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28 ago 2021

Consecuencias históricas




La historia de las naciones tiene unos ritmos que escapan a las luchas de partidos y a las vomitonas ideológicas. Van más allá de los intereses personales de los políticos trileros y mucho más allá del horizonte electoral que mueve a la partitocracia. Eso que los derechistas más alarmistas llaman la "gran sustitución", o sea, la invasión demográfica y cultural que están sufriendo las viejas potencias coloniales europeas está directamente relacionada con decisiones que se tomaron hace casi dos siglos.

Los pueblos tienen pecados y virtudes pero sus cielos y sus infiernos no están más allá sino aquí mismo, y suelen parecerse mucho a eso que llamamos consecuencias.

Las colonizaciones europeas, salvo honrosas excepciones, fueron depredadoras, racistas y esclavistas. Los ingleses presumían de conocer a los clásicos grecorromanos pero a la hora de la verdad se dedicaron a imitar a fenicios y vikingos.

Los colonialistas franceses por su parte, siempre haciendo las cosas más complicadas de lo que son, algo debieron errar para acabar siendo expulsados como perros de indochina, de Argelia, de Costa de Marfil... Y eso por no mencionar el infierno de Haití que dejaron en su parte maldita de La Española.

Se mire como se mire, aunque viva uno empachado de leyenda negra, la Hispanidad brilla aún más cuando se comparan sus resultados prácticos con los de las otras formas de expansión europea que conocemos. El esclavismo que practicaron los europeos modernos, por ejemplo, ni siquiera tenía que ver con la brutalidad primitiva de los paganos sino que fue un neo-esclavismo, racionalista, utilitarista y racista, o sea, dotado de un aire científico. (Por cierto: "neo-" no suele significar nuevo sino peor. Casi siempre).

Pero he hablado de consecuencias. Hechos que se acumulan para anunciarnos uno tras otro la muerte del Occidente que conocemos. Creo que lo que esta aconteciendo en Europa no responde a un malévolo plan neocomunista que quería aplastar el paraíso liberal burgués sino que se trata de las puras consecuencias de malas ideas y de malas acciones.

Malas ideas que han vaciado a las naciones europeas. Vacío literal porque han hecho perder a los europeos hasta el gusto por vivir y dar vida. Y malas acciones que han creado legiones de pueblos rencorosos.

Una de las ironías mas sangrantes es que los cabecillas del rencor se han criado todos ellos en las universidades, ejércitos y logias europeas. Desde Gandhi, hasta Bin Laden, pasando por Idi Amin. ¿Qué clase de complejo autodestructivo fue el que les enseñaron sus maestros europeos? 

En la gran historia de los imperios los hay constructores e integradores como Roma, el Austro-Húngaro, la misma Rusia o la Monarquía Católica hispánica y depredadores racistas como los demás pequeños o grandes neoimperios. Lean a María Elvira Roca. Y cuando digo constructores e integradores no quiero decir perfectos. Lo que quiero decir es que sí, que es posible y sano establecer comparaciones. Porque conforme va pasando el tiempo la gran historia pone a cada uno en su sitio.

14 ago 2021

Internet: burbujas y discusiones



No permitáis que las redes sociales os encierren en la burbuja selecta de los que piensan como vosotros. Sed agradecidos con los que os lleven la contraria. Discutid sin enfados siempre que podáis. Buscad la verdad.

No todas las redes sociales electrónicas funcionan igual. Algunas, como Facebook o Instagram, son amables, blanditas y confortables. No permiten que nada altere la comodidad del usuario pero eso no significa que respeten tu libertad sino que su manipulación es más sutil, como la muerte de la rana que es cocida a fuego lento para que no salte.

Las burbujas confortables, los refugios seguros, es mejor procurarlos en la vida real, en la familiar y de amistad. Fuera hay un mundo inmenso que necesita nuestro testimonio. Y ojo, que también necesitamos adversarios, y hasta enemigos, para no ensoberbecernos. Quien tiene un enemigo tiene un tesoro.

Twitter es algo diferente, lo que más me gusta de la aplicación del pajarito azul es que aun es posible encontrar ahí gente dispuesta a contrastar opiniones contrarias. Y sin insultar al otro. No se cuánto durará porque entre la censura y los algoritmos todo conspira para que crezca la polarización. Pero al menos por nosotros que no quede.

En sociedades revueltas y plurales como la nuestra es muy importante que existan espacios comunes para hablar, y para tratar de descubrir entre todos aquellas cosas que nos unen, que las hay. No me gusta el revoltijo cultural, creo que el pluralismo exagerado nos está conduciendo directamente a una dictadura que intentará poner orden. Sería mucho mejor vivir en una sociedad cohesionada en torno unos grandes principios solidos. Pero las cosas son lo que son. 

Las redes sociales de internet empezaron siendo una especie de plaza pública virtual pero poco a poco las van adulterando para que los usuarios tengan cada vez un menor contacto digital con sus vecinos y compatriotas que piensan diferente. Eso en los bares de pueblo no pasaba. Hay que ser realistas y, a falta del bar del pueblo, twitter te permite hablar de todo, incluso de religión y política con vecinos que no son de tu cuerda. 

Es verdad que hay que tener paciencia, y no digo que no bloquees al que se pase de la raya, pero también hay mucho pobre que necesita tu ayuda para pensar y para darse cuenta de sus errores. Además... a veces el pobre eres tú.

9 ago 2021

¿Somos anarcos los carlistas?



No me acostumbro a que los llamamientos más insistentes al orden, la prudencia y el cumplimiento sumiso de las normas estén viniendo de los que hasta hace cuatro días eran hippies, contestatarios, gentes subversivas, marginales, filoetarras o insumisos. Me he criado en la Pamplona de la kale borroka y se de lo que hablo. Hay cuadrillas que antes preparaban cócteles molotov y ahora se han especializado en hacer leyes y decretos.

Y no me refiero solo al COVID con todo su vaivén de preceptos farisaicos. Una vez conquistado el poder, alcanzada una hegemonía cultural, el "prohibido prohibir" de los perroflautas del 68 ha sido cambiado por el "prohibido disentir".

Esto demuestra dos cosas: que todo ese culto a la rebeldía de las tribus urbanas que se ensalzaba como el colmo de la libertad mientras unos y otros se dedicaban a socavar los últimos principios de la cristiandad era una impostura. Y, en segundo lugar, que al final toda sociedad necesita, como siempre ha afirmado el pensamiento tradicional, un "unum", una misma fe común. Un ideal al que servir como pueblo, aunque sea mentira.

Ahora que ya, definitivamente, somos nosotros los rebeldes no mintamos como ellos. No olvidemos nunca que la contrarrevolución no es una revolución de signo contrario sino que consiste en hacer lo contrario de la revolución. Dejemos claro que nuestra insumisión es sólo una herramienta para destruir su tiranía. Porque nuestra vocación es la de levantar de nuevo una civilización cristiana. Que somos gente pacífica y que nos gusta construir.

Soy carlista. Pertenezco a una vanguardia que lleva 200 años levantada en armas y en almas contra el orden mediocre que instauró con mentiras la revolución liberal. Nosotros podríamos por tanto, no sin motivo, erigirnos en el prototipo del rebelde, del justiciero solitario, del anarco. Sin embargo, salvo por alguna inevitable adherencia romántica, los carlistas no hacemos de la protesta el núcleo de nuestra acción. No queremos engañar exigiendo una libertad disoluta y genérica en la que no creemos. No somos anarquistas. No podemos sentirnos halagados por las caricaturas que nos pintan como el loco trabucaire que siempre está enfadado, siempre contra todo y contra todos. No es verdad. Nosotros no somos los que viven exagerando e idolatrando la libertad, nosotros queremos un buen gobierno.

Sépanlo aquellos que sonríen ante la imagen entrañable del carlista cascarrabias. Nosotros no nos contentaremos con ser una minoría más o menos tolerada. Nunca nos rendiremos. Nosotros queremos una reconquista plena y todo lo que no sea eso serán escalas necesarias, pausas inevitables. Y aquél orden con el que soñamos no estará al servicio de ninguna ideología... o volveremos a sublevarnos. Estará presidido por la justicia, para que haya libertad y nadie tendrá que presumir de anarco para defender su dignidad frente al poder porque el poder estará en su sitio, limitado por encima por la autoridad y por debajo, por el servicio.

Por algo Valle-Inclán comparaba al Carlismo con una catedral. Porque la inmediatez de nuestra sublevación a la contra no nos impide soñar con lo que ha de venir después. Porque nuestro horizonte no es tanto la destrucción imprescindible de las estructuras de pecado sino la reconstrucción de un orden cristiano. 

7 ago 2021

Apartheid sanitario



El término apartheid (separación en afrikaans) ocupa en la cosmovisión progre uno de los círculos de su particular diccionario infernal junto con las palabras dictadura, segregación, fascismo y otras parecidas. Aquella legislación racista de raíces protestantes estuvo vigente en Sudáfrica hasta 1992 y todo parecía indicar que nada, nunca, podría volver a justificar su rehabilitación. Sin embargo, ha tenido que llegar la menos letal de las grandes pandemias de la historia para que los políticos del sistema globalista hayan empezado a pensar en dividir de nuevo a la gente en ciudadanos de primera y de segunda. Los primeros son aquellos que cumplen todas las normas y se inoculan sin rechistar aquello que prescribe el gobierno. Los segundos, los parias, los nuevos apestados, leprosos asintomáticos, son aquellos que -por la razón que sea- no disponen del pasaporte covid. Son los nuevos simpapeles y no podrán ir al circo. 

¿Se acuerdan de cuando se crucificaba a un empresario si se le ocurría despedir a un empleado con SIDA? ¿De cómo se podía llegar a estigmatizar a un propietario por negar el alquiler a una persona seropositiva? Pues bien, ya se dan casos (acaban de hacerlo con empleados de la televisiva CNN) de despidos a personas por carecer de la documentación sanitaria que identifica a los "buenos ciudadanos". Y no solo se trata de empresas particulares. El nuevo apartheid está obteniendo el visto bueno de los tribunales y ahora son los propios gobiernos los que empiezan a cerrar el acceso a los espacios públicos a aquellos parias que no lleven la marca adecuada en la frente.

Malos tiempos para la libertad, para la igualdad y para la fraternidad. Muy malos cuando las ideologías que eclosionaron en 1789 se sienten tan fuertes que ya no necesitan disimular sus malas intenciones con bellas y vacías palabras.

5 ago 2021

La crisis demográfica y los viejos del PSOE



Joaquín Leguina, prototipo de viejo socialista asustado, ha conseguido colar este lacrimógeno titular en la prensa: "Que haya pocos niños crea soledad". Leguina, que además de ex-empleado del PSOE es demógrafo, ha sido fichado por el CEU para ocupar el cargo de Director del Observatorio Demográfico. Se supone que con el objeto de ser una voz que alerte y denuncie las desastrosas políticas demográficas y antifamilia que nos han llevado a la situación actual. 

Es evidente que con este nombramiento la universidad de la Asociación Católica de Propagandistas no buscaba un ejemplo de coherencia sino presentar un figurón que aún conserva cierto gancho periodístico. Pero la cosa no deja de ser chocante porque, si nos paramos a pensar un poco, decir PSOE es lo mismo que decir pornografía, anticonceptivos, divorcio, feminismo, aborto e ideología de género. O sea que si hay que buscar algún culpable de la crisis de nupcialidad y natalidad que asola nuestra patria es el PSOE, bien acompañado por la leal oposición malminorista, quien se lleva la medalla de oro. 

Leguina, que ha sido durante décadas un pez gordo en la organización socialista dice ahora que "es preciso influir en la esfera política y empresarial" o que "necesitamos una política para que las mujeres puedan cumplir ese deseo (de tener más hijos de los que tienen)". ¡Arrepentidos quiere Dios! Pero arrepentidos de verdad, no caraduras. ¿Quiere el Observatorio Demográfico del CEU llamar la atención de los medios? Pues en su próxima rueda de prensa saquen otra vez a Leguina, pero vestido de saco y con ceniza en la cabeza.

¿Un año sin don Juan Carlos?



Dice la radio que llevamos un año sin don Juan Carlos. No. Don Juan Carlos nunca estuvo entre nosotros o, al menos, no desde 1978. Nunca fue uno de los nuestros. Juan Carlos de Borbón desapareció entonces, cuando más falta hacía, cuando era el titular de todos los poderes del Estado como sucesor a título de rey por el general Franco, y cuando decidió hacer dejación de todas sus responsabilidades en manos de la partitocracia naciente. Cuando abandonó su alta misión de defensor de los débiles y decidió ponerse al servicio de la plutocracia. 

Aquello no fue una transición sino una transacción. Don Juan Carlos, sin ser rey legítimo -porque no lo era-, tenía de hecho en sus manos el futuro de una España diferente, un tanto adormecida, pero más auténtica que esta España descreída, resabiada y depresiva del siglo XXI. Todos sus discursos grandilocuentes del servicio a España, del amor a la Patria, de la entrega al bien común de los españoles se vinieron abajo a la primera dificultad. Juan Carlos optó por la vía fácil y rápida. "Yo me quito de en medio y allá os las apañéis" -les vino a decir a los nuevos politicastros-. Por eso lo que él ha hecho y lo que hace ahora su hijo no es reinar, porque rey sólo es el que rige. El llamado rey constitucional está ahí, ocupando los cuadros oficiales, tan sólo para dar un aire de respetabilidad al sistema. Ese era el pacto. Para eso es para lo que servía el "rey". 

Y por eso ahora no le perdonan sus chanchullos. Porque un trato es un trato, incluso entre mafiosos. El papel de la nueva monarquía hueca era aportar respetabilidad y lo que al final ha hecho Juan Carlos hace que la gente vea que todo esto -todo el sistema- es muy, pero que muy poco respetable. 

El coche eléctrico no arranca



Lo del coche eléctrico parece que no cuaja. Las cuentas no salen. ¿De dónde podría salir la electricidad necesaria para mover todo el parque automovilístico actual? ¿De quemar en grandes centrales el mismo petróleo que ahora se va quemando poco a poco en cada coche? Para ese viaje... Y eso sin entrar en otros graves problemas aún no resueltos como son la financiación de unos vehículos caros; los puntos de conexión que resultará difícil o imposible poner al alcance de cualquiera; o hasta el reciclaje de las baterías y otros componentes altamente contaminantes. A corto plazo el vehículo eléctrico podría quedarse en algo así como los cochecitos del golf, un capricho para algunos. 

La respuesta de nuestros políticos es la de siempre: la huída hacia adelante. Vender la burra aunque la burra ya lleve un tiempo muerta. Cuando existe un empeño ideológico la realidad es lo de menos. Lo que no saben es que la realidad siempre, siempre, se acaba imponiendo. En este asunto caótico de la movilidad más valdría estudiar los problemas con un poco más de humildad, dejar de lado los tintes electoralistas, dar prioridad a la libertad de las familias y dejar trabajar a los expertos, que los hay. 

El silencio atronador de los médicos


El pasado 29 de julio se publicó en Navarra el Decreto Foral 71/2021 "por el que se crea la Comisión de Garantía y Evaluación de la prestación de ayuda para morir de la Comunidad Foral de Navarra y el Registro de profesionales sanitarios objetores de conciencia para realizar la prestación de ayuda a morir". Tanto eufemismo ñoño provoca arcadas. "Prestación de ayuda para morir" lo llaman. 

Supongo que en el resto de comunidades autónomas harán el mismo copia y pega demostrando una vez más que todo este rollo de las autonomías no es para defender peculiaridades regionales sino para ejecutar con mayor eficacia las normas totalitarias que vienen dictadas desde arriba. No, de Madrid, no, de más arriba.

Lo que no entiendo es por qué no se rebelan los colegios de médicos. Primero les imponen una ley que contempla el matar a los pacientes como una prestación sanitaria más. ¿Y encima a los que no estén conformes se les obliga a inscribirse en una lista? No señor. La lista, en todo caso, tendría que ser la de aquellos matarifes o verdugos que estén dispuestos a cobrar un sueldo por ejecutar mediante inyección letal a sus pacientes. Si yo fuera médico no me apuntaría en una lista de objetores porque el no matar a los pacientes es lo que va incluido en la profesión. Es la podredumbre moral de los que acceden a acabar adrede con la vida de sus pacientes lo que, en todo caso, merecería ser consignado en la lista de la ignominia. 

El silencio de los médicos en defensa de sus propios códigos éticos es atronador. Me temo que tendríamos que haber guardado los aplausos aquellos para los médicos que aún se atreven a denunciar el aborto, la eutanasia o la vacunación infantil. 

En fin, como paciente exijo que la lista de eutanasiadores sea pública. No me interesa la lista de los buenos médicos que quieran seguir siendo fieles al juramento de Hipocrates. Quiero saber quiénes son los malos, dónde viven y a qué se dedican. Quiero saberlo para curarme en salud, y para cambiarme de acera cuando me los encuentre por la calle. Por si acaso.