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6 ene 2024

Lo del muñeco



Lo del muñeco de Sánchez es una muestra más del nivel de cursilería y ridiculez que sufre el debate político en España. Si hubiera un apaleamiento de Sánchez yo sería el primero en condenarlo, pero apalear al muñeco de Sánchez es un desahogo tontorrón. Darle una importancia desmedida es primitivo e infantil como la superstición del vudú.

Sánchez, el presidente pingüino, se ha convertido en un muñeco de sí mismo. Una imagen acartonada, robótica y repeinada que es lo que le suele pasar a todos los autócratas con megalomanía. Tal vez sea por eso que todos los lameculos que pululan a su amparo ya no saben distinguir entre el Sánchez de carne y hueso y su efigie de cartón.

Si yo fuera Sánchez o alguno de sus miles de paniaguados estaría mas preocupado por buscar válvulas de escape a la presión que su política indecente está provocando, que por tapar las protestas lógicas contra su abuso de poder. Ya es bastante castigo soportar los desmanes de un mal gobierno como para que encima te prohíban quejarte por ellos. ¿Primero de pisan y luego te abofetean cuando gritas?

Sumen ustedes a estas consideraciones la aplicación flagrante de la doble vara de medir típica de la izquierda. La pesoe, en su estrategia clásica de hacer aspavientos por chorradas ignora con desparpajo y sin vergüenza todos los casos similares, como si no estuviera la hemeroteca llena que quemas de retratos y guillotinado de muñecos por parte de proetarras, separatistas o perroflautas. Eso no es justo y lo saben. Por mi parte bienvenidas sean todas las piñatas, vengan de donde vengan. No serán mala cosa si sirven para que el personal se desfogue aunque sea un poquito. 

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