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18 sept 2021

Amar incluso a los amigos



Hay católicos tan celosos del amor a los enemigos que no reservan ni amor, ni comprensión alguna hacia sus amigos. La frase es mía pero inspirada por un cura catalán llamado Félix Sardá. Él había estudiado a conciencia las distintas especies de liberalismo y conocía la típica incoherencia de los católicos liberales, tan blandos con los herejes, tan duros con sus hermanos ultramontanos.

Los mandamientos del amor incumben a toda la humanidad ¿pero no sería deseable que fuéramos nosotros, los cristianos, sus más fieles cumplidores? ¿No deberíamos tener grabado a fuego aquel primitivo elogio del "mirad cómo se aman"? 

El sorprendente mandato de amar a los enemigos está ahí, y hay que cumplirlo. Pero me parece no tendremos enemigos de verdad a quienes amar mientras no amemos al próximo. Amar al lejano no suele generar ni problemas ni enemigos. Porque la distancia todo lo difumina.

El verdadero reto del cristiano -el más difícil- es querer el bien del vecino. Solo cuando sepas amar de verdad a aquel que ves empezarán a surgir los enemigos que no ves.

Resumiendo el asunto con un criterio cronológico (y si algún teólogo pasa por aquí y percibe alguna herejía que me lo diga, por favor). La cuestión es que tienes que amar: primero, a Dios; segundo, a tí mismo; tercero, al próximo como a tí mismo; y cuarto: a los enemigos. 

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