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29 nov 2022

Protestar o desobedecer


¿Qué será lo mejor para luchar de forma inteligente y eficaz contra el mal gobierno de nuestro tiempo? ¿Y si en lugar de salir a protestar nos esforzáramos en seguir cada uno en donde estamos siendo capaces de desobedecer?

Las protestas, manifestaciones y huelgas reguladas son imprescindibles en ocasiones -no lo niego- para dejar constancia de una oposición, o para dar un testimonio. Pero sirven de poco. Está demostradísimo. Las redes sociales digitales, internet, pueden también sernos útiles para comunicarnos unos con otros, para mantener la llama de la disidencia. Pero la nota distintiva entre nosotros ha de ser la vida real, la convivencia cara a cara, la proximidad, el servicio mutuo. La clave para recuperar nuestra libertad no puede estar en una movilización perpetua contra la tiranía, y menos aún en una cómoda guerrilla digital, sino en tratar de vivir nuestra vida conforme a nuestros principios, día a día, en el mundo real, independientemente de quién sea el que esté en el gobierno.

La cosa no es fácil porque el control y la censura nos obligan a pagar, a callar y a dar cuentas al gobierno sobre casi todo. Teniendo en cuenta esas limitaciones hay que tratar de descubrir los resquicios de libertad que aún quedan. Los cristianos del siglo XXI, invadidos en nuestras propias ciudades por los neopaganos, somos los nuevos mozárabes. Si fuéramos capaces de agruparnos en pequeñas comunidades de familias libres y dedicáramos un tiempo a buscar esos resquicios podríamos hacernos fuertes y vivir cada uno según nuestra vocación, en libertad, que es de lo que se trata, a la espera de escenarios y tiempos más favorables.

Lo que está claro es que nunca conseguiremos quitarnos de encima a los carceleros progres del NOM yendo por libre, como individuos solitarios. Tampoco la vía electoral parece que vaya a despejar el panorama. Esperar que venga la salvación del propio sistema partitocrático parece bastante ingenuo. Por el contrario, familias amplias y conscientes de ser la resistencia... esa ha de ser la base. Seguido de agrupaciones de familias unidas en torno a pequeñas instituciones o a la pura amistad.

Hubo un tiempo en que los malos gobiernos eran débiles, no tenían todos los recursos, no disponían de toda la información. Aun así siempre fue una tarea ardua rebelarse contra cualquier tiranía. Nunca fue sencillo reunir los requisitos que exige la teoría de la guerra justa. Ahora el poder dispone de una fuerza nunca vista. Por eso no parece tan buena idea, hoy por hoy, la del enfrentamiento directo contra las fuerzas del mal. Estamos muy verdes para eso. 

Lo que nos queda es mucho sin embargo. Motivos enormes para resistir, para prepararse, para organizarnos... porque tenemos a nuestro favor la vida misma frente a la máquina, la realidad frente al metaverso, la humanidad frente al transhumanismo, y la confianza en Dios -nuestra arma secreta- frente a la desesperación de la oscuridad.

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