Sacar unos huesos de una tumba no parece una gran hazaña. Y sin embargo los progres nostálgicos de Pamplona (nazionalistas + comunistas + podemos) están tratando de venderlo así mientras preparan con ilusión su particular 20-N. Quieren anunciar el fin de los enterramientos de la cripta del Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada como si ello representara una gran victoria para las vitrinas del "antifascismo". Como si clausurar un cementerio que lleva 80 años sin acoger a nuevos muertos fuera una urgencia sanitaria. O como si cambiar la ubicación de unos pobres restos enemigos fuera un primer paso triunfal previo a la demolición del Monumento.
Todo el mundo sabe que los familiares son muy libres de hacer traslados óseos. Alguno diría que ya no son tan libres cuando se les presiona desde la administración para ello. Pero aunque vaciaran todas y cada una de esas tumbas, no cambiaría un ápice ni la historia ni el testimonio que supone la mera existencia de ese gran edificio en el centro de Pamplona.
Las "victorias" de los revanchistas consisten en hacer exposiciones sacrílegas o en mover huesos. La nuestra es que día tras día esas piedras de la plaza de la libertad sigan gritando que hace 80 años la gran mayoría de los navarros se alzó libremente, leal a su propio gobierno foral, en contra del gobierno laicista y totalitario "de Madrid". Eso es lo que quisieran cambiar. Y rabian porque no pueden.
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