con las tiendas de mascotas. Así pues desde este pasado domingo sólo los criadores registrados están facultados para vender perros, gatos y hurones y deben de hacerlo mediante un contrato escrito de compraventa que quedará anotado en el Registro de Animales de Compañía. La ley prohíbe vender animales de menos de dos meses así como la exposición al público de esos animales.
No lo duden, el objetivo de estas leyes y de toda esta ideología de moda no es dificultar la venta de animales sino ir allanando la venta de personas. ¿No estaré exagerando? ¿Cómo llego a esta conclusión? Por una parte porque, modestia aparte, uno va forjando cierto olfato político y sabe que en estas cosas de las ideologías convertidas en ley no se da puntada sin hilo. Por otro lado porque al final todo acaba teniendo su lógica:
1. La ideología animalista humaniza a los animales y trata de confundir a la gente en algo tan evidente como que las personas valen más que los animales.
2. Los poderes ideológicos y económicos mundialistas extienden cada vez más un criterio materialista y utilitarista de la persona. Los débiles o improductivos sobran y alguien envía a Harari para que nos lo diga a la cara, con desparpajo. Y que a los demás sería conveniente tenerlos sumisos y esclavizados.
3. Cada vez más los nuevos adeptos de esta ideología creciente se ven a si mismos como animales y por tanto son cada vez mas propensos a admitir prácticas esclavistas o de sumisión acrítica del ser humano. El desarrollo del discurso lo van a calcar del neofeminismo. Al principio dirán que sólo quieren la igualdad... al final acabarán como suelen acabar estas cosas: sí, somos iguales, pero unos son más iguales que otros. Todo el mundo sabe que los animales domésticos llevan quince mil años sufriendo en manos de los hombres ¿no? Pues ahora nos toca pagar. Así es como se cierra el círculo.
¿Y quién estará promoviendo esta aberración? Espero que alguien investigue acerca de quien financia los chiringuitos animalistas. ¿Qui prodest? ¿A quién aprovecha? Pues eso.
Llevo casi toda la vida pensando en estos asuntos así que lo que voy a escribir ahora no es fruto de un rato de estudio, ni de una documentación previa, ni un copia y pega de otros autores. Hablaré como un simple político católico porque ni soy un erudito, ni un académico, ni un intelectual. Podría incluir alguna bibliografía, con encíclicas solemnes como la Quas Primas del papa Pío XI sobre la soberanía de Cristo Rey, documentos pontificios clarificadores como el Catecismo o como la exhortación apostólica Christifideles Laici de San Juan Pablo II, o cualquiera de las obras clásicas del Carlismo, del tradicionalismo político o del catolicismo militante en general como las de Aparisi, Donoso Cortés, Mella, Wilhelmsen, Alvaro d'Ors, del mismo Chesterton o de tantos otros. Pero no voy a hacerlo.
En esto de las lecturas recomendables, supongo que debido a mi edad y a los buenos maestros que he tenido he llegado al punto en que todo lo que leo me parece aprovechable. Leo a San Isidoro o a Menéndez Pelayo y me admiro de la sólida cadena que une a los grandes pensadores hispánicos antiguos y modernos. Leo a Rousseau, a Marx o a cualquier ideólogo averiado y me divierte descubrir a cada paso sus inconsecuencias, sus dislates y sus mentiras. El truco es que no escribo nada de mi cosecha. O sí. Tal vez sea de mí cosecha gracias a lo que otros sembraron antes. En cualquier caso debo aclarar que lo que diré a continuación sobre la religión y la política lo diré como carlista, es decir, como católico práctico*.
Relación entre la religión y la política
La religión es, por definición, un concepto muy superior a la política. La religión es aquello que nos religa con la trascendencia, con los principios y realidades eternas, con el ser mismo de las cosas, de la creación y del Creador. La política en cambio es el arte de lo contingente, de lo temporal, del servicio en las cosas imperfectas de este valle de lágrimas. Pero el hecho de que sea una dimensión inferior a la religiosa, y que deba ser impregnada por ella, no quiere decir que no tenga su importancia. La tiene, como cualquier otra dimensión de nuestra vida, ya sea la cultura, el arte, la música o el comer. No está bien que un hombre libre viva sin interesarse de alguna forma por las cosas de la polis. Aquellos que dicen vivir prescindiendo de la política es como si hubieran decidido amputarse una parte de su vida. Y eso no está bien.
El laicismo
En los tiempos de la vieja Cristiandad los hombres vivían sobrenaturalizándolo todo. Antes de que Santa Teresa dijera aquello de que también entre los pucheros anda el Señor ya había cristianos que lo sabían y que así lo vivían. Pero luego pasó lo que pasó: el orden de aquella Cristiandad, que no era para nada un mundo perfecto sino un pobre mundo que hacía lo que podía en la buena dirección, creciendo y mejorando paso a paso, construyendo con harto trabajo, fue violentado por un proceso revolucionario que dio al traste con todos sus progresos verdaderos. La irrupción de una serie de herejías, doctrinas averiadas e ideologías trajeron al Occidente la peste del naturalismo. Y cuando ese naturalismo logró, gracias a la revolución francesa, penetrar en la vida política de las naciones cristianas -en eso consiste el liberalismo- es cuando la religión, por orden y decreto de los poderosos, quedó relegada a la pura conciencia de cada individuo, rebajada al mismo nivel que los caprichos, la afición futbolística o los colores favoritos. A esto es a lo que llamamos laicismo: crea usted lo que quiera en su fuero interno pero viva en comunidad y trate las cosas de la política como si Dios no existiera. O, usando el símil de Chesterton, deje usted en la puerta el sombrero de su fe cuando entre en el Parlamento.
El Papa y el Emperador
Una de las joyas destruidas por la Revolución es la que en la antigua Cristiandad mantenía el equilibrio entre el orden espiritual y el orden temporal personalizados en el Papa y el Emperador. Se trata, se trataba, de un equilibrio difícil, siempre en tensión, cuyo fruto era, en última instancia, el crecimiento general y la construcción de un orden respetuoso con la Verdad de las cosas. Todas las otras antiguas y nuevas civilizaciones, todas las tradiciones o culturas políticas de la historia, han simplificado esta cuestión divinizando al rey como los egipcios, los chinos o los romanos; uniendo en la misma persona al gobernante y al sumo sacerdote como los califas, los lamas o los anglicanos; o simplemente sometiendo cualquier poder espiritual a la bota del jefe como suelen hacer las ideologías más totalitarias.
He aquí una de las formas de encontrar la religión verdadera: todas las religiones que se identifican o se someten al poder temporal son falsas. Tan sólo la Iglesia Católica ha luchado y luchará de forma creíble por ser testigo -o sea, mártir- de la Verdad, caiga quien caiga, cueste lo que cueste, y mande quien mande. Todas las demás religiones son religiones ideológicas o ideologías religiosas. Falsas religiones que acertarán a veces en algo, y hasta se opondrán a veces a los tiranos, pero que al final carecen de auténticos mártires de la Verdad.
La confesionalidad es un bien
Otro término que es importante entender en su contexto es el de la confesionalidad religiosa. Por muy contaminado que esté un católico de liberalismo nunca podrá afirmar que es mala la confesión pública y comunitaria de la fe. Una familia, un pueblo, una región o una patria que rezan, alaban o confiesan su amor a la fe verdadera prefiguran el cumplimiento del salmo 71: "Se postrarán ante tí, Señor, todos los pueblos de la tierra". ¿Cómo podría ser malo eso desde el punto de vista de un creyente? Ahora bien, alegan los enemigos de la confesionalidad el escrúpulo de una posible falta de respeto a la libertad individual. Esta objeción, que en teoría podría ciertamente dar graves quebraderos de cabeza, no se corresponde con la realidad histórica. La realidad es que la imposición y la falta de respeto ha partido precisamente de la ideología liberal. Ha sido la Revolución la que a lo largo de dos siglos ha venido imponiendo leyes ateas a pueblos cristianos. Esto es algo que en España hemos vivido en primera persona con la imposición tramposa y criminal de la constitución del 78. Decían los liberales que lo primero era la democracia ¿de verdad? ¿y qué hay más "democrático" que el que los gobernantes asuman la religión y creencias del pueblo gobernado? Eso es precisamente lo que asumieron los nobles visigodos en los concilios de Toledo. Y por eso puede decirse que allí es donde nació España. La Revolución hace al revés. Ese fue uno de los triunfos del luteranismo: -"Cuius regio, eius religio"- el dar carta blanca a los poderosos para someter -antidemocráticamente- a sus pueblos, imponiéndoles una religión con la fuerza del estado moderno. Ese tipo de confesionalidad es anticatólica y cuando se ha seguido para favorecer aparentemente al catolicismo ha dado lugar a graves antitestimonios. Hay que tener en cuenta que la finalidad de la política no es cambiar las cosas en el sentido de modificar la sociedad, las costumbres, las mentalidades... Menos aún con la implantación de regímenes creados ex-novo según la típica mentalidad constitucionalista. Todo eso no es sino tiranía y opresión infame. La política está para dirigir una sociedad, respetando, como hacían los viejos reyes cristianos, los fueros, leyes y costumbres que hubiere. Por eso tenían que ir a las Cortes a jurar antes de reinar. Por eso se comprometían a mejorar siempre lo posible, pero siendo extremadamente cautelosos en los cambios porque los cambios de verdad, los cambios sociales no corresponden a procesos políticos sino al ámbito cultural o espiritual, y a un ritmo muy diferente del político.
La religión como límite de la política
Incluso los no creyentes pueden entender que la religión ofrece dos grandes utilidades al mundo político. El primero es servir como límite. El segundo como inspiración.
Como límite, la religión tiene la facultad de establecer unas líneas rojas, un marco moral, que quedan fueran del capricho del gobernante. Ese límite es por ejemplo el que protege a los débiles de los abusos de los poderosos. Es el que evita realmente al absolutismo político que lejos de ser una cosa del pasado, una deformación de las viejas monarquías, es la manera contemporánea de entender la política en las democracias partitocráticas actuales en las que el partido gobernante puede legislar cualquier absurdo con tal de que cuente con la mayoría absoluta.
Otra forma de expresar el límite podría ser con los llamados principios no-negociables. Benedicto XVI insistió en este concepto, que está muy vinculado al puro derecho natural y que nunca insistiremos suficientemente en que es un límite muy limitado, valga la redundancia. Porque es un límite que señala algunos puntos imprescindibles para que pueda ser sostenible una mínima convivencia en cualquier comunidad política: la vida, la familia, la libertad de educación y el bien común.
Es interesante también analizar el concepto de tolerancia relacionado con esos límites que aporta la religión al mundo político. Estrictamente hablando sólo podemos ser tolerantes quienes creemos que existen unos límites externos, que son los que aporta la religión. Por eso somos los únicos que, a la hora de la verdad, como condenamos el pecado sin paliativos, podemos permitirnos el lujo de respetar y tolerar al pecador. En cambio, para el típico político absolutista moderno ¿qué sentido podría tener la tolerancia? Una vez que alcanza la mayoría absoluta... ¿qué razón o qué límite habría de existir para marcar la separación entre lo tolerable y lo intolerable? Si un político consigue la mayoría absoluta... ¿no tenderá a declarar intolerable todo aquello que quede fuera de su voluntad absoluta?
La religión como inspiración de la política
Otra forma mucho más positiva es entender la religión como corazón de la política, como el alma que impulsa la acción del servicio político. En esta línea la religión ya no se dirige al mundo político con meras advertencias sobre límites, abusos o pecados sino que ofrece una razón para servir, para proteger a los débiles o para, en última instancia dentro de la concepción católica de la política, instaurar todo en Cristo siguiendo la doctrina de la Soberanía Social de Jesucristo.
Leyes y constituciones
La política se desarrolla con las decisiones cotidianas, pero también con el establecimiento de leyes, normas que perduran en el tiempo y que ayudan a ordenar la convivencia. Esta es una parte fundamental de la política que sería inútil abordar ahora en un párrafo. Sí que me gustaría apuntar una idea y es referente al constitucionalismo. La experiencia del proceso constitucional español de 1978 recogió lo peor de los experimentos constitucionales del siglo XIX y XX y llevó su ruptura revolucionaria a su máxima expresión, al menos en el elemento nuclear del texto constitucional como es el de la aconfesionalidad. El caso de la Constitución del 78 lo comparo con el del matrimonio civil. El pecado de dos cristianos que se casan por lo civil es grave porque supone un desprecio al mismo Cristo. Habiendo instituido nada menos que un sacramento que supone la consagración del matrimonio natural, poniéndolo en presencia de Dios, el matrimonio civil rechaza la presencia divina en ese preciso momento. Se mire como se mire es un desprecio. Pues el caso de la redacción de un texto constitucional es similar, aunque con una gravedad proporcional porque afecta a la vida de millones de personas. Que una nación, una comunidad política, formada por todos los españoles, establezca una norma jurídica suprema y que en ella no se reconozca esa dimensión religiosa común, esos límites y esa inspiración cristianas de las que hemos hablado un poco antes es, se mire como se mire, una traición al mismo Dios y a ese pueblo creyente que se dice servir.
El peligro de los extremos y las exageraciones
Por último, no me gustaría terminar esta exposición sin mencionar la idea del equilibrio necesario. El pensamiento político tradicional no necesita entrar en las categorías de izquierda o derecha, tampoco en cualquiera de las dicotomías maniqueas en las que se suele interpretar la acción política. El filósofo Francisco Canals lo llamó "armonía sintética" que consiste, sencillamente, en rescatar todo lo bueno venga de donde venga. Ese bien es lo único que engendra tradición. En el asunto de la religión y la política que estamos analizando existen dos peligros que hay que evitar y armonizar. Uno sería el laicismo y otro el integrismo. El peligro del laicismo ya lo hemos mencionado aclarando el porqué debe ser rechazado por un católico. En cuanto al integrismo, entendido como la intromisión en el gobierno o las tareas propiamente políticas de los clérigos o de laicos con talante clerical debe ser rechazado porque es un desorden que rechaza la legítima automía del orden temporal, orden que es propio del laicado y que, como hemos ido viendo, ha de tener su vida propia, siempre limitada e inspirada por los bienes superiores de la religión.
F. Javier Garisoain Otero
*Cómo olvidar aquellas palabras del venerable papa Pío XII: «Los requetés, los Católicos prácticos. Los que salvaron a España. Cuantos se habían propuesto la difícil y peligrosa tarea de defender y restaurar los Derechos y el Honor de Dios y de la Religión. Los llevo muy adentro en mi corazón y los bendigo.»
Nota: Este artículo ha sido escrito de forma paralela a mi intervención en el programa "El pasado que no pasa", dirigido por el P. Gabriel Calvo Zarraute que ha sido emitido el 24 de octubre de 2024. Desde aquí mi agradecimiento a don Gabriel y al canal Tekton por darme la oportunidad de ordenar estas ideas y hacerlas medianamente inteligibles.
Este pasado fin de semana se ha celebrado en Toledo una nueva edición del Foro Alfonso Carlos I, la "universidad de verano" de la Comunión Tradicionalista Carlista. Un espacio en el que los carlistas convocan a expertos y a militantes para aprender con espíritu universitario y vocación política.
La España rural: tradición y despoblación
Inauguración del Foro
Después de una oración inicial dedicada a San Miguel dió inicio la primera sesión, el viernes por la tarde, en la que tomó la palabra Javier Garisoain, presidente de la Comunión, para agradecer a los inscritos su presencia y para presentar el tema general del Foro así como al primer conferenciante. En esta ocasión el tema elegido ha sido el de la España rural con la intención de conocer su historia y sus glorias, sus problemas, las graves crisis que la azotan y para reflexionar sobre las posibles vías de lucha en su defensa.
¿Es el Carlismo un movimiento rural? Cuando el liberalismo triunfante empezó a escribir la historia del siglo XIX trató de encasillar al Carlismo como movimiento rural, o lo que es lo mismo, "campesino, atrasado e ignorante". Sin embargo esta no es sino una más de las mentiras del liberalismo. El Carlismo era rural porque España era rural. El Carlismo era el alma de España, que se resignaba a morir. En cambio la revolución sí se puede decir que fue una revolución urbanita, nacida en las logias e impulsada por una nueva clase burguesa enriquecida por las desamortizaciones.
El programa de este curso ha incluido un amplio repaso a la historia y el presente del mundo rural desde el punto de vista espiritual, demográfico, social, económico, agrícola y político.
P. Gabriel Calvo Zarraute: El alma de España. Evangelización y abandono
La primera ponencia, a cargo del prestigioso sacerdote e investigador Gabriel Calvo, se centró en la crisis espiritual y el doloroso abandono del mundo rural que contrasta con la brillante evangelización de los paganos de la antigüedad. Existen una serie de fechas históricas que son el preludio de una gran crisis. Tal vez la más dañina y la más olvidada es la serie de desamortizaciones que destruyeron los conventos, las misiones populares y que casi acabaron con esa élite espiritual que eran las órdenes religiosas. En tiempos más recientes la fecha más dramática es la de 1959, fecha del primer plan de estabilización franquista en la que una apuesta por la industrialización provocó las primeras grandes oleadas de inmigración dirigida a los suburbios de las zonas industriales. En los años 70 se sumaron tres graves crisis que provocaron un derrumbe sin precedentes, especialmente acusado en el campo: la crisis social de la industrialización, la crisis política del fin del régimen de Franco y la constitución, y la crisis religiosa del postconcilio.
En la actualidad existen parroquias en las que los únicos libros que se utilizan son los de entierros. Las perspectivas en cuanto al número de sacerdotes o de conventos son negras. El impresionante patrimonio católico distribuido por todos los rincones de nuestro territorio corre peligro de ruina en una especie de nueva auto-desamortización. Actualmente se está produciendo una retirada más o menos ordenada y a veces un simple abandono del mundo rural por parte de la Iglesia. Se trata de una dura realidad que es necesario asimilar sin endulcorantes si se quiere enfrentar de forma libre. ¿Estaremos, en fin, en los tiempos que describe el Catecismo en sus puntos 675 y 677? No se sabe. En cualquier caso nuestra obligación es la lucha, no el triunfo.
José Antonio Ruiz de la Hermosa: Crisis demográfica y sustitución en la España vacía
El sábado por la mañana, la segunda ponencia fue dirigida por José Antonio Ruiz de la Hermosa, investigador y divulgador que centró su intervención en un análisis demográfico y de población española. Ante la repetición alarmista de "la España vacía" Ruiz de la Hermosa comenzó su intervención asegurando que España siempre ha estado vacía. El problema es que ahora está peor distribuida, y que se ve amenazada por varios desórdenes. La gesta de la Reconquista o la misma construcción de la América hispana se llevaron a cabo con una población peninsular de apenas cinco o seis millones de personas. Las guerras antiguas, la Reconquista, la constante emigración hacia América y Europa, la mortalidad elevada... impidieron un crecimiento sostenido de nuestra población. Los períodos en los que la población crece a un mayor ritmo son el siglo XVIII y el siglo XX. La situación actual está protagonizada por modelos de transición que han amortiguado la despoblación como es la costumbre de la segunda vivienda (o la casa de verano en el pueblo) y, más recientemente por el enorme reto que supone una inmigración desordenada. Inmigración especialmente problemática la de religión musulmana por razones evidentes, y que está siendo alentada de forma suicida por unos políticos que no obedecen al bien común de los españoles sino a intereses oscuros de poderes internacionales.
Pilar Esquinas Rodrigo y José Manuel Sanz Burgos (Acuaiuris): La guerra del agua
Llegados a este punto del Foro, el ánimo de los asistentes iba oscilando entre la depresión y la preocupación. La intervención de los promotores de la Asociación Acuaiuris consiguió despertar en los oyentes el enfado y la indignación. Con la simpatía y profesionalidad que les caracteriza, Pilar y José Manuel fueron desgranando los distintos frentes que han ido descubriendo en su lucha ejemplar contra los traficantes del agua, contra los políticos corruptos y contra los "ecolojetas" falsos, expertos en la creación de negocios con dinero público. Gracias a sus explicaciones pudimos entender de primera mano como todas las medidas que tienen que ver con la presunta alerta climática tienen una nula base científica; cómo el derribo de presas es real y está provocando un grave empobrecimiento basado en la teoría absurda de la restauración fluvial; cómo la obsesión de los nuevos líderes mundiales es someter el agua a las leyes del mercado y controlarla mediante el negocio de las depuradoras, las tuberías, los contadores y las embotelladoras; cómo las confederaciones hidrográficas y todas las instituciones del agua han perdido su carácter profesional independiente en manos de políticos corruptos. La trama que hay detrás de todos estos hechos, y otros más como son el expolio de las energías llamadas renovables o la amenaza de las granjas de datos, fue cobrando forma al analizar el asunto de las falsas declaraciones de sequía, una figura legal que, en manos de gobiernos sin escrúpulos, les permite actuar a su antojo y de forma dictatorial.
Tertulia de agricultores: gente de campo y sentido común
Tras la comida, servida en el mismo centro de Toledo, las sesiones de la tarde fueron abriendo el debate y la búsqueda de herramientas para hacer frente a la destrucción del mundo rural. Una simpática tertulia, que contó con la participación de Luis Gil, José Luis Palacín, Marisa Pena y Juan de la Cruz San Román, nos demostró que aún hay mucha gente de campo que sigue en pie, trabajando día a día, conscientes de la infinidad de trabas a las que se enfrentan, pero, al mismo tiempo, dispuestos a dar la batalla en defensa de una forma de vida que es mucho más que una situación laboral. Valiosos testimonios directos sobre la situación del campo en Cantabria, en Aragón, en Albacete o en La Rioja que fueron además enriquecidos por las aportaciones del público.
Mesa redonda final: tradición y despoblación
En la mesa redonda final, a la que se incorporaron Javier Garisoain y José Antonio Gallego, consejero de la Comunión, se hizo un repaso de los asuntos tratados o apuntados y se trató de aportar algo de luz sobre posibles soluciones o, al menos, sobre cuáles podrían ser las formas más eficaces y convenientes de lucha, aquí y ahora, para defender el tesoro que es la España rural, sus gentes, sus formas de vida, su espiritualidad, sus tradiciones, su patrimonio y su economía que, al fin y al cabo, es el sustento material del que viven o deberían vivir los españoles urbanitas.
A modo de conclusiones, entresacamos los siguientes consejos o vías de acción en forma de decálogo:
1. Hay que conocer la verdad. De nada sirve denunciar los últimos desmanes del gobierno o recordar la última tractorada si no se acomete una visión de conjunto de los problemas de la España rural. Esa visión general exige remontarse al origen del proceso revolucionario liberal que es el padre de todas las ideologías que han venido después.
2. Hay que difundir esa realidad y denunciar todos y cada uno de los ataques que recibe el campo: las mentiras del cambio climático antropogénico, el negocio de los grupos ecologistas, la rapiña de los fondos de inversión, la burocracia creciente que asfixia a autónomos y pequeñas empresas, la falta de libertad generalizada que aplasta con normas abusivas cualquier emprendimiento.
3. Hay que formarse en la lucha legal, organizar talleres de derecho activista para aprender a usar las leyes vigentes contra los enemigos de lo rural.
4. Hay que meterse en política. Eso quiere decir concretar el compromiso y actuar dejando de lado cualquier tentación individualista o derrotista. Desde el concejo o la cooperativa hasta la política electoral convencional queda todavía mucho por hacer.
5. Hay que abrir los ojos a la sociedad. La responsabilidad del Carlismo no pasa por postularse como un partido más que vuelva a caer en los mismos errores de la partitocracia. Nuestra misión es hacer ver a la gente, y a los distintos grupos que luchan cada uno a su aire, que el debate no es izquierda o derecha. Que tampoco se trata de elegir entre democracia o dictadura. Más allá de esas trampas del sistema es preciso entender que las soluciones no vendrán de ningún partido sino de los mismos españoles cuando comprendan que ya existía libertad antes del liberalismo, sociedad antes del socialismo, comunidad antes del comunismo o ecología antes del ecologismo. Cuando lo comprendan y se pongan manos a la obra con imaginación y confianza.
6. Hay que volver al campo, pero volver de verdad. No para ser teletrabajadores urbanitas desterrados sino para implicarse de verdad en las formas de vida rurales y en las buenas tradiciones que aún perviven.
7. Hay que sostener, recuperar o crear auténticas comunidades, luchando para que sean cada vez más autónomas o libres en economía, en educación, incluso en autodefensa.
8. Hay que buscar, conocer y apoyar todos los núcleos de resistencia que estén ya actuando: disidentes individuales, grandes o pequeñas instituciones, iniciativas "guerrilleras" de toda clase.
9. Hay que prepararse. Para lo que pueda venir, o para lo que va a venir.
10. Hay que confiar en la Providencia. Hemos hablado de España, de esa España rural que es todavía en muchos rincones un testimonio de la España católica. No se trata por tanto de emprender una pura lucha material, pues sin un auténtico Ideal, sin la luz espiritual que aporta el Evangelio no habrá forma de defender esa España rural que amamos.
Y así, con estos ideales y propósitos, es como concluyeron los debates. Después de una excursión nocturna y cena compartida extramuros de Toledo concluyó el día más intenso del foro.
Por último, el domingo, después de la Santa Misa, celebrada en la iglesia de los PP. Carmelitas, un grupo de foristas se trasladó tal como estaba previsto al parque PUY DU FOU donde pasaron unas horas disfrutando del mejor parque de España. Una iniciativa que merece todo nuestro aplauso por haber sabido juntar con sensibilidad y rigor la enseñanza de nuestra mejor historia y el entretenimiento familiar para todos los públicos.
La hermana realidad es la realidad de las cosas. La verdad. Y es el servicio a la verdad lo que nos enfrenta a todas las ideologías, al relativismo, al voluntarismo caprichoso y a la mentira.
Y a más cosas. Porque esto es muy grande. A esta guerra natural en la que se baten nuestros pobres cerebros embotados hay que saber que se superpone un enfrentamiento espiritual, cósmico, porque Dios es el Dios de la verdad, aunque duela, y los demonios son siempre mentirosos, para halagarnos.
Si la Fe que nos ofrece el Evangelio tuviera fisuras o negara cualquier verdad nadie podría alcanzar la conversión. Porque nuestra fe es exigente y verdadera, en tanto que las ideologías de Satán ofrecen explicaciones simpáticas y falsas. Uno no lo entiende todo al abrazar la fe. No lo abarca todo, porque esto no va de saltos mágicos y porque somos limitados. Lo que sí hace el hombre de fe es empezar a entender. Porque siguiendo a Quien es camino y vida se descubre cada día una nueva parte de verdad.
Tal vez lo mejor de todo sea que la verdad elimina los miedos. ¿Qué es lo que tememos sino las sombras, las traiciones y los sustos? La luz en cambio, la fidelidad, la confianza... despejan todos los temores. Amar la verdad es como estar en casa. De ahí viene el típico descaro que caracteriza a los santos y a los mártires.
¿Quieres conocer la verdad y vivir sin miedo? ¿Quieres ser auténtico? Entonces elige la pastilla correcta y sé libre. Todo lo demás te hará siervo de una matrix terrible y mentirosa.
No se si es que los algoritmos de internet la han tomado conmigo o si es que la presente moda de propaganda estoica es tan fuerte como parece. No dejan de llegarme en twitter ristras de consejos básicos para machos alfa y recetas para tener una voluntad de hierro.
Todo eso está muy bien. Es lógico que la evidente blandenguería progre esté dando lugar a una ola creciente de neoestoicismo. ¿Será el típico mecanismo pendular de la historia mediante el cual los tiempos de crisis y decadencia acabarían produciendo hombres fuertes?.
Llegados a este punto es inevitable recordar la ingeniosa y un tanto fatalista cita del ex-marine y novelista estadounidense Michael Hopf: "Los tiempos difíciles crean hombres fuertes; los hombres fuertes crean tiempos fáciles; los tiempos fáciles crean hombres débiles; y los hombres débiles crean tiempos difíciles".
Estas palabras dicen la verdad pero no toda la verdad. Más parecen escritas por un budista oriental que por un cristiano. Lo cierto es que en la historia, en el mundo y en la naturaleza existen muchas cosas cíclicas -el huevo, la gallina, el huevo, la gallina...- pero no todo es circular. Hay un principio y hay un final. Hay una esfera y hay una cruz tal como nos lo enseñaba Chesterton. Hay un alfa y un omega.
Ojo por tanto con la amnesia del alma que nos está haciendo olvidar a Aquel que nos trajo la Gracia y el Espíritu y que se encarnó en la historia para romper con los ciclos de la fatalidad pagana. Ojo con el neoestoicismo. No somos hijos de Marco Aurelio o de Séneca sino de Pablo, Agustín y Aquino. Que el mundo de las ideologías haya enloquecido sobre las viejas ideas del Evangelio no nos da derecho a confiar nuestra vida a la oscuridad de los sabios precristianos.
Los cristianos conocemos bien esa tentación voluntarista, porque hemos tenido y tenemos aún aquí la amenaza del pelagianismo. O la del semipelagianismo, con las secuelas traumáticas que vienen asociadas al rigorismo, al conservadurismo, al puritanismo o, en su versión más extrema, al fariseismo.
Cuidado con la exageración de la voluntad, el amor propio y la testosterona. Bien están la reciedumbre, la hombría, y el vivir como adultos, pero no olvidemos que al final no nos salvaremos sin confianza, sin fe, sin caridad, sin abandono y sin infancia espiritual. Porque como bien dice la sabiduría del pueblo cristiano, al final de la jornada el que se salva sabe, y el que no, no sabe nada.
Alguna otra vez he escrito sobre esto pero hay que insistir en ello.
El mundo moderno está empeñado en crear estructuras impolutas sin importar la podredumbre que contengan. Cree supersticiosamente que dejará de haber corruptos cuando el sistema perfeccione al máximo sus métodos científicos de control. Y no se da cuenta de que una manzana podrida hace más daño a las demás cuando es trasladada con sus compañeras a una perfecta caja hermética que si se mezcla con las sanas en un viejo cesto roto y aireado. No se da cuenta de que las flores más hermosas crecen cuando hay estiércol y que mueren cuando se les obliga a crecer en un ambiente estéril.
En el mundo tradicional, y de forma especialmente vigorosa en la tradición de los países católicos, nos enseñaron que el foco no había que ponerlo en la perfección de las estructuras sino en la de las personas.
Porque el mandato de Jesús fue "sed perfectos" y no "cread estructuras perfectas". Hay que luchar contra las "estructuras de pecado" -que decía San Juan Pablo II-, sí, pero no soñando con estructuras impecables. Las estructuras deben permitir y facilitar la perfección de las partes y de las personas -basta con eso- y no convertirse en aquellos sepulcros blanqueados que por fuera relucen como los palacios de cristal de Bruselas y por dentro están llenos de basura.
Aunque este mundo es imperfecto está hecho para dar cobijo a la perfección. Por eso lo grande suele ser feo y lo pequeño hermoso. Cualquiera de las grandes cosas que nos rodean son imperfectas y desequilibradas cuando se contemplan en su conjunto, pero albergan en su seno maravillosas perfecciones. Así es como son las cosas.
Uno de nuestros varios problemas políticos, y no el menor, es el desmadre de un funcionariado invadido por la inmoralidad y la falta de vocación. Hay demasiados funcionarios, sí, porque si no trabaja mas que una tercera parte de ellos tendrá que haber muchos para que esa tercera parte sea suficiente.
Si es usted funcionario y se está enfadando conmigo al leer esto significa que no nos estamos entendiendo. Enfádese usted, pero no conmigo. No mate al mensajero.
Estoy hablando de una lacra real. Y ante ella unos -los de los partidos progre-socialistas- huyen hacia adelante y siguen contratando personal pensando que si bien es verdad que no van a trabajar lo que deberían, al menos así se incrementará la masa de estómagos y votantes agradecidos. Otros, por reacción a esta inmoralidad general, caen en la tentación de soñar un mundo sin funcionarios. Grave error. Los funcionarios son necesarios. Son imprescindibles para el buen gobierno de una sociedad compleja. Lo que hace falta es que sean buenos funcionarios, que trabajen motivados, que cobren sueldos dignos... Se les tiene que exigir, lo mismo que se exige a cualquiera en un negocio particular. Y se les tiene que poder echar cuando no cumplan.
¿Quedan aún buenos funcionarios? Sí, y seguramente son más de los que parece. Lo que pasa es que no consiguen trabajar como quisieran porque se tienen que sentar físicamente al lado de compañeros vagos y quejicas. Si yo fuera director general de algo habilitaría una oficina separada para ellos, para los que de verdad quisieran ganarse el jornal.
Y no solo eso, respetaría más su experiencia y su poder de decisión. ¿Soy muy crítico con los funcionarios? Sí, soy exigente... ¡porque quiero que sean ellos los que gobiernen! Creo que debieran ser ellos, personas entregadas, preparadas, con vocación, con afán de servicio, los encargados de llevar el peso del gobierno en el día a día y no lo que tenemos ahora, esas hordas de asesores y enchufados que entran y salen de los ministerios o consejerías, cada cual con su capricho y su ocurrencia, de la mano del partido ganador.
Generalizo, pero no demasiado, si digo que hay departamentos de la Administración en los que el funcionariado es apenas una sombra. Un ejército medio inútil para el que se mantienen las oficinas y sobre cuya inoperancia deciden los políticos electoralistas contratando o externalizando las tareas cuando de verdad quieren sacar algún trabajo adelante. Cualquiera que haya tratado con alguno de los tentáculos de la Administración sabe a qué me refiero.
En realidad lo que ha pasado con los funcionarios es lo mismo que pasó hace dos siglos con los reyes legítimos: se ha producido una usurpación. Lo que se le está exigiendo al funcionario número uno (el jefe del estado), es lo mismo que se espera de todos los demás servidores públicos: que sean como robots, que firmen lo que les pongan por delante, que no rechisten, que cobren y que miren para otro lado. ¿Quién, con un mínimo de dignidad, aguanta eso?