Hoy las oficinas de prensa vomitan un dato “tranquilizador” para este sistema satánico: el número de niños inmolados en los abortorios se mantiene estable. Algo menos de cien mil al año. Eso sin contar el genocidio de los embriones masacrados por métodos químicos. O simplemente descartados por los actuales Mengele de los pulcros laboratorios democráticos.
Los responsables de este genocidio pagarán por ello. Los responsables de obra y los de omisión. Todos ellos saben que abortar es matar a un ser humano inocente.
Una prueba más de que saben que está mal: Su feminismo criminal otorga a la madre el derecho a asesinar al hijo en gestación. En cambio -como es lógico, por otra parte- no permiten al padre desentenderse del cuidado del nuevo ser cuando aún está en las fases iniciales de su desarrollo como persona. Si de verdad creyeran que un feto es como un tumor… ¿por qué no admitir la “interrupción voluntaria de la paternidad”? Pero no. Eso les convertiría en seres un poco más coherentes. Pero sería demasiado salvaje hasta para los que sueñan con un mundo feliz en el que la familia haya sido sustituida por Papá-Estado.
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