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23 nov 2023

Lo de Milei



No voy a celebrar la victoria de Javier Milei en nuestra querida Argentina. Observo con atención la cosa. Y me divierte la frustración de los progres "zurdos", claro, pero Milei es parte del problema que pudre a la Hispanidad desde dentro.

Para defender la libertad no hacía falta el liberalismo. Lean el Quijote. Para los clásicos españoles ser liberal era simplemente ser generoso, no un snob melenudo blanqueador de la piratería. Apelar a la libertad en un discurso, en una campaña electoral o arengando a tus huestes como William Wallace está muy bien y queda de lo más fotogénico pero ¿qué dicen los hechos? ¿cuáles son las obras de la revolución liberal? La libertad ha sufrido más que nunca en estos doscientos años. Y si los liberales dicen que es por culpa del totalitarismo socialista harían bien en desechar el punto de partida que dió lugar al totalitarismo socialista. 

Hemos vivido el "triunfo de las democracias liberales" -Fukuyama dixit- y nunca ha habido tantas restricciones, leyes absurdas y cárceles como ahora. ¿Cómo es posible? Resulta que el liberalismo, como pasa con todos los -ismos, no tiene nada que ver con aquello que dice defender. El liberalismo es el naturalismo en política. Una ideología que amputa el sentido de trascendencia de los pueblos; que quiere recluir a la religión y la moral al ámbito de la conciencia personal o a la sacristía; que predica el individualismo egoísta y la desvinculación; que saca de quicio la libertad, y que crea por tanto las condiciones ideales para la tiranía. La consecuencia lógica de una libertad desquiciada es la llegada al poder de un tirano. Es una historia que se repite constantemente. 

Puede que Milei mejore algunas cosas. Mejorar la situación es fácil en teoría porque está todo tan por los suelos y tan corrupto que bastaría con un mínimo afán de servir al bien común de tu patria. El problema es que Milei por el momento se ha manifestado casi como más patriota de Israel y de USA que de Argentina. Veremos. Milei parece un verso suelto pero viene apadrinado por poderes igual de siniestros que los del socialismo americano. Aunque tuviera buenas intenciones, utilizar el liberalismo para acabar con los abusos y la corrupción del estatalismo es como echar gasolina al fuego. Soy un aguafiestas, lo sé. Pero en algún momento habremos de cerrar el ciclo y dar por concluida la revolución francesa y su filosofía de mierda. ¡Viva la libertad y abajo el liberalismo, carajo!



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