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2 mar 2022

En defensa de la neutralidad



Es lo que tienen las guerras. La tentación de tomar partido es muy fuerte. Sin embargo creo que la posición de España en la presente guerra de Ucrania debería ser de absoluta neutralidad porque, una vez más, esta no es nuestra guerra. 

Gracias a nuestra neutralidad contemporánea España se libró de las dos guerras mundiales. No somos conscientes de la bendición que eso ha supuesto en nuestra historia. Sería un momento precioso para dar gracias a Dios por haber librado a España de las dos grandes guerras del siglo XX, aunque leyendo opiniones belicistas se diría que algunos lo lamentan. Al abogar por la neutralidad no defiendo ninguna tesis ingenua o pacifista. España ha sido grande cuando ha sido fiel a sus propias batallas -que son las de la Cristiandad y la Hispanidad- y no actuando de comparsa, cipayo al servicio de intereses anglos.

Dicen que Ucrania nos necesita. Así es. Los ucranianos llevan muchos años necesitándonos. Algunos parece que se enteran ahora de que hay una guerra en Ucrania. ¿Dónde estuvo la condena internacional cuando era el gobierno de Kiev el que bombardeaba Donetsk y Lugansk? De todas formas, ¿quién dice que la neutralidad supone no ayudar a las víctimas? Ayudar sí, pero con medicinas, no con cañones. Hay cariños que matan: he visto en twitter varios perfiles con el símbolo nazareno, el que se puso de moda para identificarse con los cristianos irakíes, apoyando la entrega de armas a Ucrania -o sea, animando a prolongar la guerra- como si los rusos fueran un nuevo ISIS. Sin embargo en Siria no defendían una intervención armada para proteger a los cristianos. Me extraña. 

No estoy hablando por tanto de ignorar el conflicto ni de mirar para otro lado sino de entender, sopesar y tomar distancia respecto a las razones de uno y otro bando. 

Me caía simpático Putin cuando arremetía contra "el imperio de la mentira", el de los falsos pacifistas que tienen sus manos manchadas de sangre de Yugoslavia, de Libia, de Irak, de Siria... y me alegro todavía cuando dice que nunca dejará que entren en Rusia esas ideas -las locuras del aberrosexualismo- "que contradicen la propia naturaleza humana". Ahora bien, ¿era inevitable que llevara las cosas a este punto? ¿Por qué no ha limitado su intervención a las repúblicas separatistas del este? ¿Y hasta qué grado va a llegar su acercamiento a China? Nos faltan datos. Escasean las fuentes fiables. La desinformación y manipulación en el asunto de Ucrania está superando todo lo conocido. La realidad es que Rusia y Ucrania tenían un conflicto entre hermanos. Sus vínculos históricos y culturales son enormes. Ambas son parte de la Europa eslava. ¡Si hasta ambos, Putin y Zelensky, se llaman Vladimiro! Si alguien -la OTAN o la UE -quería ayudar a la paz tendría que haber mediado y no echar más leña al fuego. 

Ojalá fuéramos neutrales. Es verdad que, de hecho, no podemos serlo porque estamos en la Alianza Atlántica, así que de entrada el papel de cipayos de los anglos ya lo tenemos. Podría ser este un buen momento para recordar cómo entramos en la OTAN y de qué nos ha servido. Pros y contras... Tampoco estaría de más reflexionar en el camino que han recorrido los rusos -no sólo Putin- después de cerrar su largo paréntesis comunista. Hay muchas buenas enseñanzas ahí y haríamos bien en aplaudirlas. No vaya a ser que obcecados por la desnazificación de moda pongamos en peligro la feliz desovietización de Rusia. 

No sabemos, en fin, ni la décima parte de lo que pasa en realidad. Pero sí que vamos conociendo día a día los intereses que mueven tanto a los denostados oligarcas rusos como a los oligarcas de Bruselas, los Soros, los Gates, etc. Y mucho nos tememos que al final quien más pueda ganar sea el partido comunista chino. Ante este panorama la neutralidad es la postura más razonable. Y además es la postura lógica porque, pase lo que pase, ya sabemos que nuestro adversario será el bando ganador.

Hoy es miércoles de ceniza. Un día perfecto para recordar que todos nosotros, tanto los individuos como los imperios, no somos mas que polvo. Que estamos en las manos de Dios. Que el bando correcto es el Suyo. Menos geopolítica y más teología de la historia.

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