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26 ene 2022

Ideologitis



Estamos en manos de políticos enfermos de ideologitis. Para ellos lo que cuenta no es la realidad sino su capricho. Cualquier cosa libre o espontánea es sospechosa para sus lacayos. Cualquier cosa. Con todo hacen lo mismo. Son como vigilantes de museo, fanáticos del reglamento para quienes la contradicción carece de importancia.

Dicen por ejemplo que quieren favorecer las energías renovables pero cualquier iniciativa en ese sentido es asfixiada por su burocracia. Como se te ocurra aprovechar para leña un tronco traído por la riada tendrás problemas. Los ríos solo los pueden tocar los funcionarios del gobierno. ¡Ay de tí, iluso!, como pretendas montar una pequeña central hidroeléctrica en tu pueblo. Espera sentado. ¿Placas solares? Sí, claro, ponlas, pero prepárate para lidiar durante meses con las eléctricas como pretendas compensar lo que te sobre.

Dicen que les preocupa la España vaciada mientras se dedican a machacar a los autóctonos rurales. ¿Abrir las casas de los pueblos para dar alojamiento y desayuno? No se puede. ¿Vender mermelada en la puerta de casa, o queso, o huevos de tus cuatro gallinas a tus vecinos o a los turistas ? No puedes a no ser que instales un auténtico laboratorio en el patio trasero. Dicen que les preocupa la baja natalidad pero como tienen una ideología promuerte se ven impelidos a fomentar el aberrosexualismo estéril, la anticoncepción, el aborto y el suicidio como servicio público.

Dicen que quieren facilitar una buena inmigración pero no es fácil contratar. Y cuando se quiere dar trabajo a inmigrantes es casi peor cuando son legales. En realidad es casi imposible contratar a nadie. Porque el impuesto a la contratación ha convertido la mano de obra en un producto de lujo. Dicen que quieren facilitar el emprendimiento pero cada día imponen diez nuevos mandamientos y veinte trámites. 

Son tantas las contradicciones, se mire donde se mire, que ya no parecen contradicciones sino partes de una misma gran mentira. Cualquiera diría que los gobiernos están ahí para mentir. O que sus ideologías les obligan a ello.

Cada cosa que hacen es un golpe contra la realidad de las cosas, pero las ideologías son tan ciegas que cuando sus servidores se dan cuenta de ello no cambian su actitud sino que pretenden cambiar la realidad. De ahí ese empeño en cambiar la historia, en cambiar a los niños de los demás, en cambiar el lenguaje por decreto, en cambiar los letreros, los nombres de las calles, los mismos idiomas, la forma de pensar. Y de ahí su última locura, el metaverso: un mundo artificial, una realidad sin leyes naturales ni divinas que acabará convirtiendo en pilas de matrix a los desgraciados que sigan las consignas progres. Si logramos salvarnos de ese desastre será porque Dios habrá querido conservarnos el sentido común y los otros cinco sentidos. Y porque seremos conscientes de que sólo existe un "-ismo" aceptable: el realismo.

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