Páginas

2 jul 2024

Una crítica un poco bruta a la monarquía



Hace unos días, el escritor falangista Eduardo García Serrano, en una de las llamadas "tertulias de Ardemans" se vino arriba al comentar el episodio de la enésima firma notarial del actual jefe del estado y dijo lo siguiente:

"Esta repugnante monarquía que padecemos devastó el siglo XIX español. El indeseable de Fernando VII nos costó..., ¡bueno!, la p*** de su hija, la isabelona, nos costo... , el oligofrénico meapilas de su tito, el Carlos María Isidro, nos costó tres guerras carlistas. ¡España desangrándose por estos p**** borbones!"

¡Uf! 

Don Eduardo, si lee usted este mensaje, en primer lugar, encauce un poco sus ímpetus hombre. No se crea que por imitar el estilo avinagrado de Jiménez Losantos, le van a hacer más caso. 

Con ese vómito dirigido al rey legítimo, don Carlos María Isidro, Carlos V, se equivoca usted totalmente. Don Carlos no fue perfecto (los monárquicos de verdad no aspiramos a reyes perfectos) pero fue un dignísimo rey. Lea algo un poco serio sobre su azarosa vida. 

Si hubo tres guerras civiles en el XIX, esas que denominaron "carlistas", no fue por meras disputas genealógicas sino porque hubo españoles que no se resignaron a que su Patria se convirtiera en otra más de las republiquitas bananeras en que se fragmentó la Monarquía Católica. 

Eran españoles que se oponían al afrancesamiento ideológico. Que ofrendaron sus vidas para luchar contra los frutos podridos de la revolución francesa entre los que se incluyen -tomen nota- las ideas neopaganas, el culto a la diosa-nación, la glorificación del estado, la militarización de la política, la apuesta por la voluntad pura y el recurso a la fuerza bruta. Algunas de esas ideas, remozadas y repeinadas por algunos jóvenes europeístas hace 90 años, ya las defendieron antes los espadones liberales -los espartero, los o'donnell o los narváez- y lo único que consiguieron entonces fue sumergir a nuestra patria en la humillante condición de colonia. 

El verdadero patriotismo español no está en el españolismo bravucón antimonárquico, ni en el revoltijo derechista republicano, sino en la veneración sincera de nuestras tradiciones políticas. 

No hay comentarios: