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24 may 2021

La inmigración como arma ¿al servicio de quién?


Los políticos musulmanes son especialistas en utilizar a la masa de la población -de su población o de la ajena, eso da igual- para lograr sus objetivos. Rehenes, tráfico de esclavos, escudos humanos, marcha verde... No debiera sorprendernos en sus manos el uso de la inmigración como arma. Repasen la historia y verán que así es como se ha extendido siempre el Islam. Por las bravas, sin compasión, cobrando rescates o degollando. Nada de misioneros ni de buenas palabras. Sin embargo ahora, a pesar de su tamaño y crecimiento mundial, nos queda la duda de si el Islam no será en realidad mas que un gran cuerpo inerte, carne de cañón de potencias que lo utilizan como ariete para modelar la historia a su gusto y, concretamente, como elemento descristianizador. 

El Islam no es una religión. O no sólo eso. Es un imperio comunista primitivo que ha sido troceado y corrompido por las ideologías liberales de Occidente. Cada vez que renace, desenvainando la cimitarra sangrienta, lo hace desde la nostalgia de los califatos totalitarios de sus primeros siglos y como espantajo al servicio de intereses ajenos. Pero da la sensación de que, de alguna manera, el NOM duda... Los amos del mundo juegan con los ismaelitas y no durarán en sacrificar peones cuando les convenga. Un año aparecen como grandes aliados y al tiempo devienen en enemigo numero uno como Bin Laden. Repasen la lista de amigos y enemigos de Jomeini, Arafat, Sadam, Gadafi, Bashar al Hasad... ¿Qué pasará con Hassan II, nuestro vecino, el del palacio parisino? En este momento Marruecos es al mismo tiempo la reserva espiritual del mundo musulmán y el último amigo estratégico de Washington. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? Lo cierto es que alguien está jugando con fuego. Y con nosotros.

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