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25 jun 2025

40 años de genocidio



El próximo 5 de julio se cumplirán 40 años de la genocida Ley Orgánica 9/1985 que abrió la puerta a la eliminación sistemática de los hijos no deseados. Una legislación que ha permitido la eliminación impune de millones de vidas humanas. 40 años de vergüenza en los que pocos han sabido ir a la raíz del problema. 

El movimiento pro-vida fue desde el principio abducido y manipulado por los partidos de derecha y liberales que lo han utilizado para golpear a sus adversarios políticos. Este inmoral juego izquierda-derecha ha consistido en la negociación de lo no-negociable de forma que lo que empezó con supuestos medidos y casos extraordinarios ha llegado a ser una especie de culto satánico "sagrado", un tributo sangriento del sistema a la "diosa Libertad" donde lo único determinante para tener derecho a la vida es ser un niño deseado. 

Es importante señalar que aquella ley fue posible porque antes hubo otra, la del divorcio, que permitía la ruptura legal de un juramento sagrado. Y porque antes de eso, la constitución del 78, decidió apartar a Dios de la vida pública y definir que a fin de cuentas, sería considerado "constitucional" -y moral- todo aquello que acordara la mayoría absolutista del parlamento. Después, la ley del 85 abrió la puerta a toda clase de aberraciones pro-muerte: manipulación de embriones, vientres de alquiler, cirugías de cambio de sexo y eutanasia. 

Muchos pro-vida, comprensiblemente asqueados del trapicheo político, han centrado sus esfuerzos en tareas puramente asistenciales o de reivindicación cultural -manifestaciones con globos y canciones- renunciando a dar una batalla política y legal. Tampoco se ha dado como es debido la batalla filosófica y moral, porque si los pro-muerte se presentan como los adoradores de la "diosa Libertad" hay activistas pro-vida que parecen contraponer a esa locura una especie de culto horizontal a la "diosa Vida". 

Hoy el movimiento provida está descabezado y huérfano políticamente en las instituciones. El discurso pro-vida del PP ha sido sustituido por un abortismo moderado a pesar de que personajes como Mayor Oreja, más pepero que provida, traten de continuar con el engaño. Vox por su parte no ha llegado a concretar su declaración de principios provida y nunca se ha plantado para defenderlos en sus negociaciones presupuestarias o de gobierno. 

Acabo. Llevamos cuarenta años llamando aborto a esta clase de homicidio cuando todos sabemos que hay un abismo entre el aborto espontáneo y el aborto provocado. Deberíamos llamar a las cosas por su nombre y los crímenes que como sociedad llevamos 40 años acumulando son un asesinato masivo, un genocidio que clama al cielo. Lo pagaremos.

17 jun 2025

Lo que más o menos he dicho en Orduña, 150 años después

Este pasado sábado, 14 de junio de 2025, la Junta Carlista de Vizcaya ha organizado un precioso acto en Orduña, en el mismo lugar y 150 años después de la primera consagración pública al Sagrado Corazón de Jesús protagonizada por un rey de España. Aquel rey fue Carlos VII, que presidió la solemne ceremonia acompañado por el clero, el pueblo y su ejército -pueblo en armas-. 

Este sábado, tras la renovación de la Consagración, que se hizo en el santuario de la Virgen de La Antigua con la misma fórmula leída por Carlos VII, y después de visitar y atender unas interesantísimas explicaciones sobre la historia del lugar, nos trasladamos a comer a Elorrio. 

A los postres estaba programado un homenaje a nuestro querido Carlos Ibáñez Quintana, actual presidente honorario de la Comunión Tradicionalista Carlista y alma del Carlismo vizcaíno durante muchas décadas. Imaginen mi satisfacción por poder estar presidiendo todos estos actos en una tierra tan bella como sufriente, y acompañado de los admirables e incombustibles carlistas. Hacía muchos años que -por desgracia- no se celebraba en Vizcaya un evento carlista de esta categoría. 

Yo ya había estado en Orduña muchas veces, con la imaginación, gracias a las anécdotas que siempre cuenta Carlos, pero esta ha sido la primera que estoy físicamente presente. Y no he podido elegir un día mejor. 

Respecto a la consagración me gustaría señalar algo que solemos perder de vista o que se desenfoca cuando lo miramos con los ojos de la nostalgia: lo que ahora conmemoramos no es una simple vieja tradición, no es algo cuyo valor resida en su antigüedad. Es verdad que 150 años son muchos, y es verdad que Carlos VII fue el primero. Pero lo que celebramos es que en 1875 Carlos VII y sus carlistas, llenos de vida y de fe, decidieron hacer algo nuevo. Respondieron con prontitud y alegría a una novedad solicitada por el Santo Padre. Decidieron consagrar su oficio de Rey, y su realidad de pueblo alzado en armas  contra el mal gobierno, al único y último Soberano. 

En cuanto a nuestro querido y admirado Carlos Ibáñez ¿qué podría decir? Ahora que me toca presidir esta Comunión es para mí muy fácil hacerlo teniendo como presidentes honorarios a María Cuervo-Arango y a Carlos Ibáñez. Me basta con seguir adelante, sin mayor esfuerzo. Carlos se merecía este reconocimiento por sus años de lealtad, de constancia, de ejemplo. Es uno de esos hombres de su generación -posiblemente la que entre otras cosas alcanzó los mayores coeficientes intelectuales-: leal y cumplidor, serio y trabajador, puntual y honrado a carta cabal, humilde y práctico. Además Carlos ha sido maestro de Carlismo y si algo nos ha enseñado es el valor que tiene la verdadera política, el servicio político bien entendido. Es una de las personas con una fe más viva de las que he podido conocer y al mismo tiempo, uno de los carlistas más equilibrados, que siempre han sabido comportarse con naturalidad, sin aspavientos, poniendo la política en su sitio. Por todo ello, y aunque él se agarre a la frase del devocionario del requeté "ante Dios nunca serás héroe anónimo", este homenaje ha sido de lo más merecido. Carlos ha recibido la bendición de recibir, a sus 95 años, una vida plena y una familia maravillosa. Se merecía esta comida, esta placa y estos aplausos.