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2 jul 2016

En defensa de la normalidad

Hay que tener mucha tranquilidad ante la oleada de las estupideces políticamente correctas. Lo peor que nos puede pasar a los católicos, a la gente tradicional, es que nos hagan creer que los frikis somos nosotros.

Tenemos que reafirmarnos en nuestra normalidad. Sin complejo alguno. Hemos de procurar fortalecer las convicciones normales de la gente normal, bombardeadas por la potentísima propaganda progre.

Tampoco creo que haga falta organizar el "Día del orgullo de la gente normal" pero la gente sencilla necesita escuchar argumentos razonables.

- Una mujer que renuncia a casarse porque prefiere inseminarse artificialmente es una mujer rara. Se mire como se mire.

- Un hombre que no usa sus mandíbulas como un omnívoro es un tipo extraño. Se mire como se mire.

- Uno que confunde el aparato sexual con el digestivo no puede estar orgulloso de eso.

- Uno que dice que hay que proteger los huevos del aguilucho cenizo pero que no pone reparos al aborto es una persona injusta.

- Uno que vive despreciando a sus abuelos y su tradición pero esperando la veneración de sus nietos es un iluso.

- Uno que se avergüenza de su lengua materna por respetos humanos es un cobarde.

- Uno que se queja del exceso de leyes, policía, inspecciones e impuestos pero que vota a los políticos estatalistas es tonto.

- Uno que no cree en Dios pero que confía en los chakras, el aura, los marcianos y la brujería tiene un pie en el manicomio.

Los raritos son ellos.

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