Páginas

12 ene 2024

... y con el mazo dando



Hace unos días, en conversación con algunos voluntarios de propaganda carlista surgió esta reflexión dedicada a aquellos que, a veces con la mejor intención del mundo, amputan al católico la dimensión social y política de su vida.

Es lo de siempre. Es eso que tan perfectamente resumió la sabiduría popular al decir "A Dios rogando y con el mazo dando". Es lo mismo que nos enseñan las famosas glosas emilianenses, testimonio temprano de nuestra lengua romance, cuando, en una oración dirigida a Dios dicen "Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz felices seamos". Resulta curioso ver cómo cierta clase de pietismo aparentemente ortodoxo y sano hace el juego al liberalismo más radical cuando bajo la premisa de poner a Dios en el centro se limita a ponerlo en el centro de cada agenda personal, en el corazón escondido del individuo, pero renuncia de hecho a colocarlo en el centro de la comunidad humana, en el trono de la soberanía social, o entre los pucheros, que decía Santa Teresa.

Nosotros, los Carlistas, decimos ¡Nada sin Dios! y con ello nos enfrentamos de raíz al naturalismo liberal que quisiera vernos a los católicos domesticados: piadositos en casa y neutros en la vida pública.

Católicos, despertad de una vez y enteraos que el enemigo número uno de la civilización cristiana, de las Españas y de la Hispanidad no es el fantasmón marxista sino el corrosivo liberalismo.

¿Vox como Ciudadanos?


Se van a cumplir cuatro años desde que escribí un articulillo titulado "El mejor Vox de la historia" así que no se dirá que no lo avisé. Que no había que emocionarse, que aquello de Abascal no era el inicio de ninguna reconquista.

Ahora algunos están diciendo que Vox va a terminar como Ciudadanos. ¡Pues claro que va a terminar como Ciudadanos! Empezó como ciudadanos, y siguió como Ciudadanos y por eso va a terminar como Ciudadanos. Lo raro sería que un partido político convencido de la necesidad de los partidos políticos no se comportara como un partido político.

Los carlistas llevamos 190 años estudiando cómo nacen, crecen, se reproducen y mueren los partidos políticos. Independientemente de las buenas o malas intenciones de sus jefes, de la rectitud o acierto de sus programas, los partidos son así. El caso de Podemos, por ejemplo, es de libro. Crecieron cuando apostaban por los círculos, las mareas y los movimientos asamblearios y se secaron cuando Pablo Iglesias decidió hacer un PCE 2.0.

Me dicen que, hombre, que ahora que están Sánchez y Puigdemont tan crecidos que no me ponga a criticar a la derecha. Lo que pasa es que mi misión como carlista es servir a España cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Los maquiavelismos para otros. Nosotros no nos alegramos de que se desinfle Vox en cuanto que actúa de freno al desastre, ojalá tuviera mucho éxito en esa tarea, pero alguien tiene que decir que no, que todo eso que llamamos "la derecha" es parte del problema. Que si seguimos intentando apagar el fuego con gasolina no arreglaremos nada.

Desengáñense. El pluralismo del que alardea el sistema constitucional es de mentira. Los que mandan de verdad han establecido en Occidente una bi-partitocracia, una dictadura bicéfala en cada territorio, porque es la forma que se les ha ocurrido de mantener un sistema totalitario con apariencia democrática. Los partidos son a la corrupción como las bandas organizadas al crimen. Son la institucionalización de los peores vicios del político. Por eso los partidos alternativos no suelen durar mucho. Porque las grandes mafias, como la banca, siempre ganan. Esto lo sabe cualquier politólogo que se pare a pensar un poco.

También los carlistas lo sabemos por experiencia porque hemos sufrido el morbo partitocrático cada vez que nos hemos asimilado a un partido liberal. O sea, cada vez que nos ha dado por mirarnos el ombligo. Por eso al final somos más de partidas que de partidos. Por eso a veces parecemos un poco anarcos. Por eso tenemos el "Todos unidos, no partidos" como uno de nuestros lemas favoritos. Por eso clamamos siempre por la unidad de todos los Españoles. Por eso somos monárquicos. Por eso decimos ¡Santiago y cierra, España! Por eso estamos siempre tratando de organizarnos sin adoptar los tics típicos de los partidos. Porque de lo que tenemos que liberarnos, en fin, los españoles no es de los partidos malos, sino de los partidos.

Yo ya sé que nunca viene bien criticar el malminorismo de derechas porque siempre habrá un amenazante mal mayor de izquierdas. Por eso al Carlismo le pasa como a todos los profetas, que acaba apedreado o expulsado por aguafiestas. Pero es que nosotros no somos otro partido más del rollo partitocrático de esos que esperan su oportunidad para entrar en el reparto del pastel electoral o algo así. Nada más lejos de nuestra intención. A los carlistas no nos importa el Carlismo, nos importa España.

6 ene 2024

Lo del muñeco



Lo del muñeco de Sánchez es una muestra más del nivel de cursilería y ridiculez que sufre el debate político en España. Si hubiera un apaleamiento de Sánchez yo sería el primero en condenarlo, pero apalear al muñeco de Sánchez es un desahogo tontorrón. Darle una importancia desmedida es primitivo e infantil como la superstición del vudú.

Sánchez, el presidente pingüino, se ha convertido en un muñeco de sí mismo. Una imagen acartonada, robótica y repeinada que es lo que le suele pasar a todos los autócratas con megalomanía. Tal vez sea por eso que todos los lameculos que pululan a su amparo ya no saben distinguir entre el Sánchez de carne y hueso y su efigie de cartón.

Si yo fuera Sánchez o alguno de sus miles de paniaguados estaría mas preocupado por buscar válvulas de escape a la presión que su política indecente está provocando, que por tapar las protestas lógicas contra su abuso de poder. Ya es bastante castigo soportar los desmanes de un mal gobierno como para que encima te prohíban quejarte por ellos. ¿Primero de pisan y luego te abofetean cuando gritas?

Sumen ustedes a estas consideraciones la aplicación flagrante de la doble vara de medir típica de la izquierda. La pesoe, en su estrategia clásica de hacer aspavientos por chorradas ignora con desparpajo y sin vergüenza todos los casos similares, como si no estuviera la hemeroteca llena que quemas de retratos y guillotinado de muñecos por parte de proetarras, separatistas o perroflautas. Eso no es justo y lo saben. Por mi parte bienvenidas sean todas las piñatas, vengan de donde vengan. No serán mala cosa si sirven para que el personal se desfogue aunque sea un poquito.