Páginas

20 mar 1990

LA FIEBRE DEL FIN DE SEMANA

 LA FIEBRE DEL FIN DE SEMANA   


EL viernes es un día muy especial. El lunes se trabaja, y el martes, el miércoles y el jueves, pero el viernes...también. Sin embargo ese día las enlatadas voces de los locutores de radio pierden su habitual compostura al pregonar la llegada del fin de semana. Gritan como quien avista tierra después de una larga travesía oceánica; se emocionan como el preso que ha cumplido su condena y es puesto en libertad. Al mismo tiempo innumerables seres humanos de toda edad y condición se preparan para cambiar muecas por sonrisas, gestos rutinarios por actitudes que rozan lo salvaje, trajes grises por indumentarias tribales muy diversas. Como si sólo durante el fin de semana se pudiera ser feliz.
Y llega el sábado. Muchos esperan aburridos en sus guaridas a que se haga la hora de ir por ahí. No saben por qué, pero esperan. Cuando la noche se considera suficientemente avanzada salen estos bípedos pisando fuerte, presumiendo de pieles y etiquetas unos, y de crestas o greñas otros. Todos tras una  careta impersonal que oculte su cobardía, su miedo a SER siempre los mismos. 
El hormigueo que todos sienten pensando en lo bien que lo van a pasar, les hace   olvidar  que el último fin de semana no lo pasaron bien.  Sus oníricas aventuras se perdieron entre el ruido de los bares y la intoxicación etílica. Desde las litronas a los cocktails más exóticos. Entre el porro y la raya. Entre el humo de la discoteca y la tiniebla que llena las calles.  
Hoy también, la noche ha ido reduciendo las primeras ansias aventureras a la mas burda piratería urbana.  Así, después de "autorrealizarse", regresará el héroe tambaleante escondiéndose de la primera luz del domingo...
El lunes volverán los trajes grises, las caras serias, el stress, la  prisa,  el dinero;  los libros y las clases  para otros;   ninguno tendrá ya nada que contar el martes porque en realidad no habrá hecho nada, pero sin embargo unos vivirán para el sábado, otros para los sanfermines, y otros, los más reflexivos o de mayor edad... pensando en que quizás cuando llegue la jubilación tengan tiempo de ser felices. Verdaderamente, ya somos europeos. Nuestro ascenso hacia el progreso es INEVITABLE.

PUBLICADO EN VANGUARDIA UNIVERSITARIA Y NAVARRA HOY
5 y 19 marzo 1990

No hay comentarios: