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26 abr 2024

Lo de Alvise


Atentos a esto de Alvise, que está intentando presentarse a las elecciones europeas con una candidatura independiente llamada "Se acabó la fiesta". Llevo tiempo diciendo que en tiempos revueltos es cuando surgen las guerrillas, los justicieros de buena intención y también, al mismo tiempo, los grupos de disidencia controlada, los señuelos y las falsas banderas. A veces es difícil distinguir unos y otros. En cualquier caso no es sano ni ilusionarse ingenuamente por todo, ni descartar cínicamente todo. Observar y analizar. El tiempo siempre pone a cada uno en su lugar.

Los que aún no se han desengañado con su partido, o los que han creado otro con la intención de hacer lo mismo pretendiendo un resultado distinto, claman contra la irrupción de guerrilleros como Luis Pérez. Porque les resulta una figura incómoda. Porque los esquemas de la partitocracia parecían la única política posible. Y porque además les pone en evidencia.

Alvise tiene a su favor una baza importante y es, paradójicamente, su personalismo. Su proyecto es muy personal y eso lo hace limitado pero eficaz. El día en que Alvise monte un partido al uso perderá todas sus posibilidades. Le pasó lo mismo a Pablo Iglesias II. No olvidemos que el primer logo de Podemos era la cara del coletas, luego se convirtió en un P.C. de manual y entre purgas y sectarismos acabó en la irrelevancia. Antes que Alvise hubo otros experimentos similares como los de Ruiz-Mateos o Jesús Gil. La diferencia es que Luis Pérez, hasta que se demuestre lo contrario, no encabeza ni una revancha personal ni unos intereses empresariales concretos. Eso lo hace más interesante. Mas que un empresario cabreado Alvise es la moda de los youtubers llevada a la política. ¿Y qué hay detrás de un youtuber? Generalmente muy poca cosa, por eso, como los antiguos guerrilleros resulta difícil de controlar. Porque para alguien acostumbrado a la artillería pesada es más sencillo abatir rinocerontes que mosquitos.

No conozco personalmente a Luis Pérez, no sé realmente si es auténtico o si le financia alguien a cambio de agendas ocultas. Lo que sé es que en estos momentos de descomposición general del sistema Alvise está diciendo con vigor unas cuantas verdades básicas en defensa de la libertad y de la identidad española. Y eso se agradece. ¿Que le falta fondo doctrinal? Por supuesto. ¿Que se arrima demasiado a otros francotiradores de ideología liberal? Eso es lo quizás lo peor. Pero aun así ojalá hubiera unos cuantos Alvises, guerrilleros patriotas en lucha contra un sistema que ha convertido a España en una maldita colonia. Seguiremos atentos. Lo dicho, ni emocionarse ingenuamente, ni recelar de todo como un cenizo. La vida es lucha, respetemos a los que así la viven.

22 abr 2024

Algo sobre economía: diez principios básicos



Me preguntan que cuál sería la postura económica del Carlismo, pero yo creo que no es bueno que en economía exista una postura económica cerrada. La economía no es una ciencia exacta. No existen recetas mágicas que garanticen la prosperidad o la ausencia de errores. La economía es una parte de la moral, un campo en el que lo más importante es tener en cuenta cuáles son los límites, cuál es el marco de lo lícito moralmente hablando. Dentro de ese marco -definido hace mucho tiempo por la Doctrina Social de la Iglesia- cabe una amplísima discusión sobre cuáles podrían ser las medidas a tomar en cualquier momento. Así a bote pronto se me ocurren estos diez principios básicos a los que debería ajustarse una política económica tradicional:

1. La propiedad privada es un bien, pero no es un bien absoluto sino que ha de estar supeditado al bien común. Eso de "lo quemé porque era mío" es inaceptable. 

2. La propiedad ha de estar repartida y no concentrada, ni en manos de unos pocos, ni en manos del estado. Que todos vean físicamente los límites de su propiedad.

3. La propiedad privada es un derecho personal, pero también de los cuerpos sociales naturales. Familias, municipios, asociaciones, universidades, fundaciones, cooperativas, instituciones religiosas, sociedades o asociaciones varias... necesitan disponer de un patrimonio para actuar con libertad.

4. La propiedad ha de fluir de unas generaciones a otras dentro de las familias y dentro de cada uno de los cuerpos sociales naturales. Saber que somos un eslabón en la cadena nos hace humildes a la vez que responsables. Herederos y libres a la vez.

5. La libertad de mercado es buena, pero no puede dejarse en manos de "la mano invisible". El anarcocapitalismo lleva necesariamente al consumismo y al abuso de los poderosos. 

6. La autoridad tiene el deber de supervisar, arbitrar, moderar y ordenar el mercado para que no se perjudique a los más débiles. Debe castigar todos los abusos como la publicidad engañosa o la usura.

7. Gran parte de los abusos vienen actualmente de la mano de la economía virtual, la especulación financiera, los fondos de inversión anónimos... todo lo que sea economía real, bienes tangibles -como quizás una vuelta al patrón oro- facilitará una economía más justa. 

8. Los sindicatos o asociaciones laborales deberían articularse en una organización sindical única, con amplias competencias, y tener una representación política directa en las Cortes. Lo mismo para los colegios profesionales y para todos los legítimos intereses económicos.

9. La mejor ayuda para la empresa no es la subvención sino la eliminación de trabas, burocracia e impuestos. 

10. El gasto gubernamental, apoyado en una deuda pública monstruosa, es un lastre para la economía general y un robo a las generaciones futuras. Es un derroche continuo en prebendas y subvenciones por culpa de la corrupción y de un sistema electoral clientelista. 

Creo que no hace falta decir mucho más. Agradecería sin embargo comentarios constructivos si alguien opina que me he dejado algo importante en el tintero.

21 abr 2024

Si el poder fuera servir...


Me preguntan a ver cómo entendemos los carlistas, dentro de nuestra concepción foral de la política, el problema del reparto regional de competencias en educación, o en sanidad, o en materia de orden público. Va todo en una misma pregunta, mezclando asuntos que aparentemente no tienen mucho que ver como son las políticas sanitarias, las educativas y las policiales. En realidad sí tiene sentido porque todo ello son servicios por los que debe velar la autoridad. Servicio, esa es la palabra. 

La cuestión es, ¿cómo se reparten esos servicios o cuidados en los distintos órdenes territoriales? La clave desde el punto de vista tradicionalista está en los principios de subsidiaridad y solidaridad: Todo aquello que pueda solucionar una entidad inferior no tiene por qué exigir la intervención de la entidad superior. Y todo aquello que no pueda solucionar el ente inferior requerirá una intervención del superior. Con este esquema da igual que hablemos de bacterias, de baja comprensión lectora o de delincuentes. Lo que podríamos llamar el talante fuerista exige liberar -y cristianizar- el concepto de soberanía de forma que el que ostenta la autoridad no sea tanto el que ordena y manda sino el que sirve. El gobernante cristiano, ya sea un padre de familia, un alcalde, un diputado o el rey, no está donde está para hacer lo que otros ya están haciendo sino para servir -subsidiariamente- haciendo aquello que es necesario y se ha quedado sin hacer.

En el sistema moderno, el de la ideología liberal y sus derivadas, como sucedía en los sistemas pre-cristianos, la autoridad se convierte en mero poder. Ya no está donde está para servir sino para extender, como un pulpo, su influencia, capricho y voluntad allí donde lleguen sus tentáculos. Por eso el mundo de la política, cuando prescinde de Dios, como pasa con los gansters, las mafias, los narcos o las maras, se reduce a una lucha de poderes contrapuestos. En ese mundo no hay fueros que valgan porque el poderoso llegará allí donde no encuentre la resistencia de otro poderoso. 

Me dirán que eso de una autoridad dispuesta a servir más que a mangonear es un sueño utópico e imposible. Bueno, pues esa es nuestra historia, la de la Cristiandad, la de un mundo imperfecto que se empeñó en seguir ese ideal "imposible" que anunció Jesús en el Evangelio: Mateo 20: 25-26: "Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor"

La burocracia y los enchufes


Nunca han existido tanta burocracia, tantas normas o tantos controles protocolarios en la Administración. Y sin embargo nunca, como ahora, han sido tan necesarios los enchufes y el conocer a alguien para saltarse una lista de espera médica, resolver un problema judicial o agilizar cualquier trámite administrativo. La democracia era esto. Todos iguales pero unos más iguales que otros.

Pero no se crean que denuncio esto porque esté a favor de "perfeccionar" -o sea, de deshumanizar aún más- el sistema o porque me molesten los enchufes. Al revés, estoy convencido de que las cosas funcionarían mejor con menos burocracia, menos controles, menos robots parlantes y más humanidad. ¿Y con más enchufismo y amiguismo? Pues sí, también con eso, dentro de un orden. ¿Cuántas veces han ido a resolver una tontería y el funcionario o empleado de turno les ha dicho eso de "lo siento, pero el sistema no me deja"? Las normas están bien como pauta general pero incluso el sistema más perfecto hace sufrir a infinidad de personas en infinidad de ocasiones porque no es capaz de detectar y solucionar los pequeños problemas con la agilidad que caracteriza a una persona empática. El hecho de facilitar las cosas a alguien por el hecho de conocerle es lo más humano del mundo y debería ser lo más normal. Naturalmente que habrá que evitar los abusos, pero también habrá que tener en cuenta que sin esa válvula de escape de los enchufismos esto ya habría reventado por alguna parte.

He dicho "dentro de un orden", porque las recomendaciones interesadas, los sobornos, los tráficos de influencias o las mordidas son precisamente los males que sirven de justificación a los puritanos de la norma, a los que dicen que para evitar esa corrupción la única solución posible es establecer unas normas inhumanas. No. Porque esas normas dificultan la vida a los inocentes de tal forma que es peor el remedio que la enfermedad. Si hay abusos persíganse, pero no a costa de fastidiar a la mayor parte de la gente. Hay un ladrón asaltando viviendas. Lo lógico sería que la autoridad persiguiera a ese ladrón. Pero no, la mentalidad burocrática no se centra en eso, prefiere obligar bajo multa a todo el mundo a poner cerrojos o decretar un toque de queda en vez de centrar sus esfuerzos en detener al criminal.

Si queremos un mundo mas amable, más humano, más nos valdría anteponer cosas tan humanas como la amistad por encima del cumplimiento de la norma. En definitiva, dar l sistema un enfoque más empático de forma que si alguien se salta la cola todo el mundo entienda que es porque se trata de una excepción, o de una emergencia, y no de un caradura. Porque ¿Qué es más difícil? ¿Tener muchos amigos o cumplir todas las normas? No hablo de eliminar la norma. Hablo de anteponer la humanidad. Como cuando en la circulación rodada prevalece lo que diga el guardia por encima de la señalética.

En definitiva, que cuando las leyes se hacen para el hombre, con sentido común y proporcionadas, no se hace tan necesario el auxilio extraoficial. Pero cuando, como ahora, se exagera el cumplimiento de forma farisaica, la única manera de no convertirse en robot, esclavo de la ley, es recurrir a la ayuda de amigos y conocidos. Moraleja, tengan amigos porque eso es lo que abre puertas, y si está en su mano favorecer a alguien -dentro de un orden- háganlo, porque el mayor placer del mundo es ese: servir.

6 abr 2024

No quieren la reconciliación


Las ideologías inmanentistas que sustentan el progresismo triunfante no creen en el perdón o la reconciliación. Para ellos la reparación es revancha, y la memoria es simple reescritura de la historia. Neologismos como memorialismo, resignificación o negacionismo ocultan su incapacidad para trascender, para perdonar y para convivir. Por eso no van a parar. Por eso piden la demolición del Monumento de Pamplona o dinamita para la Cruz más grande del mundo.

No se contentan con reivindicar la memoria de la España roja, no les basta con publicar libros o levantar memoriales a sus muertos. Eso sería -es- entendible y hasta respetable. El problema es que necesitan destruir la memoria, los monumentos y los recuerdos de los demás, necesitan imponer su visión sectaria de las cosas, necesitan azuzar el victimismo en todos los ámbitos. Es absurdo negociar con ellos porque carecen de empatía y buena voluntad. Siempre he creído que debemos intentar un acercamiento entre los extremos, siempre trabajar por la paz. Pero seamos realistas. O se les hace entender que hay que respetar o esto acabará muy mal.

En cuanto al caso de Navarra es preciso recordar que la guerra del 36-39 afectó a toda España. Es tramposo presentar el caso de Navarra como si fuera una isla criminal. Es injusto catalogar a todos los combatientes de un lado como "cuneteros", lo mismo que sería inaceptable llamar "violamonjas" a los del otro. Seamos sinceros, ¿qué habría pasado en Navarra si llegan a ganar los rojos? ¿Qué pasó con los carlistas o los católicos en general en Cataluña y Valencia? Dejen la historia a los historiadores, denuncien los crímenes verdaderos y documéntenlos. Yo estaré con ustedes a la hora de condenarlos. Pero no cometan la injusticia de insultar a toda una generación que -mal que les pese- se alzó con libertad y valentía para servir a sus ideales con nobleza.

Por otra parte, si alguno pensaba que exhumando los huesos ilustres que reposaban tanto en Cuelgamuros como en el Monumento de Navarra se iba a apaciguar el talibanismo rojo verá que estaba muy equivocado. No buscan la reconciliación sino la pura revancha. No justicia sino venganza. Los huesos eran un peldaño necesario en sus planes. Los huesos solo reciben respeto cuando se cree en algo trascendente. Si no crees en nada la sobreactuación por las fosas o la recuperación de restos es pura hipocresía, una pose que se adopta para humillar al adversario.

Lo peor es que esto se veía venir. Que si hemos llegado a este punto es gracias a la estrategia malminorista que infecta desde hace décadas a los dirigentes políticos y sociales del conservadurismo más o menos católico. Cada retroceso, cada cesión, nos la han vendido como la solución definitiva al conflicto. Tienen tanto miedo que no se dan cuenta, o sí, de que ceder al chantaje mafioso de quienes no creen en nada es preparar la próxima humillación. Es ya muy tarde. Se ha perdido mucho. Pero no se ha perdido todo si un número suficiente de españoles se organiza, resiste con paciencia, documenta los hechos y se conjura en no ceder nunca más, ni un paso que vaya en detrimento de la verdad o de la honra de nuestros muertos. Porque aquí resulta que todo el mundo tiene sus muertos. La diferencia es que nosotros honramos cuerpo y alma. Ellos sólo huesos.