Noreña, Principado de Asturias, 2020.
Hay amores que matan. A estos extremos de subnormalidad pueden llevarnos los partidos políticos para aparentar que hacen algo por su trocito de tarta cuando realmente lo que hacen es dejarla a la altura del barro. Este tipo de señalética idiota hace más daño a la conservación del bable asturiano y a la imagen de Asturias que cualquier otra cosa. Llenando las calles de letras innecesarias lo que consiguen es presentar al bable como un capricho estúpido.
La defensa de los idiomas minoritarios o de los dialectos se tendría que hacer de otra forma, no empeñándose en las señales. Haciendo cosas inteligentes y no esas mamarrachadas. Convocando concursos literarios, por ejemplo, o ayudando tal vez a algún programa de radio pero no con estas mamarrachadas.
Y es que además la consecuencia política ya saben cuál es: lograr un desapego cada vez mayor de la idea de España entre los jóvenes y alentar a pirados como los que reivindican esa fantasmal "república asturiana" de la pegatina.
Como nos pongamos todos los españoles -los gaditanos por poner un ejemplo- a transcribir nuestras diferentes hablas vamos a necesitar muchos muchos letreros.
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