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17 feb 2022

¿Románticos carlistas?


Hace tres días, en una ocasión solemne que no quiero mencionar, haciendo el panegírico de un buen amigo y correligionario alguien dijo que era un "romántico carlista". Estoy seguro que ese recurso al típico tópico fue hecho sin malicia, como queriendo incluir uno más en la larga lista de méritos del homenajeado. Quiero aprovechar la ocasión para advertir que ese no tan inocente adjetivo puede también ser entendido como un menosprecio. Porque en el lenguaje popular decir romántico suele ser tanto como decir iluso, loco, idealista o soñador de causas perdidas. 

Como ustedes pueden suponer, no me agrada esta forma condescendiente de despacharse al Carlismo. Pero me preocupa aún más que seamos nosotros mismos, los propios carlistas, quienes nos lo hayamos creído. Bien está el reírse de uno mismo, pero no consintamos que otros caricaturicen a los nuestros.

No es ese el Carlismo que a mí me enseñaron. El Carlismo no es una escuela de soñadores sino la Comunión de los católicos prácticos. Es el ejército de aquellos que no se dedican a lamentarse o a acomodarse, sino que tratan por todos los medios de buscar soluciones a los males del mundo.  El hecho de haber perdido todas las guerras no quiere decir que no se pensara seriamente en ganarlas. El hecho de emprender batallas incómodas no quiere decir que se está loco sino que se está vivo. El hecho de no callar ante el poderoso no quiere decir que te guste ser perseguido, sino que tu sentido práctico se enfoca en el largo plazo y no tanto en la mirada corta de quienes sólo piensan en salvar el pellejo.

Los carlistas somos los herederos de los viejos realistas, y podemos ser llamados así por querer un rey bueno y, a la vez, por respetar la realidad de las cosas. Nuestro realismo, como el de Santo Tomás de Aquino, no es materialista porque incorpora a la realidad tanto lo visible como lo invisible. Ese es el quid de la cuestión: que nosotros servimos a un ideal, amamos cosas que no se ven, pero lo hacemos sirviendo a la realidad, amando una Tradición que hemos oído, hemos tocado y hemos visto.

4 feb 2022

Ridículo en el Congreso de los Diputados: el peor de los sistemas políticos tiene los días contados



¿El sistema político menos malo? ¿De verdad? La democracia, esta dictadura cada vez menos sutil que funciona aparentemente como una partitocracia pero que esconde una plutocracia criminal está empezando a ser amortizada. Dentro de poco ya no va a seguir siendo útil. Si todo sale según los planes de los globalistas y demás fanáticos ideologistas la gente está cada día más cerca de asumir el modelo chino que se basa simplemente en juntar lo peor del capitalismo con lo peor del comunismo. Un sistema en el que nunca falla el voto telemático. Un sistema en el que el gobierno nunca pierde. 

Lo que acaba de pasar en el Congreso de los Diputados es patético. El último capítulo de un circo con el que nos entretienen a la vez que nos toman por idiotas. 

Había una vez un gobierno que quería sacar adelante una ley (la reforma de la legislación laboral) pero no contaba con la mayoría suficiente porque algunos políticos de las taifas más díscolas estaban, como casi siempre, en plan aprovechategui. Sin embargo las cuentas podían salir si los dos diputados de UPN (de Navarra Suma en realidad: UPN+PP+Ciudadanos) se ponían del lado del gobierno. Para justificar esto la dirección de UPN mentía diciendo que la nueva ley les parecía estupenda. Aunque en realidad ya se sabe que había algún que otro trapicheo que luego ha salido a la luz como una reprobación al alcalde de Pamplona y algunas otras prebendas. Por su parte los del PP no decían nada porque en realidad tampoco estaban en contra de que la ley saliera adelante aunque por pura estética partidista no querían aparecer votando a favor del gobierno. Por eso animaron a los de UPN a descolgarse. Sin embargo la cosa se torció cuando los dos diputados de UPN (Adanero y Sayas) en un ejercicio de inconsecuencia democrática se olvidaron del dogma liberal que afirma que cada diputado encarna de forma inefable la soberanía nacional española. Dicen ahora que se deben a sus votantes, como si los navarros les hubieran obligado con un mandato imperativo cosa que está expresamente prohibida por la Constitución. Una prueba más de que los dogmas liberales no sirven para la realidad ni para cuando uno quiere obrar en conciencia. Para colmar el espectáculo va un diputado pepero que vota telemáticamente y dice que no sabe qué ha pasado, que el quería votar que no pero que ha votado que sí. Y resulta que ese voto es el decisivo para que las cosas salgan tal como quería el gobierno. 

Aplicando un poquito de lógica a todo este barullo las conclusiones podrían ser las siguientes: 

1. Si lo del diputado pepero ha sido un error evidente la votación debería repetirse. 

2.  Si no se puede repetir la votación quiere decir que en el Congreso, como ya en cualquier empresa, mandan las máquinas y los protocolos y no las personas. ("No, si yo te entiendo, tienes razón, pero el ordenador no me deja..." ¿no oímos esto cada vez más?)

3. Si no ha sido un error es que detrás del paripé de las votaciones hay una mafia de partidos títeres cuyos intereses están por encima de cualquier apariencia.

4. Si los diputados de UPN díscolos deben abandonar su escaño porque han desobedecido al jefe de su partido que asuman directamente los escaños los jefes de los partidos. Que voten todos telemáticamente. Así al menos nos ahorraremos la calefacción del Congreso.

3 feb 2022

¡Pobres perros!

Cartel de la dictadura perruna colocado en un parque de Villava (Navarra)


¡Pobres perros! No se imaginaban que equipararlos a los humanos iba a suponer para ellos un recorte de sus derechos animales a orinar, morder o excavar. Si yo fuera perro empezaría a dudar de si fue una buena idea la de dejarnos domesticar. 

El mandato originario que recibió Adán fue el de dar nombre primero y someter después a las bestias. La domesticación por tanto es un proceso naturalmente bueno y absolutamente "ecológico", porque está inscrito en nuestra propia naturaleza de domadores. Pero la locura y la pérdida inmoral de la razón son una pesadilla recurrente en nuestra historia. Aparecen siempre cuando se trastocan las categorías y empezamos a confundir al hombre con el animal. Cuando se bestializa al hombre institucionalizando la esclavitud, o permitiendo el canibalismo, por ejemplo. Pero también cuando se humaniza al animal fuera de las fábulas. Cuando se pretende salvar al lince antes que al niño, al huevo de aguilucho antes que al feto humano. Cuando se criminaliza la mismísima cadena trófica. Cuando se trata al perrito como a los hijos que no se quisieron tener. O cuando se deja la herencia al gato. 

Las bestias son bestias. Y los hombres son hombres. El mundo de Tolkien, o el de Walt Disney, con sus seres intermedios y sus animales parlanchines es divertido e instructivo, ciertamente, pero mucho mas confuso que el nuestro en este aspecto. Aquí no hay confusión posible salvo cuando triunfa el materialismo radical que es lo que está sucediendo ahora. Lo que está haciendo tambalear en nuestros días el sentido común, la nítida distinción entre animal y humano es el materialismo que, al prescindir del espíritu, solo considera la existencia de cuerpos mortales, o en el plano social, de ciudades que son poco más que colmenas.

¿Derechos de los animales? Sí, por supuesto. Los animales, lo mismo que las piedras, tienen un "derecho": el derecho a ser lo que son. Por eso los perros tienen "derecho" a orinar en los árboles, a ladrar y a enterrar huesos. Y por eso tienen "derecho" a ser perros o perras. ¿Qué clase de defensores de los animales son esos que niegan a los perros el "derecho" a reproducirse? ¿Cómo es posible que pasen por amigos del mejor-amigo-del-hombre aquellos que pretenden esterilizar o castrar a todos para que solamente se reproduzcan aquellos ejemplares designados para ello? ¿Sabían que según la nueva Ley de Protección de los Derechos de los Animales, queda prohibida la compra y venta de animales en las tiendas de mascotas y entre particulares?  Esto es una atrocidad contra los animales y un atropello a la libertad de las personas.  

Las ideologías progres son así, siempre mentirosas. No elevaron -por ejemplo- el promiscuo arrejuntamiento homosexual a la categoría de matrimonio para dignificar a los gays sino para rebajar los votos sagrados. Y ahora no reconocen derechos a los animales para proteger a la zoosfera, no, sino para animalizar a las personas.