La dictadura del PPSOE
Es un clásico del argumentario político actual recurrir a la "ominosa dictadura" de Franco para todo. Lo mismo para condenar cualquiera de las cosas buenas que tuvieran lugar en los años del general gallego como para distraer al público con revisiones del pasado que ocultan los tejemanejes del presente. Sin embargo, prestando atención a la pura estructura general de la política española, sin entrar en los contenidos ideológicos de unos y de otros, la única diferencia que hay entre 1975 y 2021 es que antes había un partido político y ahora hay dos.
Hay más diferencias, evidentemente, pero lo que queremos señalar es que el régimen actual no puede dar lecciones ni de democracia ni de nada. Cuando se deja toda la participación política en manos de los partidos la sociedad deja de existir legalmente, se convierte en simple materia prima destinada a ser tallada, moldeada y adaptada según el capricho del gobernante. La izquierda y la derecha son las dos caras de una misma moneda, son dos intérpretes que se reparten los papeles en una misma tragedia. A veces parecen llevarse tan mal que esa misma disputa permanente parece justificar la necesidad de un sistema semejante. Pero en realidad, en el fondo, no se llevan tan mal. Cuando quieren se ponen rápido de acuerdo ya sea para subirse los sueldos o para llevar en la solapa el mismo pin de colorines. Por otro lado la aparición de actores secundarios aquí y allá no pueden hacernos olvidar que, en esencia, y desde sus mismísimos orígenes, el sistema político democrático partitocrático es bipartidista, turnista, o lo que es lo mismo: guerracivilista.
El sistema de partidos sirve para que el bien común no parezca secuestrado por la dictadura partitocrática. De la misma forma que la existencia de varias marcas comerciales suelen ocultar la existencia de auténticos monopolios.
En este número de nuestra revista recordamos algunos de los episodios y realidades de la partitocracia: Para qué (no) sirvió la victoria histórica de Aznar; en qué consiste el fondo ideológico gramsciano del progresismo; cómo la corrupción no es obstáculo para los partidos o cómo la epidemia del virus actual está sirviendo para que acumulen cada vez un mayor poder. En la parte de buenas noticias presentamos los testimonios de nuestros entrevistados, o el hito del Museo Carlista de Madrid. Siempre hay cosas por las que felicitarse.
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