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24 oct 2022

El sexo de los ángeles


Cuentan que la civilización bizantina se derrumbó entre otras cosas cuando, en vez de hacer lo que tenían que hacer, se dedicaron a discutir sobre el sexo de los ángeles. Tenían a los turcos a las puertas de Constantinopla y se perdían en chorradas... Pues ahora estamos parecido. Tenemos también al Islam -más grande y más expansivo que aquellos turcos- esperando la caída de Occidente como fruta madura, como fruta podrida, mientras nuestros líderes se hacen un lío ya no con la teología sexual sino con la pura y más básica realidad biológica. Tenemos en la vieja Europa una sociedad envejecida, débil, suicida, sumisa hasta el ridículo, atea y nihilista hasta el autoodio. ¿Y hemos de soportar que ahora mismo el debate del momento sea la trifulca entre las viejas feministas y los progres LGTBP-trans-woke?

Leo en Twitter a un pobre hombre, que se las da de médico científico, argumentando que "el sexo puede ser fenotípico, genotípico, cromosómico, cromatínico, biológico, hormonal, sentido, cerebral, jurídico, etc"... Y yo que pensaba que todo era más sencillo, un mundo de damas y caballeros, de chicos y chicas y ya está... Un mundo en el que todo parecía indicar que el sexo y la reproducción tenían alguna misteriosa relación entre ellos. Y lo cierto es que algo debía de haber porque si no ¿a qué ha venido tanta desgracia? Se empeñaron en desligar reproducción de sexualidad y al final se están quedando sin reproducción y sin sexualidad. Niños in vitro como mucho. Y sexo virtual y poco más. ¿Era ese el final de su maravillosa revolución hippie? ¿Suicidio demográfico e insatisfacción sexual? Vidas vacías, sin futuro y sin amor: esto es lo que han conseguido con su locura antinatural. 

Y hablando de locuras. De cosas como la mutilación genital occidental que perpetran cirujanos sin conciencia. ¿Qué hacemos con ellos, ellas o elles cuando están arrepentidos después de una operación de "cambio de sexo"? ¿Les ignoramos? Lo cierto es que nadie puede arrepentirse de cambiar de sexo porque no es posible cambiar de sexo. De lo que se arrepienten algunas personas es de que les hayan amputado las mamas o el pene. Eso sí que tiene que ser dramático.  

Así que no, no creo que haya que entrar en el juego de hablar en términos científicos, ni médicos, ni bioquímicos de estas obviedades. La ciencia no tiene nada que ver con el rollo trans, ni es preciso recurrir a ella para denunciar absurdeces. La idiotez de poner la voluntad por encima de la realidad no es un tema científico sino de puro sentido común. Cuando les digan que la hierba es verde no se pongan a discutir. Dejen que sea misma realidad de las cosas la que hable. Porque lo que no sospechan todos estos teóricos del nihilismo antropológico es que el mundo seguirá rodando sin ellos cuando se extingan, como -salvando las distancias- fue capaz de seguir su camino sin los pobres bizantinos. La gente normal les acabará olvidando como olvidó a los cátaros y a todas las sectas estériles. Id preparando vuestra despedida. Adios progres. Adiós hippies.

20 oct 2022

Carta abierta a los políticos españoles


Estimados colegas, 


Recién estrenado como presidente -en una segunda etapa- de la antigua Comunión Tradicionalista Carlista me dirijo a vosotros por si tenéis a bien escuchar alguna de mis razones. Ya se que la política actual se ha convertido en una especie de comida rápida para consumo de encuestas y memes electorales. Ya se que cualquier cosa que os pueda decir os va a sonar a filosofía rancia. Por eso os envío una carta abierta, porque me dirijo a vosotros con la intención de que me escuchen también todos aquellos que, sin querer, se ven arrastrados de alguna forma por vuestras poses, vuestras sonrisas y vuestros teatros. 

A los del PPSOE, a los políticos profesionales, ¿qué os podría decir un profesional político? No me pidáis medias tintas. Vosotros sois el sostén de un régimen decadente, adoradores de las ideologías de cada momento; de una cáscara que se aguanta gracias al dinero que extraéis sin piedad de las clases medias y endeudando a nuestros hijos; de un entramado partitocrático que no responde a los intereses de los españoles sino a los de vuestros verdaderos jefes, esos que os han encomendado la explotación de esta próspera colonia; una tiranía cada vez más descarada que triunfa por la fuerza, para servir a intereses extranjeros y a ideologías cada vez más locas.  

En cuanto a los que presumís de ser de izquierdas ¿sabéis cuál es vuestro problema? ¡Que soñáis con ser protagonistas del cambio y no sois más que la avanzadilla de los futuros conservadores! Daos cuenta que no habéis venido para acabar con el sistema, sino para dar pleno cumplimiento a la constitución del 78. Vaya un saludo cordial si sois todavía rojos como los de antes, de los que aún seguís pensando en términos de justicia social, hartos de la hipocresía liberal. Es una pena ver cómo han sabido reconducir vuestro rencor y vuestro pequeño odio, hacia ridiculeces como el ecofeminismo, el animalismo o las ocurrencias "woke". Ojalá hubiérais podido superar aquel ateísmo puritano que os inculcaron los apóstoles de la Revolución para poder encontrar la belleza de la fe que vive, y hace feliz a la gente, a veces un tanto escondida debajo de la hojarasca de las formas, los miedos y el antitestimonio hipócrita de algunos cristianos. Vosotros no lo sabéis pero es la fe, la confianza en Dios, la renovación de la tradición, lo único que podrá vencer tanto vuestro odio como el miedo de vuestros adversarios derechistas. 

Permitidme unas palabras también para vosotros, los aprovechateguis que tratáis de pescar en el río revuelto de la partitocracia, los que alimentáis chiringuitos territoriales, engañando a la gente con falsas etiquetas de denominación de origen. Todos vosotros, que os hacéis llamar nacionalistas, ¿qué clase de nación defendéis si ni siquiera os alegráis de los nacimientos? Vosotros no habéis venido para engrandecer ninguna de nuestras patrias, no habéis pensado jamás en liberar a nadie sino en esclavizar a los habitantes de cada uno de los trocitos de España de una forma aún más minuciosa, más cercana, más exhaustiva. Os hacéis llamar separatistas y sois como los perritos falderos del NOM, los sicarios de la uniformización máxima, de la homogeneización cultural universal, de una tiranía que mata cualquier libertad. Sois los más listos. Y sois los más dignos de lástima. 

Por último, a ver qué os digo a vosotros, eternos sufridores, señores conservadores. Vosotros habéis visto, lo mismo que nosotros, que la cosa no va bien. Son loables todos los esfuerzos que hacéis por frenar las consecuencias a que nos está llevando aquello que al principio no os parecía tan mal. Hay que frenarlo todo, de acuerdo. Pero sería estúpido frenar para consolidar el mal camino. Si se frena ha de ser para corregir el rumbo, para ocuparse del timón, para dejar los miedos y el malminorismo, para construir una moral de victoria que permita a España, a nuestras regiones -patrias chicas- y a nuestra Hispanidad entera -patria suprema- ser ellas mismas, fieles a su tradición. Superaréis el miedo cuando echéis por la borda una constitución que fue una traición a nuestra identidad. Dejaréis todas las hipocresías cuando abandonéis esa falsa monarquía que solo sirve para dar una apariencia respetable a la pocilga política. Y seréis lo que somos, católicos e hispanos, cuando os atreváis a romper con la alianza antinatural que tan vergonzosamente nos ata a los intereses yanquis. 

Aquí estamos, en fin, los carlistas y también todos aquellos que, por encima de todos los matices legítimos propios de la imperfección política, comparten con nosotros el ideario de la España tradicional, el de nuestros clásicos. No estamos solos. Nos acompañan al servicio del bien común, y del sentido común, muchos otros políticos anónimos, funcionarios de carrera, concejales independientes... personas de bien que entienden la política como servicio.

Aquí seguimos los carlistas, en pie, no para presentarnos como un partidito más, con sus promesas o sus candidatos maquillados, sino, sencillamente, para levantar una bandera limpia en medio del barro. Una bandera de unidad, que es tan nuestra como vuestra, porque la verdad y el bien son de cualquiera que los respete. Lleva desde hace dos siglos bordado el lema de "Dios - Patria - Rey". Cuando queráis podéis venir a por ella. 

Javier Garisoain
Presidente de la Comunión Tradicionalista Carlista

13 oct 2022

Hablando de género en los colegios (La niña que tenía sombra de chico)


Hace unos días nos vimos desagradablemente sorprendidos cuando nuestro segundo hijo -10 años-, trajo del colegio un libro que nos parece inapropiado por su enfoque general de la sexualidad, por la edad de los alumnos a los que va dirigido y por el contexto en el que se propone la lectura.

El libro se titula "Julia, la niña que tenía sombra de chico", de Christian Bruel y Anne Galland, ilustrado por Anne Bozellec. Se trata de un libro ya antiguo, publicado por primera vez en Francia en 1976. Esto es lo que bajo el título de: "Doce libros LGTBI para niños y niñas tolerantes" decía de esta obra un artículo del Diario Público:

"Dentro de la literatura que aborda la transexualidad infantil, Julia, la niña que tiene sombra de chico trata del sentimiento de rechazo e incomprensión que muchos niños sienten cuando no se comportan como la sociedad espera. Aborda los estereotipos de género, la aceptación personal y la necesidad de encontrar un amigo que nos apoye cuando tenemos ganas de hacer desaparecer esa sombra que no encaja en los que otros quieren que reflejemos."

El libro se enmarca pues -aunque muy temprana y sutilmente- en la corriente de lo que luego ha venido en llamarse "ideología de género" y que considera que la sexualidad humana no se sustenta en la distinción biológica y genética entre hombres y mujeres sino en meras construcciones sociales que, menospreciadas como imposiciones puramente convencionales y totalmente relativas deberían dejar paso a la pura voluntad del individuo. El tono del libro parece suave pero detrás de una poesía aparentemente inofensiva plantea la cuestión de la llamada "identidad de género" de una manera cuando menos confusa. Sus autores podrían haber explicado a los jóvenes lectores cómo dentro de cada sexo existe un amplio abanico de posibilidades y que, por ejemplo, no es necesario ser el prototipo de "princesa Disney", delgada, presumida, pasiva... para ser mujer. Podrían haber argumentado que se puede ser plenamente mujer siendo fuerte, decidida y hasta algo descuidada en el cuidado personal, porque todo eso es parte de la variedad de la vida misma. Debido a lo temprano de su publicación, el libro no llega a entrar en dogma de la transexualidad, pero escogido ahora en nuestro colegio, con la excusa de "un caso cercano", es una lectura que no clarifica las cosas sino que crea más confusión. 

El diálogo quizás más problemático del libro es aquel en el que la niña protagonista, llena de dudas sobre su identidad, se encuentra con un niño que tiene su mismo problema y la conclusión a la que llegan es tremenda: "-Yo creo que se puede ser chica y chico al mismo tiempo. No me gustan las etiquetas. ¡Tenemos derecho! - ¿Tú crees? - Por supuesto que tenemos derecho." El diálogo tiene su parte verdadera pues ciertamente, como venimos diciendo, ni todos los chicos tienen que ser Rambo ni todas las chicas Blancanieves. Pero de ahí a poner en duda la misma identidad sexual precisamente cuando el carácter del sujeto no encaja con el maldito estereotipo "de género" hay un salto cualitativo muy arriesgado. Este libro, como es de 1976, resuelve el dilema con la ridiculización de las imágenes tradicionales (niña bien peinada, chico recio) pero, leído en 2022, cuando está en puertas una aberrante ley trans que prescinde hasta de cualquier opinión médica, se entiende que es un texto que abre la puerta al caos.

Lo peor del libro no es por tanto el libro en sí mismo sino el hecho de que, según se nos ha explicado en el colegio, se haya escogido para alimentar un debate sobre "una realidad" pero ¿de qué realidad estamos hablando?. El debate sobre la transexualidad, especialmente el de la transexualidad infantil es, a día de hoy, un debate ideologizado y altamente polémico y sería deseable que al menos quedara fuera de la escuela pública en virtud de la neutralidad que esta dice mantener. Se nos ha dicho que la escuela es "inclusiva". Perfecto. Pero esa bella palabra no justifica la más mínima toma de partido en un asunto como la llamada "teoría queer" que, repetimos, está envuelta en la polémica y con razón. Recientemente el médico psiquiatra Celso Arango, una de las mayores autoridades en la psiquiatría actual ha afirmado en una entrevista en el diario El Mundo que la ligereza con la que se está afrontando esta cuestión está provocando 

"una explosión, un boom, un incremento exponencial de adolescentes que dicen ser trans, muchos por moda, y no lo son. En nuestra unidad de hospitalización, si habitualmente teníamos uno o dos adolescentes que decían ser trans al año, ahora lo manifiesta el 15%, o 20% de los ingresados. Obviamente no es una cifra normal, no responde a la realidad". Dice además que: "Mezclar el género con el sexo, y dar la imagen de que uno puede elegir el sexo que tiene... No, es una locura. Uno, o es XX, o es XY. Vive como quieras, pero el sexo es el que es, y los médicos tenemos que saber cuál es el sexo de una persona, porque los tratamientos en ocasiones son diferentes dependiendo de uno u otro". 

Los datos nos dicen que más del 70% de los casos de transexualidad infantil no llegan a consolidarse y sus protagonistas se vuelven atrás en la adolescencia. No se trata por tanto de verdaderos casos de disforia de género sino de una manifestación de inestabilidades afectivas propias de los años de pubertad, agravadas cuando existe una desestructuración familiar. Es difícil establecer el daño que esta "moda" -alentada, también, por ciertas lecturas en ciertos colegios- puede ocasionar en los niños más débiles.

De todas formas, hablando de inclusión... ¿para cuándo la inclusión de las familias numerosas, o las católicas? Dicen que "es una realidad de la que hay que hablar". ¿Pero por qué hay que hablar en el colegio de un caso de presunta transexualidad y sin embargo no sería posible hablar de otras realidades de nuestro entorno en las que además tienen protagonismo destacado, año tras año, varios alumnos del colegio como son, por ejemplo, las primeras comuniones? ¡Ah, no, eso no, eso no es inclusivo ni merece consideración! ¿Por qué?

Los primeros responsables de la educación afectivo-sexual de nuestros hijos somos los padres. No podemos renunciar a esta obligación que es, además, un derecho fundamental. Al enviar a nuestros hijos a un colegio público asumimos que, renunciando a un ideario de centro acorde a nuestras convicciones, van a recibir una enseñanza más o menos "neutral". Así es como queremos que se mantenga, especialmente en asuntos polémicos como el presente.

Recordando a Luis Hernando de Larramendi


Agradezco a la Junta de Gobierno de la Comunión Tradicionalista Carlista el honor que me ha brindado de poder hacer ahora este recuerdo de nuestro amigo y correligionario Luis Hernando de Larramendi. Sin duda, comenzar nuestro decimocuarto Congreso evocando la memoria de dos grandes como fueron Luis Larramendi y José Miguel Orts es un gran acierto y les felicito por ello. Estoy convencido de que si ambos estuvieran aquí este congreso iría como la seda. Así que deseo de corazón que este recuerdo en el arranque de nuestros debates nos ayude a separar el trigo de la paja y que puesto que no gozamos ahora de su consejo y buen hacer tengamos al menos hoy y mañana cuando tengamos que decidir dónde está lo mejor para nuestra Comunión una pregunta en los labios: ¿Qué habría hecho José Miguel? ¿Qué habría hecho Luis?

Dejo la semblanza de José Miguel en las buenas manos de Pepe Monzonís y me ocupo, tal como me han encomendado, de la persona entrañable de Luis. ¡Qué distintos uno del otro, José Miguel y Luis! ¡Y qué parecidos, hermanos gemelos en el mismo Ideal!

Tengo la satisfacción, además, de poder llevar a cabo una pequeña revancha y así corregir ahora el error que seguramente sin malicia alguna y creyendo añadir un elogio más a su figura cometió el padre celebrante del funeral de nuestro querido Luis cuando le calificó de "romántico carlista". Luis era carlista, tenía por tanto un Ideal, captó a la perfección en sus poemas su "halo romántico y de leyenda". Pero no era un romántico. Insisto, sé que aquello se dijo como intentando añadir uno más en la larga lista de méritos del difunto. Pero también es verdad que, en el lenguaje popular decir romántico suele ser tanto como decir iluso, loco, idealista o soñador de causas perdidas.

No es ese el Carlismo que Luis nos enseñó. El no era, no quería ser, un mero soñador sino un católico práctico. Cuando soñaba con algo era para intentar luego convertirlo en realidad. Y lo mejor de todo es que cómo era constante y tenaz ¡generalmente lo conseguía!. Nunca le vimos ni lamentarse ni acomodarse, sino que por el contrario era de los que dedicó sus talentos en la búsqueda activa de soluciones para los males del mundo. Ningún ejemplo más patente que el que nos dejó en sus últimos días, cumpliendo escrupulosamente con todos sus compromisos a pesar de su evidente deterioro físico, llevando el dolor y la despedida con una entereza que todavía nos conmueve. 

Repito ahora, pensando en la personalidad de Luis como "carlista fino", lo que ya he dicho en alguna otra ocasión: que el hecho de haber perdido todas las guerras no quiere decir que los carlistas no pensaran seriamente en ganarlas. Que el hecho de emprender batallas incómodas no quiere decir que se está loco sino que se está vivo. Que el hecho de no callar ante el poderoso no quiere decir que te guste ser perseguido, -Luis, estudiante en Madrid, fue arrestado, como tantos otros jóvenes carlistas y no se libró del correspondiente fichaje policial- sino que tu sentido práctico se enfoca en el largo plazo y no tanto en la mirada corta de quienes tan sólo piensan en salvar el pellejo. 

Luis, como todos nosotros, era profundamente realista. El amaba la realidad de las cosas. Desde los mismos placeres de la vida familiar, los viajes, las amistades o la vida cotidiana hasta las realidades empresariales, culturales o sociales en las que él ponía su granito de arena para restaurar su añorada España tradicional. El amaba todo eso que llamamos la Santa Tradición que no es un ideal imposible sino una realidad que hemos vivido, que hemos oído, que hemos visto y que hemos tocado.

Luis era uno de esos a mi me gusta llamar "carlistas finos". Y con esto no digo que fuera perfecto. Ya se que la perfección no existe en este mundo, y que ninguno de nosotros llegará al 100% de ese prototipo imaginario que podríamos llamar "carlista fino" pero, cada vez que recordamos lo mejor de uno de los nuestros, cuando destacamos sus virtudes como carlista, estamos contribuyendo a alimentar ese modelo que debería servirnos de inspiración. La vida de Luis, especialmente la vida "en carlista" de Luis, que fue la que guiaba sus trabajos en la vida pública y social, está llena de enseñanzas para los que queremos corregir nuestros errores y ser, unos cada vez más dignos representantes de la Causa.

Como ya he dicho, por encima de sus poesías, -o, mejor aún, además de sus poesías, que él mismo consideraba útiles herramientas o armas para acrecentar el amor al Ideal- Luis era un hombre comprometido y de acción. Por eso alentó y lideró durante muchos años, guiando los trabajos de su fundación familiar, el resurgir de la bibliografía sobre Carlismo. Por eso estaba siempre presto al consejo ecuánime, y al favor generoso.

Luis, además, tenía ese instinto político propio de las grandes familias de "carlistas finos". Su abuelo Luis y su padre Ignacio supieron inculcar en él unos criterios firmes que siempre le ayudaron a distinguir lo accesorio de lo sustancial. Luis era intransigente en la ortodoxia, en ese núcleo depurado de convicciones que recoge nuestro trilema y que siempre procuró mantener libre de ideologizaciones, de aderezos barrocos o de conservadurismos. Precisamente era la firmeza de sus convicciones carlistas la que le permitía codearse sin miedo con personas, instituciones o ambientes "impuros". El sabía que el Carlismo no está hecho para ser conservado en una vitrina. Ayudó al conocimiento de nuestra historia, y hasta impulsó la conservación de nuestro patrimonio material museístico, pero eso no lo hacía para ocultar un tesoro sino para darlo a conocer al mayor número posible de personas. 

En relación con esto hay que recordar que todos los que le conocían sabían que él era carlista. Porque Luis no solo no lo ocultaba sino que esperaba la primera ocasión, cualquier mínima referencia al tema en cualquier conversación, para sacar a relucir su lealtad más íntima. Lealtad que, por cierto, siempre trató de encarnar en los descendientes de la dinastía legítima. Por eso, cuando tuvo ocasión se preocupó por fomentar el conocimiento mutuo, por restaurar las rupturas o por aminorar un alejamiento en los principios, que vivía con dolor. 

Luis era un tipo conciliador, dialogante, respetuoso y en general tranquilo. Ya hemos dicho que no era un romántico exaltado sino un hombre práctico, de esos que saben que más vale maña que fuerza. No tenía enemigos y no creo que fuera solo por gozar de un carácter bonancible. No creo que fuera enemigo acérrimo de esas "tonterías" de las que hablaba Carlos VII, o de cualquiera de las mediocridades que nos acechan por todas partes por mera flojera espiritual o por la comodidad que se disfruta quedando fuera de las discusiones. Yo pienso que él sabía que más se gana atrayendo voluntades que cultivando enemistades. Y en las cosas del Carlismo, él sabía, que no son tiempos de lanzar bravuconadas sino de dar un testimonio. 

Por temperamento, y también por las mismas circunstancias que le tocaron en suerte, no fue Luis lo que diríamos un político sino más bien un pre-político. El se movía como pez en el agua en los ambientes culturales, académicos, empresariales, sociales... y lo mismo disfrutó con las publicaciones sobre Carlismo; guiando a través de los años su prestigioso Premio Larramendi de historia; impulsando la aventura épica del Capitán Etayo (¡qué alegría para la Comunión poder contarle entre los galardonados por nuestro premio Hispanidad Capitán Etayo!); apoyando el aterrizaje en Toledo del magnífico Puy de Fou, y tantas otras cosas buenas que pueden presumir de haber contado con su ayuda generosa. 

Recuerdo la conversación que tuvimos hace unos años, creo que en 2017, en la que declinó elegantemente postularse para la presidencia de la Comunión, agradecía nuestra confianza, se ofrecía para ayudar en lo que fuera posible, pero su agenda no dejaba hueco posible para dar un paso que le habría desviado de su vocación de mediador, de mecenas, de pre-político.

En su dimensión religiosa Luis era un hijo fiel de la Iglesia, nada más y nada menos. Y ese espíritu de "ni un paso delante, ni un paso detrás", tan carlista, unido a una vida espiritual que salta a la vista en muchos de sus poemas, alimentaba su confianza en Dios y en la conciencia de que por mucho que hagamos, por mucho que pataleemos aquí abajo al final, quien dirige la historia es el Señor. 

A El encomendamos el alma de nuestro amigo y correligionario. Agradecidos por el testimonio de coherencia que nos ha dejado, que pervive en sus hijos y nietos, y que siempre nos acompañará a este pueblo carlista que pudo ser vendido, pero nunca fue vencido, que sueña con una España tradicional, gobernada por un rey de verdad y que lo quiere hacer trabajando al estilo de Luis Hernando de Larramendi, con el Ideal marcando el rumbo y con los pies en la tierra. 

10 oct 2022

Pensamiento navarro: intergeneracional


Intergeneracional
(Por Javier Garisoain) -

Me ha llegado este precioso texto escrito por un jesuita observador a quien agradezco su sabia reflexión:

"La madre se inclina sobre el carro de su bebé. Le pasa por encima una pelota perseguida por colegiales. Al fondo, una pareja joven revuelve su café mañanero en el bar. Miran cómo ejecutivos trajeados cruzan la calle, adelantando a un anciano silencioso con su periódico bajo el brazo… En cada instante del día a día, es posible ver todo el camino de la vida desde el niño que fuimos hasta el viejo que seremos. ¡Curiosa forma que tiene el presente para ayudarnos a comprender lo que somos! (¡un abrazo!) Paco Pepe sj"

Recojo ahora el testigo y me permito añadir otra reflexión que podríamos llamar urbanística, política o sociológica.

Esta escena mañanera que describe el buen jesuita ¿dónde podríamos localizarla? Hace algunos años podría estar ambientada en cualquiera de nuestros pueblos o en cualquier barrio de cualquier país occidental. Ahora mucho me temo que no sería tan fácil encontrarla. Porque se habla mucho de diversidad y de acoger al distinto pero mientras tanto nos hemos cargado la riqueza social más básica que era la convivencia intergeneracional. No hace mucho las plazas, los jardines, los bares o las iglesias eran puntos de encuentro familiar. En ellos compartían espacio y tiempo los niños, los jóvenes, los adultos y los ancianos. Ahora, cuando coinciden, lo hacen de forma casual en sus respectivos desplazamientos, como si fueran especies diferentes. Existen barrios y pueblos envejecidos en los que no hay jóvenes. Urbanizaciones recientes en las que no hay viejos. Ciudades hostiles en las que no puede haber niños jugando. Rincones apartados reservados para la gente joven. Y no, no es una pura tendencia natural. Esta disgregación, este auténtico desastre comunitario, ha sido buscado y querido expresamente por todas las políticas antifamilia que llevan décadas publicándose en el BON y en el BOE. No es casualidad. No era inevitable. Esta fractura social es el fruto averiado que ahora recogemos tras una siembra dañina. 

No se rindan. Busquen los ambientes, los comercios, los eventos familiares, las cosas normales y de toda la vida. Existen, y necesitan su ayuda. 


8 oct 2022

Historia del racismo


Los anglosajones y las culturas norteñas en las que nació el racismo contemporáneo se asombran cuando se dan cuenta de que otros muchos pueblos, los mediterráneos de forma distinguida, nunca hemos menospreciado a la gente por el color de su piel. El Islam, por ejemplo, nunca dio la menor importancia a cuestiones raciales. Cuando aniquiló a otros pueblos fue por no someterse y punto. Los romanos lo mismo, esclavizaron a los débiles y a los vencidos, no según criterios étnicos. 

En realidad, tomando un poco de perspectiva, es fácil ver que el racismo es un fenómeno muy limitado en el tiempo y que su origen se encuentra principalmente en la soberbia racionalista y cientifista del Occidente ilustrado y masónico. El racionalismo solo cree lo que ve, sólo acepta lo que entiende. Si sólo existe la materia entonces el hombre es un puro animal y, como tal, objeto de clasificación. Así, de la misma forma que hay vacas superiores, tendría que haber razas humanas más perfectas. Pero el racista puede aún empeorar las cosas cuando se le ocurre trasladar el concepto bíblico de pueblo elegido y empieza a pensar que los rostros-pálidos son la raza superior. La más higiénica, la más culta y la mejor vestida. 

Es muy curioso ver cómo una especie de mala conciencia heredada mantiene ahora en guardia contra cualquier brote racista a los hijos de aquellos que inventaron el racismo. Ahora estamos en una fase de arrepentimiento y vergüenza de los ilustrados racistas. Se han dado cuenta de la ridiculez e injusticia de sus tesis y bandean en la dirección contraria. Como para compensar. No se dan cuenta de que el antirracismo es igual de ideológico que el racismo. En realidad el antirracismo no es lo que dice ser. No ataca las causas del racismo sino que es otra especie de racismo que rechaza todo lo que no sea mestizo o mezcolanza multicultural. Las razas existen, como las estaturas o las gorduras. No se trata de negarlas sino de ponerlas en su lugar, entendiendo que ni la piel, ni la grasa, ni la longitud del fémur... ni la lengua... hacen a nadie mejor. 

Por tanto los hijos de los racistas, en vez de pasarse a una ideología antirracista ridículamente revanchista harían bien en estudiar de dónde vino el racismo de sus abuelos y en renegar de las causas que lo forjaron: el racionalismo y el naturalismo.

Acuérdense de todo esto la próxima vez que un poli gringo se ponga nervioso y salgan entonces a la calle los zombies del black lives matter a liarla. 

¡Hijos de la Gran Bretaña! dejen sus prejuicios enfermizos. Si aquí, en España, miramos con recelo al moro no es por la piel que tengan sino porque algo sabemos de la historia. El racismo, cuando ha entrado en el ámbito hispano o en cualquier país católico ha sido por contaminación del racionalismo liberal y por obsesiones cientifistas como las derivadas del darwinismo. El racismo -y el consiguiente antirracismo- en los viejos pueblos católicos es como el jalogüin, una adherencia que nos ha infectado muy recientemente a través de Hollywood y su bazofia audiovisual. Dejen de pasarnos sus locuras. Ni nos interesaba entonces su racismo, ni necesitamos ahora su antirracismo. Cuando más indios mataron los españoles fue, de niños, en el siglo XX, jugando a indios y vaqueros por culpa del supremacismo que enseñaban desde su cine. No nos transmitan ahora su mala conciencia con ridiculeces como la de contemplar cuotas raciales -hada madrina morenita, o elfa negra- en sus teleseries. Pasen página, y dejen a cada persona y a cada pueblo que sean lo que son. 


7 oct 2022

El machismo que crece

Acabo de oír al presidente del gobierno, compungido y llorica como cuando quiere dar pena, diciendo que lo de los insultos machistas que se han producido en cierto colegio mayor de Madrid son un hecho "inexplicable, injustificable y repugnante". 

Mirad, progres, lo que de verdad os duele es comprobar que lleváis años lavando el cerebro a niños y jóvenes con vuestros rollos feministas igualitaristas y sin embargo el machismo no sólo no se reduce sino que va a más. Lleváis décadas ridiculizando la caballerosidad, el pudor y la inocencia. Os reís del lenguaje respetuoso y de las normas de buena educación. Permitís y alentáis la blasfemia, el mal gusto y la pornografía... ¿qué podía salir mal?

Lo que necesitan los jóvenes desnortados a quienes habéis convencido de que la moral es un cuento es algo tan rancio como que se les enseñe a respetar a las chicas. Si les decís que son como ellos mismos, y les quitáis las normas morales, las aplastarán sin compasión. Además, lo propio del gamberro juvenil es golpear la moral farisaica del momento -que ahora mismo es vuestra inmoralidad aberrosexualista- para ver si por fin os escandalizáis por algo. No hace falta ser antropólogo para darse cuenta de que todo esto es un simple gesto de falsa valentía, una especie de rito de paso de lo más cutre. Pero la culpa es vuestra. 

Cría cuervos y te sacarán los ojos. ¿Pensábais de verdad que íbais a lograr ángeles benéficos impartiendo una educación hedonista y sin respeto a la autoridad o a la moral? Progres, ahí tenéis a vuestros hijos: machistas perdidos. Y suerte si no os salen neonazis para fastidiar. Se cosecha lo que se siembra. No quisisteis educar en el respeto a la autoridad, ni a la tradición, ni a la feminidad y por eso aquí tenéis un desorden creciente y a vuestros jóvenes más perdidos que nunca. A ver ahora cómo lo arregláis a base de multas, policía y más feminismo. Lo dudo.  

6 oct 2022

Los milagros


Los milagros. ¿En qué se diferencian de la realidad, de la vida misma? Las cosas que nos rodean no nos parecen milagrosas sólo porque aparecen poco a poco. Toda la creación es una sucesión de milagros a fuego lento. Si se te apareciera un hijo de dos años de golpe ¿no creerías en Dios? ¿Y sin embargo dudas sólo porque tarda 33 meses en formarse? ¿Las plantas, sólo porque son más lentas que nosotros nos parecen inofensivas y poco milagrosas? Si las acacias surgieran de la tierra como rayos viviríamos en un terror permanente. De hecho la imagen de la liana atrapando la pierna de un incauto es un clásico en los relatos fantásticos. 

Aceptamos el "big bang" como milagro, aunque nos cueste decir esa palabra para denominar al supuesto único evento inexplicable por la ciencia. Después de eso todas nuestras otras explicaciones "racionales" no son mas que palabrería vacía. De alguna forma nos tranquiliza distraernos catalogando las fases evolutivas de la existencia: gametos, mórula, embrión... huevo, larva, ninfa... mesozoico, paleozoico, precámbrico... Y nos parece que cuanto más se alargan esos listados más se difumina el inquietante milagro que separa el ser del no ser. 

Todo es milagro. Porque todo, en realidad, -hasta los mismísimos ateos- podría no haber existido. Las ovejas nos parecen necesarias para poder comer costillas de cordero o para fabricar una bufanda. Pero cuando no hay ovejas comemos otras cosas y nos abrigamos con algodón. No existe nada necesario. Todo es gratuito. Todo es un regalo. No está bien decir que el hombre sea la medida de todas las cosas como si tuviéramos algún mérito en ello. Pero sí que, de alguna manera, todos experimentamos el hecho de que este planeta, su temperatura media, sus espacios naturales y sus recursos parecen haber sido pensados por Alguien para que poco a poco vayamos los humanos prosperando sobre su superficie. 

Todo es milagro. Y si a veces no nos lo parece es solo porque Dios nos da los regalos cuando no miramos, o entrando de puntillas mientras dormimos.

1 oct 2022

Para ser felices


Escuchad jóvenes: la felicidad no está en tener lo que se quiere sino en querer lo que se tiene. Lo que se tiene y lo que se es y, en general, lo que te ha tocado en suerte. El 99% de todo lo que somos o tenemos es don. Nos viene dado, a veces como regalo, a veces como lastre. Seamos agradecidos y sepamos aceptar la realidad de las cosas. Solo así seremos felices.

La autodeterminación, esa exageración fanática de la libertad, es mentira. Quienes te la predican lo hacen porque te quieren desarraigado y despojado de cualquier identidad. Unos te querrán sin propiedades, otros sin moral, otros sin raíces como un paria trashumante. Pero tu patria es la que es. Para bien y para mal. Tu sexo, tu carga genética, tu herencia material o cultural, tu familia... son lo que son. Podrás crecer, tendrás que mejorar, pero nunca lo lograrás partiendo de cero.

No estoy predicando el conformismo ovejuno, ni la flema británica, ni la inactividad taoísta. Mucho menos caigamos en la típica tesis hedonista que confunde la felicidad con la ausencia de problemas. Se puede ser feliz y sufrir al mismo tiempo: hablen con cualquiera que haya ganado un maratón. Así es la vida. Seréis felices cuando luchéis contra los problemas asumiendo la realidad. Y seréis muy felices cada vez que deis con alguna solución.

Me dice un buen amigo que podría concretar aún más el mensaje diciendo que "quien se acerca más a la felicidad es quien menos peca". Tiene toda la razón, y esto concuerda con lo que vengo diciendo porque, al fin y al cabo, ¿en qué consiste el pecado sino en dejar de amar lo que tenemos para desear lo que no tenemos? La Ley Divina se resume en dos mandamientos -"Amar a Dios sobre todas las cosas" y "amar al prójimo como a uno mismo"-. Dios, las cosas, el prójimo y uno mismo. Cuatro amores que van in crescendo de este modo: el amor a todas las cosas (a la realidad), el amor a uno mismo, el amor al prójimo y el amor a Dios. Sólo podemos pecar por tanto de cuatro maneras: cuando no aceptamos la realidad, cuando negamos nuestra identidad, cuando nos desligamos del prójimo y cuando rechazamos a Dios. Existen cuatro caminos que son un mismo camino: el amor a la verdad, la aceptación de lo que somos, la caridad con el otro y la alabanza a nuestro Creador: ese es el camino de la felicidad.