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5 ago 2012

CITAS BONITAS: LA REALIDAD SUPERA LA FICCION

Para oxigenar un poco el blog con algo menos transcendente voy a referir un par de cosillas que he encontrado en lecturas recientes. Como verán la realidad siempre supera la ficción... pero la ficción se suele adelantar al hacer sus pronósticos.

1º. Francisco Umbral en "La guapa gente de derechas". (Caralt, 1975. p.155.) Comenta un invento de la época, el "mensafono" y dice: 

"... me gusta salir a pasear por Madrid con las manos en los bolsillos. (...) Pero sería terrible salir de paseo y estar continuamente recibiendo llamadas de la centralita del mensáfono: "Que llame a su señora", "que llame a don Carlos", "que llame a Maripí", "que llame a los amigos de la Unesco", "que llame al periódico" (...). Los maridos se han puesto el mensáfono al cuello tan satisfechos y no saben que es como si se hubieran puesto una soga. (...) Cuando ya habíamos llegado a abolir la idea de conciencia, la idea de culpa, de pecado, resulta que la ciencia y la técnica nos proveen de una especie de conciencia adicional y recambiable (...) Ya he denunciado otras veces esta curiosa suplantación de la moral por la ciencia. A medida que el hombre tiene menos trabas morales, va teniendo más trabas higiénicas..."

¿A qué es bonito leer a un santón progre lamentarse de las incoherencias del progresismo?


2º. En el caso del chispeante Wenceslao Fernández Florez una ficción supera o se adelanta a otra ficción. En su novela "El ladrón de glándulas" (Librería General. Zaragoza. 1941) expone el argumento que Hollywood reeditaría en 2009 en la película "El curioso caso de Benjamin Button". Un millonario argentino, -después de exponer su teoría de que los seres humanos deberían nacer viejos e ir rejuveneciendo con el tiempo- secuestra a Jaime Escobar, un ingenuo español de vacaciones en Biarritz, con la intención de arrebatarle sus "glándulas" que presuntamente darán al secuestrador la juventud perdida. 

No es este el único caso en el que he visto a don Wenceslao tener una imaginación afilada. Y como lo he visto me parece de justicia contarlo.En su divertida novela "El hombre que compró un automóvil" (1938) profetiza las consecuencias de una sociedad dominada por el uso y abuso del motor de explosión. Sin embargo lo mejor de todo es el relato breve que se incluye al final de la novela y que se titula "Colofón fantástico". En él describe una situación en un futuro incierto en la que los automóviles, las máquinas, cobran vida propia y se rebelan contra sus amos humanos... ¿les suena el argumento?