¿Por qué no? Todos estamos de acuerdo en que es imprescindible prohibir la pornografía infantil. Porque es maléfica y traumática. Pues por la misma razón, exactamente por la misma, habría que prohibir la pornografía juvenil. ¿Cómo va a ser algo diabólico para un niño de 15 años e inocuo para un joven de 18? ¿Cómo se podría explicar eso si no fuera por una pura convención arbitraria?
Finalmente, si concluimos que la pornografía es malísima para las personas de 14, 16, 17, 18 años… ¿Como podemos pensar que es buena para las de 20, 30, 40 ó 50? Sólo existen dos formas de romper con este esquema de hipocresía institucional: o se tolera todo, sin restricciones, incluida la abominable pornografía infantil o se prohibe toda. Cualquier posición intermedia es imposible de defender de una forma racional.
Dirán que lo que mata es la dosis más que el veneno. Pero el veneno es veneno siempre. Y no seamos ingenuos. Si se mantiene al alcance de los niños o de cualquier persona para consumo de los incautos y de los adictos será porque existen desalmados que se lucran de ello o, peor aún, que consiguen de esa forma embrutecer a la masa haciéndola cada vez más dócil y sumisa. ¿Hasta cuándo lo vamos a tolerar?
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