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3 jul 2019

El animalismo que ya está aquí, a ver cuánto dura

Después de la animalización del hombre viene, lógicamente, la humanización del animal. Son dos tendencias desordenadas que confluyen hasta producir efectos aberrantes en personas que, en teoría, deberían ser la salvaguarda de la razón y el sentido común como es el caso de los profesores de universidad. El caso es que uno de ellos, llamado Esnest Castro (@ernest_castro), ha comparado en twitter la apertura de un nuevo macro matadero porcino con los campos de exterminio de los nazis. Dice, por ejemplo: 

"El 29 de septiembre de 1941, en Babi Yar (Ucrania), 33.771 judíos; en Binéfar (España), cada día -a partir de hoy- todos los días, 30.000 cerdos." 

O sea, que para este tarado, profesor de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, autor de varios libros, y con más de 10.000 seguidores en la citada red social, matar cerdos para alimentar a la población es lo mismo que asesinar hebreos a mansalva. Se ha montado cierto revuelo en twitter, naturalmente, porque todavía queda gente con sentido común, pero sus seguidores lobotomizados no dejan de gruñir en su defensa. Uno de ellos ha afirmado esta perla con la que concluyo el asunto para que se hagan ustedes una idea de cómo está el patio: 

"Los cerdos son personas. Son seres cognitivos con personalidad. Tienen intereses propios, afectos y capacidad para sufrir. Sólo es por sesgo especista que justificamos tratarlos como cosas a nuestra disposición"

En fin. Algunas personas tenemos aspiraciones más altas que las que nos puede ofrecer una piara. 

En cualquier caso quiero lanzar un aviso a los animalistas, veganos y demás niños pijos abducidos por la ñoñería de Walt Disney: sepan que el animalismo se convertirá en un movimiento reaccionario  y casposo cuando surja la conciencia liberadora de los vegetalistas. Entonces nos enteraremos de que el auténtico crimen básico de la humanidad, lo que inició nuestra corrupción moral, fue amputar una inocente y pacífica alcachofa. ¡Vaya!, parece que nos vamos acercando a la manzana de Adán y Eva.

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