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20 nov 2018

Hay que romper la burbuja de las redes sociales

Las llamadas “redes sociales” -ese invento electrónico que nos aproxima al ajeno y nos aleja del prójimo– son un arma de doble filo por muchas razones. Como cualquier herramienta es susceptible de un uso torcido. Y todo parece indicar que bajo la apariencia de un mundo de libertad sin freno estamos más vigilados y más sometidos que nunca a las directrices de los poderosos.
Por ejemplo, está muy extendida entre los grupos disidentes de toda clase la sensación optimista de que ahora, gracias a internet, podemos llegar a lugares y personas a las que antes era imposible acceder. La cuestión es ¿a quiénes llegamos? Y, más aún, ¿qué pasa después de que llegamos?
Las llamadas redes sociales se fundamentan básicamente en un principio: conecta con tus amigos, ignora a todos los demás. Y ese principio, que en primera instancia nos resulta confortable y adictivo, nos envuelve en una vida fácil llena de amigosseguidores y “me gusta”. Pero ¿qué hay en todo esto del esfuerzo que siempre ha requerido la construcción de la vida social? ¿Qué hay del debate con quien tiene una opinión diferente? ¿Qué pasa con la búsqueda difícil pero gratificante de los puntos comunes con el prójimo incómodo? ¿Qué sucede con los grupos de vecinos en los que está expresamente prohibido hablar de las cosas más importantes del mundo como son la política y la religión? ¿Qué hay -y con esto es como si hablara en chino, lo sé- del amor al enemigo?
Las redes sociales constituyen burbujas acomodaticias en los que cualquier desavenencia se soluciona saliendo del grupo o bloqueando al que parece que insulta. Si las redes sociales fueran la única realidad, si no existiera un mundo real no habría ningún problema. Pero a veces se nos olvida que ahí afuera, donde no rigen las reglas de internet, en nuestras calles y plazas, en la comunidad de vecinos, en nuestro ayuntamiento, en la fábrica o el comercio, no hay “likes” que valgan ni tienes el recurso de bloquear a nadie por las buenas.
Las redes sociales, internet, son estupendas cuando se utilizan como despensa para aprovisionarse de amigos, conocimientos y experiencias. Pero están siendo perniciosas cuando no somos capaces de romper las burbujas endogámicas que tienden a crear.
Es necesario romper la burbuja, salir a la calle, mirar a los ojos al adversario, esforzarse en encontrar las razones que todo ser humano tiene para actuar de una u otra forma. Si no lo hacemos cada uno de nosotros, si nos conformamos con vivir alienados en nuestras respectivas comunidades virtuales, estaremos dejando todo lo demás que es nada más y nada menos que el mundo real, a merced de un poder cada vez más tiránico. Un poder a quien no temblará el pulso para, llegado el momento, aniquilar aquellas burbujas que no sean de su agrado.
Los católicos deberíamos estar vacunados contra esta tentación. Porque si bien es cierto que nuestra cultura social se basa en la idea de comunidad, nuestro mandamiento más original es el amor al prójimo. Y el verdadero prójimo, ese que nos encontramos en el ascensor, por lo general, no suele estar en nuestros grupitos de guasap.

16 nov 2018

L G T B P

En la nueva farfullería pedagógica feminista que bajo el elegante nombre de “Skolae” están introduciendo en las escuelas de Navarra se habla de “justificar, comprender y liberar de culpa” los “juegos eróticos infantiles”. Según ellos todo vale en el mundo de sus “orientaciones” enfermizas… todo menos la pederastia. ¿Por qué?
Una vez establecidas las premisas ¿qué razón de peso ofrecen para oponerse a la pederastia?
Por mi parte, porque los veo venir, hace tiempo que añado una P a la sopa de letras de las llamadas orientaciones sexuales. Ya se que últimamente los P no son muy bien vistos ni por los L, ni por los G, ni por los T, ni por los B. Pero yo me sigo preguntando ¿por qué?. Algunos se han vuelto tan locos que añaden un “plus” al jeroglífico, como para indicar que dentro del aberrosexualismo cabe cualquier cosa. Y así es realmente: todo cabe, o todo irá cabiendo, incluso hasta el tabú de la pedofilia. Tiempo al tiempo.
A veces tengo la penosa impresión de que la pederastia es mantenida fuera de la sopa de letras del aberrosexualismo sólo porque en estos momentos les resulta más útil dejarla fuera, sirviendo como ariete ignominioso con el que golpear a la Iglesia. Sin embargo la realidad, la cruda realidad, es que los casos de pederastia entre los curas, aunque haberlos haylos, no son grandes ni generalizados sino pequeños y escasos en comparación con los casos encontrados en otros grupos humanos. Otra cosa es la mafia homosexualista que tiende a crecer, lógicamente, cuando se olvida que la homosexualidad es un desorden. Pero ese es otro tema y con ello no se meten los elegetebeistas.
La prueba, en fin, de que las aficiones de los progres se deslizan cada vez de forma más descarada hacia la corrupción de menores es ese empeño que demuestran los ideólogos del género en llevar sus obsesiones a los centros escolares. No olviden que en la ideología de género “todo cabe, y todo es respetable”. Todo al parecer menos aquello que la gente normal entiende como relaciones normales. Eso son rarezas del heteropatriarcado machista y del romanticismo. Claro.

15 nov 2018

La dictadura perfecta

Año 2018: vivimos en un régimen de dictadura perfecta. ¿Quién dijo que elecciones es lo contrario de dictadura? ¿Acaso nunca llegan los dictadores al poder mediante procesos electorales? ¿Y no convocan referendums o elecciones de diversas clases cuando les parece oportuno? La soberanía absoluta que la revolución liberal trasladó hace 200 años de los reyes corruptos a los parlamentos reside hoy en los comités del PPSOECIUDEMOS, y castiga cualquier disidencia sin piedad. Por eso nuestro principal reto consiste en romper todos esos esquemas casposos de izquierda, derecha, partitocracia, soberanía nacional, estadolatría, laicismo… Tenemos que enseñar que podría haber vida política verdadera más allá toda esa basura revolucionaria.
¿Somos extremistas por pensar así? Todos sabemos que, como dice cierta ministra siempre habrá alguien de extrema, extrema, extrema… normalidad. Y esos somos los que nos negamos a pasar por el aro anticatólico y antiespañol que nos proponen.
¿Pero no sería mejor, más práctico -nos dice el abogado del diablo- trabajar desde dentro del sistema para cambiarlo desde dentro? Esa sería precisamente nuestra mayor ilusión: vivir, trabajar, participar en un sistema de libertad, de leyes justas y de autoridad legítima. Pero es muy ingenuo pensar que sea posible hacer algo parecido en las actuales circunstancias. El peaje que habría que pagar para que los políticamente correctos nos permitieran meter un pie dentro del sistema sería elevadísimo: reconocimiento de la Constitución liberal y laicista, atea en la práctica; definición de España como una marca; aceptación de la falsa monarquía; sometimiento a las reglas mentirosas del juego electoral; aprobación de la soberanía nacional y del estatalismo; sumisión a la cultura extranjerizante; olvido de la hermandad hispana… No, no merece la pena. Deseamos lo mejor a quienes, con su mejor voluntad, creen que aún es posible explorar esa vía. Pero nosotros, los carlistas, no haremos ese viaje. Pagar ese precio sería tanto como dar por muerta a la España tradicional. Renunciar a una reconstrucción plena del orden cristiano.Y si perdiéramos esa esperanza ¿qué nos quedaría?

13 nov 2018

No somos Podemos. Somos Sabemos

La política moderna, no se si desde los tiempos de Maquiavelo o desde los de Caín, se basa en la razón de la fuerza, de la voluntad y de los hechos consumados. Se basa en lo que queremos hacer, en lo que podemos hacer. Y así nos va. Hemos creado un mundo en el que, como decía Rubén Darío “en donde pones la bala, el porvenir pones”, porque primero se dispara y luego se pregunta. Primero se aplican los inventos y luego se reflexiona sobre sus consecuencias. Primero se exige la implementación de la ideología de moda y luego, cuando el mal del aprendiz de brujo ya está hecho, se rasca uno la cabeza para empezar a pensar en la ideología siguiente que nos sacará del atolladero en que nos metió la anterior. Nadie nos garantiza que un gobierno de los filósofos, como el propugnado por algunos griegos antiguos, fuera mejor o más justo. Posiblemente lo más deseable fuera un equilibrio entre la reflexión y la acción. ¿Y no era eso lo que pretendieron los constructores de la Cristiandad cuando decidieron separar el poder temporal del poder espiritual?
En este momento del “fin de la historia” y del triunfo del liberalismo inmanentista, lo que se lleva es la doctrina americanista del “yes, we can”. Activismo puro y duro. Es lo que hay.Y como podemos, lo hacemos. Sin más ceremonias. Y por eso nos sale casi todo mal. Aquello del “Potuit, decuit, ergo faecit” nos enseña que la prudencia, el estudiar la conveniencia de las cosas, es una virtud divina totalmente olvidada entre los hombres políticos. Por eso, nosotros, si queremos hacer algo útil y sostenible, más vale que nos olvidemos del podemos y busquemos mejor el sabemos.

9 nov 2018

Dar la cara

Es mucho mejor dar la cara que ir por ahí con un antifaz o una careta de Guy Fawkes. No sólo es que sea más digno comportarse con valentía, es que además es más práctico. Hace muchos años fuí un gran lector de las novelas de El Coyote. En ellas José Mallorquí contaba con maestría y documentadísima ambientación histórica las peripecias de un rico hacendado californiano que en sus ratos libres, en su vida oculta, era la justicia personificada. Esta figura del héroe enmascarado, del superhéroe americano, es un tipo literario moderno que no deja de tener su atractivo. Sin embargo, si lo pensamos bien, tiene un punto de cobardía burguesa y de engaño que no es demasiado elegante. Y además, resulta poco práctico. Es mucho más sencillo ser lo que se es, actuar con transparencia, decir lo que se piensa, ser libre. Es mucho menos engorroso. No hace falta para ello ser millonario ni disponer de un castillo con grutas secretas. Eso sí, necesitas un punto de locura quijotesca, un momento de decisión para empezar a ser caballero andante a tiempo completo. Nada de reservarse don Alonso Quijano un refugio para tomar chocolate con el cura por las tardes. Caballería cien por cien. Cyrano de Bergerac en lugar de Batman.Y si se vuelve a casa que sea porque te han molido a palos por causa de la justicia.
Si han conseguido leer hasta ahí pensarán que me estoy poniendo tremendista. Veamos… Tampoco estoy pidiendo que se vaya al supermercado con boina roja. Lo que digo es que, en general, suele ser mucho más rentable no preocuparse por el camuflaje y vivir sin ocultamientos. ¿Qué es lo peor que nos podría pasar? Es una pregunta sencilla que no nos solemos formular y que en la mayoría de los casos nos ayudaría a controlar el miedo con el que el sistema pretende someternos a los disidentes. Porque, de verdad, ¿se puede vivir con miedo?. ¿Merece la pena? Habrá momentos, no digo que no, en los que las cosas se pondrán aún más difíciles y habrá que mirar por la supervivencia, pero por lo general no estamos hablando de eso sino de la incomodidad de un martirio incruento. Por todo ello creo que ser siempre uno mismo es lo mejor: es más simple, más ecológico y más barato.

Vamos a hablar cada vez más de la Hispanidad

Vamos a hablar cada vez más de la Hispanidad

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Carta del presidente de la Comunión Tradicionalista Carlista, 
publicada el 9 nov 18 en www.carlistas.es
Queridos carlistas:
La idea de Hispanidad, la defensa de la vieja Monarquía Católica, siempre fue un componente esencial del Carlismo. Sin embargo, el estado de guerra civil casi permanente que se viene desarrollando, desde hace ya doscientos años, en cada uno de los pedazos del antiguo Imperio ha provocado en los españoles peninsulares -incluso entre nosotros, los propios carlistas- una cortedad de miras impuesta por la urgencia de las batallas ibéricas que contrasta con la amplitud de espíritu propia de los españoles del siglo de Oro.
En el momento presente, perdida toda esperanza humana en una restauración monárquica de la Hispanidad, hemos de volver, definitivamente, nuestros ojos al ideal primero, al de aquella Reconquista que lejos de detenerse en el Estrecho saltó el Océano para extender la Cristiandad por medio Mundo. No se trata, como digo, de algo nuevo dentro del Carlismo, pero sí podría ser nuevo, tal vez, el énfasis con el que ahora deseamos abordar esta lucha por la Hispanidad. De ello hemos hablado en nuestro último Congreso y en esa misma estela se enmarcan los Premios Hispanidad Capitán Etayo cuya entrega acabamos de realizar.
De todos es conocido, por ejemplo, el emblema de la Cruz de San Andrés, la cruz de los antiguos gloriosos Tercios que fue tan dignamente rescatada para las páginas de la épica hispana por los no menos gloriosos Tercios de los Requetés. Ha llegado hasta tal punto nuestra identificación con ese emblema y los ideales que representa que algunos han llegado a verlo como si fuera el logotipo de un partido político. Nosotros mismos hemos caído a veces en esa tentación partidista. Y no debe ser así. Una cosa es que nosotros, para nuestras organizaciones, utilicemos de forma preferente el emblema hispano de la cruz de San Andrés y otra, bien distinta, es que pretendamos tener la exclusiva y asimilar esa bandera a la de un partido político. La verdad es que si nosotros recogimos esa bandera es porque estaba abandonada. Pero somos conscientes de que no es propiedad de los carlistas sino de todos los españoles de bien.
Dicho esto. ¿Qué es lo que vemos los carlistas de especial en nuestra gran Hispanidad? Es decir, ¿Cuál es, desde nuestra experiencia política, el meollo, la síntesis original que ha aportado la Hispanidad al Mundo? Podríamos sintetizar toda la gran obra de la Hispanidad en dos de nuestros lemas más queridos:
Nada sin Dios. Los hispanos del descubrimiento, conquista y evangelización de las Españas de ultramar eran católicos a tiempo completo. Bautizaban con denominaciones cristianas a sus hijos, a sus naves, a las tierras descubiertas y a las nuevas ciudades. Y no lo hacían mirando cuotas o tratando de contentar a un poder religioso extraño sino que lo hacían por puro convencimiento. El Evangelio era siempre el límite que garantizaba el derecho de los débiles. Y era el acicate que impulsaba el heroísmo de los fuertes. Aquellos españoles miraban a los ojos a la muerte, no tenían miedo, eran invencibles, porque eran capaces de sobrenaturalizarlo todo.
Más sociedad y menos estado. En segundo lugar, no se puede entender la extensión y el grado de civilización alcanzado por los territorios de la Monarquía Católica -orden mantenido con un número ridículamente bajo de funcionarios reales- sin asimilar el concepto de libertad que caracteriza a la tradición política española. La libertad, decía Aparisi, es el reinado de las leyes cuando las leyes son justas. Y la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo. Y las leyes justas, las que dan su libertad a cada uno, a cada persona, a cada familia, a cada cuerpo social natural… son los fueros. Privi-legios solamente en el sentido original de ley propia, de ley hecha a la medida de cada cual. Ya desde las primeras Leyes de Indias, impresiona el respeto a la persona y a la organización social natural de cada territorio; la confianza optimista depositada por la Monarquía en los pueblos que fueron constituyendo el mosaico hispano.
¿No seremos capaces de encontrar los pueblos hispanos en esta historia común, en esta tradición vivida, en estos altos ideales, energía suficiente como para aspirar a alguna clase de unidad hispana? El Carlismo, este viejo movimiento político ibérico, derrotado por las ideologías triunfantes, desgastado en cien batallas, tiene todavía la misión de transmitir una lealtad ininterrumpida, la memoria de una Monarquía Católica que es la antítesis del mundo moderno revolucionario. Una memoria que no es un vago sueño futuro sino el recuerdo vivo de algo que se hizo carne y hueso en todos los países hispanos. Algo que conocemos perfectamente aunque no siempre sepamos definirlo. Algo que amamos y sabemos que funciona aunque sólo sea por pura inercia, porque aún hoy, en medio de la niebla de un mundo que quiere quitarnos a Dios y hacernos esclavos, es la esperanza que nunca perderemos.
F. Javier Garisoain Otero
Presidente de la Comunión Tradicionalista Carlista

8 nov 2018

Sus Derechos Humanos y su Constitución

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas en 1948 afirma en su artículo 26.3: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”.
La Constitución Española del 78, a su vez, en el artículo 27.3 dice: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Y aún lo deja más claro cuando en el mismo artículo (27.7) especifica que: “Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca.”
O sea, que según la Declaración de los Derechos Humanos y la Constitución española vigente nadie tiene derecho a corromper a tus hijos. Es decir, que con la ley en la mano nadie tiene derecho a enseñar ideología de género a tus hijos.
Se supone que la mencionada Declaración y no digamos la Constitución son normas supremas que establecen un marco al que deben someterse todas las demás leyes. No lo digo yo que soy un carca. Lo dicen en sus propias leyes los políticos del PPSOECIUDEMOS. Esos que están empeñados en comer el coco a tus hijos. Así pues te recomiendo que te informes. Que exijas tus derechos. Que actúes y que te rebeles. Que si no lo haces por eso, por la formación y por el alma de tus hijos, ¿por qué lo harás?
No faltará algún ayatolah que me diga que al exponer estos argumentos, más que defender la causa de la ortodoxia, estoy reconociendo alguna autoridad a los documentos mencionados. Pero… vamos a ver. Si yo fuera un talibán escondido en una cueva haría caso a esos llorones. Si. Pero sólo soy un perro pastor político que hace lo que puede, que critica lo vigente señalando sus contradicciones y que entra en diálogo con personas de carne y hueso que por alguna extraña razón aún creen en la Declaración de los DD.HH. y en la Constitución. Es a esas personas a las que considero que hay que pagarles con su misma moneda. Para que así entiendan de una vez que se trata de moneda falsa.

31 oct 2018

¿Acabamos con las autonomías?

Es más más sencillo que eso. Lo primero que habría que hacer es volver a hablar de Regiones y no de Autonomías. Porque, tal como ya he explicado en otras ocasiones, autonomía es lo que entregan los padres a los hijos para que vayan construyendo su camino hacia la independencia. Para que puedan construir su propio proyecto de vida. En cambio la relación entre unas y otras regiones españolas no puede ser esa sino una relación amorosa, conyugal, respetuosa y leal.
El problema no reside por tanto en la existencia de unos parlamentos regionales. El problema es que esos parlamentos o cortes regionales se conviertan en sedes de trozos soberanía nacional y en un desagüe por el que se derrocha el dinero de todos. ¿Por qué no podrían ser justos, pequeños, serios, sencillos y austeros?
Es muy necesaria la supresión de esos pequeños centralismos egoístas que son las autonomías. Pero aprovechar el fiasco autonómico para trata de implantar en España un modelo jacobino haciendo tabla rasa del regionalismo no es para nada patriota. Porque a España hay que amarla a la española, no a la francesa.
El problema territorial de España, que es un problema que hay que reconocer, no se arreglará dando bandazos entre los dos extremos de una misma concepción revolucionaria. El centralismo afrancesado, lo mismo que el autonomismo protoseparatista, son dos caras de la misma moneda. Ambos entienden el estado a la manera revolucionaria. Sus diferencias son mero reparto mafioso de la tarta presupuestaria.
Por eso, entre el centralismo estatal que ahora piden algunos como si fuera la panacea y los diez y siete centralismos aprovechateguis de las autonomías es preciso intentar la reconstrucción del regionalismo foral: ¿personalidad para las regiones? Por supuesto, a cambio de responsabilidad, subsidiariedad y lealtad a la Patria común.

30 oct 2018

Eutanasia: llega el aborto retroactivo

Foto: www.dailytrend.mx
Cuando ingresaron a nuestro padre, con alzheimer, terminal, nos entendimos perfectamente con cierto médico gracias a un término castellano que vale por un tratado de bioética. Quedamos de acuerdo en que le dejarían morir en paz y que no le harían “judiadas”. No hicieron falta mayores especificaciones porque cuando hay buena voluntad y un médico sabe diferenciar su trabajo del de los verdugos o de los sicarios no hay más que hablar. La finalidad de la medicina es curar, aliviar, atender y cuidar. Nada de esto tiene que ver con la eutanasia.
Eso que llaman eutanasia es en realidad un aborto retroactivo. La justificación en uno u otro caso es la misma pues ambas atrocidades consisten en la eliminación de una vida humana que alguien considera que ya no es deseada.
Existe una cierta “justicia poética” que va a terminar pasando factura a muchos viejos abortistas. Los no deseadores acabarán siendo los no deseados. Llegará un momento en que la pirámide invertida de esa demografía enferma que contribuyeron a dibujar será lo que acabe con sus vidas. Y hasta es posible que lleguen en ese trance, en el colmo de una locura ideológica, a asumir con resignación el papel de suicidas que les asignará un sistema insostenible.
Atención, profecía: eso es evidente que va a pasar. Y sepan que lo que va a ser absolutamente insostenible no será la economía. Será la tristeza.

29 oct 2018

Qué hacer ante la invasión de la ideología de género en nuestros colegios

Los ideólogos progres quieren meter en las cabezas de nuestros hijos una serie de aberraciones infumables. El último experimento lanzado en Navarra, para vergüenza de Navarra, y para regocijo de los que no perdonan a Navarra, se llama Skolae y es un compendio repugnante de feminismo e ideología de género.
De momento lo primero que os recomiendo a los padres es que habléis directamente con los tutores y la dirección de cada centro. Luego, que os unáis a las acciones que lance la CONCAPA o cualquier otra iniciativa que sirva para reivindicar la patria potestad. Por último, me parece imprescindible que se organicen charlas informativas para las familias y profesores allí donde se pueda. A partir de ahí, preparémonos no para la objeción sino más bien para una insumisión pura y dura. La ocasión lo merece.
Recomiendo en cualquier caso adquirir o mantener una moral de victoria. Hay que darse cuenta de que aunque ahora el aberrosexualismo parezca tener todo el poder y todo el dinero del mundo a su servicio, la ideología de género es insostenible. Sus doctrinas LGTBP odian la maternidad, solamente podrán seguir viviendo si logran “comer el coco” a los hijos de los demás. Eso los convierte en un cáncer insostenible. Es previsible que durante un tiempo sigan debilitando el cuerpo social, y muchos caerán por el camino, y serán millones sus víctimas… pero no conseguirán destruir a la gente normal. Porque hasta las mismas leyes de la evolución que tanto gustan a los progres juegan en nuestro favor. Al final sólo sobrevivirán los fuertes, o sea, la gente normal y las familias normales.

22 oct 2018

Museos y sentido común

No todo es política. Así que permítanme que les cuente una batallita personal.
El pasado sábado se me ocurrió ir al Museo de Navarra con mis cuatro hijos menores. Las expectativas eran altas pues se trataba de una visita que nos hacía ilusión y que deseábamos realizar desde hacía tiempo. Sin embargo la experiencia fue decepcionante. Me sentí maltratado, avergonzado y salí indignado.
Mis niños y yo éramos los ÚNICOS visitantes. (En una mañana de sábado con las calles del centro de Pamplona atestadas de gente, lo que ya indica que algo no marcha del todo bien). Conté nada menos que ocho empleados entre vigilantes, recepción, etc. Ocho buenos sueldos que pagamos con nuestros impuestos. Entiendo que puede ser frustrante o aburrido trabajar en esas condiciones, pero ello no es excusa para perder el sentido común.
Tampoco esperábamos un trato especial, pero desde el principio eché en falta un poquito de empatía con los niños que, por otra parte, se portaron maravillosamente bien. Me extrañó no ver en ninguno de los vigilantes ni siquiera un destello de ilusión por mostrar los tesoros del Museo. Como si les diera igual cuidar un museo que un campo de remolacha. No existía al alcance de la mano nada que se pudiera romper, arañar o estropear, y sin embargo lo único que oímos fue: “no se toca” y “no te subas”.
El problema surgió cuando una señorita que debía de aburrirse más de la cuenta me llamó la atención por darle un trocito minúsculo de gominola a la pequeña, de 1 año, para que siguiera tranquila en su silleta y que no lloriquease. Las normas dicen que no se puede comer en el museo, cosa que me parece de lo más razonable, pero una cosa es ir comiendo pipas y otra dar un trocito de chuchería a un bebé. (El Museo de Navarra es un museo, no un hospital con enfermos de évola). Le expliqué la situación y traté de continuar la visita. Pero a los pocos minutos me volvió a llamar la atención por lo mismo, como si fuera un robot, y ahí ya es cuando decidí que no quería callarme. Les dije que éramos personas y no máquinas, y que las leyes son para ayudarnos, no para esclavizarnos. Tanto ella como un superior que vino para ver cuál era el problema no se bajaban del burro, y yo tampoco, así que nos fuimos sin concluir el recorrido. Los únicos visitantes en una mañana de sábado.
¿Nos estamos volviendo locos? Estamos rodeados de fariseos, cumplidores ciegos de leyes que nos hacen cada vez menos humanos. No es extraño que un museo así esté vacío. Y no me extrañaría que los puestos de trabajo de esos funcionarios que actúan como robots sin cerebro fueran en breve encargados a máquinas de verdad. Lo siento mucho por los empleados normales y simpáticos que trabajen ahí, tal vez es que tuvimos mala suerte.

19 oct 2018

Vox y los fueros

Esa idea de eliminar de un plumazo los fueros ya se le ha ocurrido antes a mucha gente, a los constituyentes de Cádiz (después de alabar el régimen foral), a los liberales de varios pelajes, a Gamazo, a la Falange, a UPyD, a Ciudadanos y ahora a Vox. Es una idea demagógica y simplona. Al final, todos ellos, en cuanto han tocado poder o han visto que los fueros son la manera de ser españoles que tenemos los navarros se han tentado la ropa y han rebajado sus prejuicios racionalistas jacobinos. ¡Pero si ni siquiera Franco se atrevió a derogar el régimen privativo de Navarra. Ni el de Álava!
El régimen foral actual de Navarra y Vascongadas es una sombra de lo que fue antiguamente norma general en España. El problema es que la llamada “democratización de las instituciones forales” de la transición ha desvirtuado el espíritu foral auténtico haciendo que los navarros -y no digamos los vascongados- parezcamos una autonomía aprovechategui más que un viejo reino -o que unas nobles provincias y señorío-. Y eso ha sucedido por culpa de falsos fueristas, traidores al Carlismo algunos de ellos, que no han sabido ser fieles a la tradición foral. Lo que habría que hacer con el fuero es estudiarlo, revitalizar su espíritu y extenderlo a todas las regiones españolas. Disolver el régimen autonómico me parece perfecto porque la autonomía es siempre antesala de la independencia (como sabe cualquier padre de familia), pero el fuero no es eso, realmente es lo contrario. Decir que para resolver el problema de unidad que tiene España hay que acabar con lo poco que queda de fuero sería lo mismo que decir que para mantener unida a una familia hay que acabar con el matrimonio.

14 oct 2018

Mis primeras palabras como presidente de la Comunión Tradicionalista

(Discurso pronunciado
en el acto de clausura del XIII Congreso de la Comunión, el 14 de octubre de 2018)

Me gustaría dirigir mis primeras palabras como presidente de la Comunión Tradicionalista a “la gente normal”. No a mis amigos y correligionarios, tampoco a mis adversarios políticos… No quiero decir con esto que los carlistas no sean gente normal. Nada de eso. A los enemigos del carlismo les gustaría que los carlistas fuéramos una caricatura de nosotros mismos: cascarrabias, aguafiestas, puristas, especialistas en enumerar las cosas malas que hay en el mundo, frikis. Pero los carlistas no somos frikis. Somos padres de familia normales, trabajadores, jubilados, hombres y mujeres normales, tan normales que a veces parecemos raros. Y una cosa tenemos muy clara, que estamos en esto para servir.

Me gustaría dirigirme a la gente normal de España, a toda esa gente normal que cree en Dios, que lucha por su familia, que ama a su Patria, que está harta de ideologías y de un estado cada vez más absorbente. A esa gente que está harta aunque a veces no sea capaz de definir o de identificar correctamente ese hartazgo. A esa gente normal que está harta de este sistema porque se ha convertido en una dictadura perfecta.
Este sistema dictatorial es el que nosotros definimos como partitocracia. Porque su pieza básica son los partidos políticos, unas entidades medio públicas medio privadas que son las que dirigen toda la vida política y las que han usurpado en gran medida la misma vida social.
Los partidos son como los mosquitos. Molestan. Pican… Pero lo peor que tienen los mosquitos es que transmiten enfermedades. Y las enfermedades que transmiten los partidos son realmente peligrosas. Lo peor que tienen los partidos no es que sean mafias de poder, muchas veces corruptas, que se organizan para el asalto de las instituciones y el reparto de los cargos, los sueldos y las subvenciones. Lo peor que tienen es que trabajan para contaminar a toda la sociedad con las ideologías de las que son portadores: liberalismo, socialismo, marxismo, individualismo, capitalismo, indiferentismo religioso, ateísmo, feminismo, animalismo, homosexualismo político, ideología de género… todas estas ideologías, y todos estos partidos que como mosquitos forman un enjambre amenazador dan miedo. Es normal que la gente normal tenga miedo. Porque el estado en manos de los partidos es poderoso. Tiene leyes, tribunales, inspectores, impuestos, multas, cárceles. Y tiene una prensa afín que puede ridiculizar, chantajear y hasta destrozar la vida a cualquiera que ose alzar la voz en contra de esos partidos. Se hace difícil ser libre, decir lo que se piensa y vivir sin miedo.
Cuando alguien es capaz de superar esa barrera y de romper ese miedo, entonces, es cuando se encuentra con los cipayos del sistema, esos perros fieles que son los movimientos de extrema izquierda como Podemos y compañía. No es verdad que Podemos haya venido para acabar con el sistema. Al revés. Han venido para dar cumplimiento a los principios de la Constitución del 78. No es verdad que sean partidos antisistema. Son la herramienta que utiliza el sistema para extender el miedo a los disidentes y consolidar su poder. Los auténticos escraches de Podemos no son para los banqueros corruptos, no nos engañemos, son para los católicos. Es a los católicos a quienes intentan amedrentar.
Pero aún así, aunque fuera posible superar todo ese miedo, el miedo al sistema, el miedo a los perros del sistema, existen aún otras armas. Yo soy Navarro, nacido y crecido en Pamplona, y soy testigo de cómo la ETA no solo hizo mil asesinados, que eso ya sería suficiente para hacerles pasar a la historia como una cumbre de la inmoralidad. Además, la ETA, hizo 40 millones de cobardes. Porque el terrorismo es así, y funciona, y está pensado para extender el miedo.
Pues bien. Ante toda esta maquinaria del miedo el Carlismo, con su historia larga de 185 años, puede enseñarnos a los españoles lo que significa vivir sin miedo, vivir derrotados pero con dignidad, decir lo que se piensa, no caer en el malminorismo.
Los carlistas hemos venido para servir. Y es posible que nuestro mayor servicio en este siglo XXI sea el de abrir las mentes y los corazones. Para enseñar a la gente normal que es posible vivir de otra manera.
El sistema político es como una pecera. Tenemos la parte del centro de la pecera. Tenemos la parte de la izquierda de la pecera. Tenemos la parte derecha de la pecera. La parte extrema derecha de la pecera. E incluso la parte de la extrema derecha de la extrema derecha de la pecera. Nosotros estamos fuera de la pecera. Y os decimos: ¡gente normal, no tenéis branquias. No sois peces. No tenéis por qué vivir en esa pecera! Es posible soñar con una España, con una Hispanidad, con un mundo sin partidos políticos.
Lo que pedimos los carlistas, lo que llevamos pidiendo desde hace 185 años es muy sencillo. Sólo queremos un gobierno justo y una sociedad libre. Una sociedad sin miedo. Nada más. Y estas ideas tan sencillas están recogidas en una vieja canción que habla de un rey que tiene que venir “a la Corte de Madrid” y de una sociedad que quiere ser libre viviendo conforme a sus tradiciones. En esa canción se explica que el Carlismo no es un partido político. En todo caso lo nuestro serían más las partidas que los partidos. Un partido, por definición, es una estructura creada para alcanzar el poder. En cambio una partida es un grupo de personas que luchan para  apoyar el gobierno legítimo. Nosotros no reclamamos ningún poder ni nos hemos organizado para ello, pero sí que queremos para Las Españas un gobierno legítimo.
Es por eso que os invito a cantar conmigo el Oriamendi. Sin miedo.

10 oct 2018

Un PP verde

No recomiendo a nadie que se emocione con Vox. Están diciendo cosas que se apartan bastante del discurso progre dominante, es verdad. Hablan con fuerza en contra del separatismo, la ideología de género o del socialismo, y todo eso está muy bien. Pero en las cosas más de fondo, en todas aquellas que el Sistema da por supuestas (ideología liberal, laicismo práctico, constitución del 78, simulacro de monarquía, sumisión a la cultura yanqui…) no se diferencian demasiado del resto de opciones.
Haremos bien por lo tanto en señalar los defectos que muestran en sus planteamientos y programa (como ese llamamiento demagógico que hacen a eliminar lo poco que queda de régimen foral en España)… pero tampoco los miremos como un adversario. Nuestra enemiga es toda la partitocracia y lo seremos nosotros mismos en la medida en que nos contaminemos de tácticas partidistas. A este carro de Vox (como lo hicieron antes a otros partidos) se están subiendo muchos compatriotas que carecen de la experiencia y bagaje doctrinal que aporta el Carlismo. Muchos se animan llenos de buenas intenciones y con ganas de parar los pies a un progresismo político y cultural asfixiante. Es normal alegrarse y respaldar a alguien que dice o hace algo bueno. E incluso podría ser lógico que deseáramos lo mejor a alguien que nos promete retrasar todos los males. Vale. Pero, lo dicho, que nadie se emocione.
Por otra parte así es el juego de la democracia. Un mundo de color: ahora tenemos PP verde, PP azul, PP naranja… PSOE rojo, PSOE morado… A los pobres separatistas no les ha quedado mas que el amarillo. Y para unirlos a todos ya saben ustedes lo que hay: la bandera gay; esa idea sutil de que todas las ideas son respetables pero que está bien hacer “escraches”, cuando lo moralmente correcto siempre había sido censurar el pecado y acoger al pecador. Esta partitocracia de colorines necesita tener la apariencia de un supermercado bien surtido en el que los productos venenosos de efecto rápido y los de efecto retardado se reparten por sus estanterías de la izquierda, el centro y la derecha. La machacona propaganda del supermercado electoral hace el resto y termina por ablandar cualquier reticencia. Aporta una apariencia de libertad muy atractiva, al igual que falsa.
El sufragio universal e inorgánico, basado en campañas electorales mentirosas en las que siempre ganan los mejor financiados y los más fotogénicos está absolutamente sobrevalorado. El Sistema se basa en ese engaño. Alguno dirá, “claro, eso lo dices porque los carlistas no os coméis una rosca”. ¡Por supuesto!, si la Comunión Tradicionalista tuviera una masa social como la que antaño tuvo, naturalmente que apostaríamos por una participación electoral rotunda. Pero en las circunstancias actuales nuestra misión es otra. La eleccion de cargos públicos decentes, aún pasando por el peaje del sistema, podría llegar como una consecuencia cuando haya -si llega a haberla- una base social. En este momento no la hay y por eso tenemos tanto trabajo por delante.
Este próximo fin de semana (del 12 al 14 de octubre) celebraremos en Madrid un nuevo Congreso nacional carlista. Nosotros también vamos a tener nuestro pequeño “vistaalegre”, pero por favor, no hagan comparaciones… Tengan en cuenta lo que dice aquella vieja canción de las carlistadas: “Más vale un carlista, madre, con su boina colorada, que doscientos liberales con bayoneta calada”.
Bravuconadas aparte, independientemente de nuestro número, puede que una de nuestras tareas más importantes sea la de enseñar a los españoles a romper con toda la porquería del sistema de partidos. Abrir mentes y corazones en el redescubrimiento de nuestra propia tradición política olvidada. Y eso hemos de hacerlo alejándonos de cualquier lucha partidista, liberándonos de los tics típicos de los políticos del sistema. No ganaríamos nada convirtiendo al Carlismo en un colorín más dentro del pupurri partitocrático. Eso sería, entre otras cosas, tirar por la borda 185 años de resistencia de la auténtica España. Que no cuenten con nosotros para eso.

9 oct 2018

Sobre el Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada

Los obsesivos talibanes de Pamplona siguen dándole vueltas a la idea de demoler el Monumento. Su diario oficial, el conocido como Diario de Menticias, ha publicado recientemente una encuesta con tres opciones: demoler, dejar como está o reformar. Lo que no tienen en cuenta es que una posible reforma podría consistir en recuperar la basílica como lugar de culto. Me refiero, lógicamente, al culto católico, el que nunca se debió de abandonarse en el lugar, y no a los cultos satánicos sufridos con el montaje de la exposición de Abel Azcona o con las liturgias pseudorreligiosas de los partidos nazionalistas.
Dicen los progre-talibanes que hay que dinamitar el monumento porque supone un homenaje a unos “golpistas”. El Monumento recuerda a cuatro mil navarros muertos en el frente. La gran mayoría jóvenes y voluntarios. Llamarles golpistas es una bajeza. Si buscan algo que se parezca al fascismo que busquen en los homenajes que suelen realizar los batasunos a sus terroristas presos.
Lo que celebra mensualmente la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz en el Monumento de Pamplona es una fundación de misas en sufragio por sus difuntos. ¿Cómo puede parecer mal a los rojos -por muy rojos que sean- que cada cual rece por sus muertos? ¿Les parecería bien a ellos que no les dejáramos rezar por los suyos?
Esos 4000 jóvenes navarros a quienes honra el Monumento y por quienes ofrece sus oraciones la Hermandad, así como sus compañeros que sobrevivieron, eran en su inmensa mayoría gente sencilla y honrada que salió al frente para defender una España católica. No es justo tildar de asesinos a todos ellos.

8 oct 2018

Ortodoxia y sentido del humor

Dios guarde a todos los activistas de la ortodoxia… y les de un poco de sentido del humor. Hay una cosa que no aceptaré nunca, y es que para defender la ortodoxia haya que ir de faltón y cascarrabias. Eso no es inteligente, no lleva a ningna parte, e imposibilita la acción política.
Cuando digo cosas como ésta no faltan puristas que me llamen cosas muy feas como “democratacristiano” y cosas así. Personalmente me dan igual los insultos, tengo asumido que son un precio a pagar. Lo que me fastidia realmente es que haya gente muy preparada y muy celosa que se esfuerce más en lloriquear por los males que en atraer a los españoles al campo de la Tradición.
Si nos comportamos como fallidos intelectuales puristas no convenceremos a nadie, porque seremos en realidad caricaturas de aquello que decimos defender.

5 oct 2018

¿Voluntarios o profesionales?

Esta es una de las muchas contradicciones del mundo moderno. Por una parte nos dicen que hay que alentar el voluntariado, las actividades altruistas y gratuitas, la ayuda mutua. Y son legión las oenegés (esas organizaciones que viven de las subvenciones que les da el gobierno) que aspiran a nutrir sus filas con legiones de voluntarios voluntariosos, gente que en una escala diversa de grados de compromiso, entrega parte de su tiempo a alguna labor social o de ayuda al prójimo. Por otra parte nos exigen una profesionalización creciente de todo. Una regulación histérica de cualquier actividad que prescribe que todo aquel que haga algo, salvo ver la tele, necesita un carnet de manipulador. Esta tendencia imparable de la profesionalización y el encasillamiento académico es lo que activó una bomba de relojería, hace ya muchas décadas, dentro de las órdenes religiosas de la enseñanza y la caridad. Es una tendencia que está dificultando día a día la tarea de cientos y cientos de asociaciones culturales, juveniles, vecinales o de tiempo libre. Como todas las contradicciones también esta acabará por resolverse en uno u otro sentido. Si hubiera un poco más de sentido común y de amor a la libertad por parte de los gobernantes responsables de la diarrea legislativa la cosa se resolvería fácilmente. Pero mucho me temo que aún ha de avanzar la sovietización. Ojalá que nos pille a todos preparados.

4 oct 2018

La Hispanidad, ¿Christianitas minor?

Esa es nuestra historia. No tenemos otra. Ya desde los siglos de reconquista peninsular, cuando se fue fraguando el alma de España, y todos los siglos siguientes de expansión de la Hispanidad, la Monarquía Católica, España, las Españas, asumieron como misión colectiva la extensión del Evangelio en los cinco continentes. En estos días están circulando noticias e imágenes de una celebración que ha tenido lugar en las costas de Irlanda en recuerdo de los náufragos de la llamada “Armada invencible”. Hechos como este lo atestiguan: España se desangró en defensa de la Cristiandad. Hay tanta historia, tánta épica… ¡y tan pocas películas!

3 oct 2018

La colonización cultural de España es una vergüenza nacional

Algunos están tan preocupados por las locuras de los enfermos nazionalistas separatistas que se olvidan de otra locura, otra vergüenza nacional, que es la que nos ha convertido en una colonia cultural de Hollywood. Los ideólogos que están detrás de esta tendencia antiespañola no quieren partirnos, no quieren desnaturalizar tan sólo una parte de España: lo que quieren es someter a toda España, de forma completa y uniforme, a los patrones culturales del mundo liberal anglosajón. Se da la circunstancia de que españoles muy españoles, infectados por este descafeinamiento cultural, son capaces de presumir de españoles con una “union jack” en el pecho. Es una historia que se repite. Hace doscientos años unos antiespañoles rompían la unidad del cuerpo apoyando la secesión de los virreinatos americanos, otros rompían el alma de la Monarquía Católica al modo afrancesado. Dios nos libre de unos y de otros.

1 oct 2018

Guerras ¿carlistas?

Los españoles de verdad a veces no saben ni quiénes son ni de dónde vienen. Pero la anti-España, los enemigos de todo lo que representó en la historia universal la realidad de la Monarquía Católica lo saben perfectamente. Ellos saben que todo lo que suene a católico y español (porque todo lo auténticamente español es realmente católico) debe ser aniquilado. La conocida herramienta de la “memoria” oficial se ocupa de tergiversar todo lo relativo al siglo XX. Para la historia anterior, para ese siglo XIX que infectó las tierras de la Hispanidad con una nueva versión de las viejas guerras de religión europeas les basta con la historiografía liberal y masónica. La de Galdós y de todos los historiadores de la restauración alfonsina. Esa manera de contar las cosas, pagada por gobiernos corruptos y vendidos a intereses extranjeros, se ha caracterizado por catalogar como bandidos a todos aquellos hombres libres que se alzaban contra sus planes. Bandidos fueron los soldados contra la Convención, bandidos los desharrapados guerrilleros de la Independencia, bandidos los voluntarios realistas de España y de toda Hispanoamérica, y bandidos recalcitrantes y cerriles, ¡cómo no!, los carlistas. La misma denominación que se dió a las guerras civiles del XIX… guerras carlistas, ¿no es una forma de señalar a los partidarios de la Legitimidad como “culpables” de la violencia bélica? Ello es, a todas luces, injusto, pues cualquiera que se informe un poco puede descubrir que los golpes de estado típicos de esos años o los espadones del XIX, desde Gerona hasta Chile, fueron generalmente liberales. Y que las sublevaciones tradicionalistas fueron respuesta a una agresión como certifica uno de los sambenitos que nos cuelgan: ¿no dicen que somos reaccionarios? Pues eso sólo puede significar una cosa: que el lío lo empezaron ellos.