El hilo conductor era si don Juan Carlos debe dimitir o no... ya me diréis si ha merecido la pena.
Algunas cosicas que creo que he dejado claras:
- Don Juan Carlos no es el rey sino el jefe del estado. Por lo tanto no debe abdicar sino que simplemente debe dimitir.
- Los carlistas llevamos 180 años denunciando este paripé de monarquía que desprestigia a la verdadera monarquía tradicional.
- La sociedad es lo que es, ahora se ha hecho anti-juancarlista por lo de botsuana o por lo de Urdangarín pero hace cuarenta años era franquista y luego será antifelipista cuando se de descubra a don felipe alguna otra cosa fea. No se puede hacer depender las instituciones españolas de debates frívolos o modas.
- Si se produce una abdicación en don Felipe para lo único que servirá es para consolidar o que continúe la partitocracia.
- El problema no son ni los elefantes ni siquiera Urdangarin sino el sistema, la partitocracia, una tiranía en cuya cúspide está don Juan Carlos, ilegítimo de origen y de ejercicio, heredero de Franco, y el mayor enemigo de la auténtica monarquía.
- Porque esto no es una monarquía sino una farsa. Juan Carlos no es rey, no rige. Encabeza un sistema que adultera la verdadera monarquía.
- El mito del 23F y la presunta acción "providencial" de don Juan Carlos en defensa de la presunta democracia es parte de la farsa general. A la monarquía liberal la pusieron para dar apariencia de respetabilidad al sistema ante la gente sencilla.
- La situación de Holanda en la que la reina ha abdicado en su hijo a los 75 años no tiene nada que ver. Holanda está mucho más podrida aún que España, lo que pase allá ¿qué nos importa?
- La llegada de don Felipe sería más de lo mismo (aunque está claro que la gente está dispuesta a creérselo todo y a verlo si hace falta como el salvador)
- La legitimación de un rey no puede venir por las urnas. Si las urnas legitiman... ¿por qué ahora todo el mundo está contra Rajoy que sacó mayoría absoluta?
- La solución no es una revolución sino una contrarrevolución. Lo que hay que hacer es cambiar el sistema y quien lo tiene que hacer es la gente, la sociedad, no los políticos.
APÉNDICE...
(Un blog lo soporta todo. Porque viene a cuento y porque es una síntesis del pensamiento político tradicional que hemos de esforzarnos en difundir más y mejor, copio a continuación el apartado "REY" del Ideario de la Comunión Tradicionalista Carlista:
APÉNDICE...
(Un blog lo soporta todo. Porque viene a cuento y porque es una síntesis del pensamiento político tradicional que hemos de esforzarnos en difundir más y mejor, copio a continuación el apartado "REY" del Ideario de la Comunión Tradicionalista Carlista:
Rey
La
monarquía es el régimen que mejor se acomoda a la esencia del poder
político por sus características de unidad, continuidad e
independencia, y para España, es la que formó su nacionalidad y se
adapta mejor a su idiosincrasia manifestada por su historia.
El concepto de monarquía va unido al de su legitimidad, pero la vacancia actual en la Dinastía carlista no puede hacer variar al tradicionalismo de sus convicciones monárquicas.
En la monarquía, el rey es el depositario de la soberanía política del Estado; pero el calificativo tradicional que se le une, significa que, el poder que ostenta está limitado por arriba, por las leyes naturales y divinas que no puede traspasar, y por abajo, por la soberanía social que las Cortes representan.
El ejercicio de la soberanía política se distribuye en tres funciones independientes entre sí, pero coordinadas en su titular, el rey: la legislativa, la judicial y la de gobierno o administración.
La función legislativa la ejerce el rey con la asistencia de las Cortes. La composición de Estas plantea el problema de la representación social en las mismas.
Por principio la representación no puede ser por partidos porque éstos no reflejan la estructura social sino los intereses políticos de los grupos que buscan el acceso al gobierno y lo que las Cortes significan es precisamente la contraposición de la sociedad al poder, para que las leyes que se dicten y que aquella tiene que cumplir lo sean con su colaboración y conformidad.
La representación será pues de aquellas asociaciones y corporaciones (territoriales e institucionales principalmente) en las que la sociedad se organiza espontáneamente en su variedad y que expresan la vivencia de los problemas que la ley debe regular o dar solución en su caso.
La función judicial se ejercita en nombre del rey, pero se aplica, por su carácter eminentemente jurídico, por un cuerpo de magistrados, peritos en derecho, que una vez nombrados se independizan hasta el punto de dirimir las contiendas que surjan con el mismo rey, sujeto a la ley igual que sus súbditos. Se suprime el ministerio de justicia, para asegurar la total imparcialidad de la función.
La función administrativa (la llamada ejecutiva en el sistema liberal) se lleva a cabo por el gobierno, cuyo presidente es libremente elegido y depuesto por el rey, no necesitando sus decretos llevar la firma regia.
La labor administrativa es la diaria de gobierno de la nación, sobre la que no puede trazarse una trayectoria predeterminada y su iniciativa o respuesta corresponde a la coyuntura circunstancial del momento, dentro del cuadro constitucional y del propósito del bien común de los administrados.
El gobierno se distribuye en ministerios especializados, cuyos miembros designa el presidente y para cuyas decisiones básicas se necesita el informe preceptivo de los diferentes consejos, según la distribución de competencias.
Al rey le corresponde la dirección de la alta política nacional y el mantenimiento del esquema constitucional de Dios, Patria, Fueros, Rey, que es por su propia enunciación inalterable. Está asistido de un consejo real y puede llamar a consulta a los presidentes de las cortes, de la justicia y del gobierno. Si el rey es el que se desvía del ideario indicado, decae de su soberanía y surge en el pueblo el derecho de rebeldía.
El concepto de monarquía va unido al de su legitimidad, pero la vacancia actual en la Dinastía carlista no puede hacer variar al tradicionalismo de sus convicciones monárquicas.
En la monarquía, el rey es el depositario de la soberanía política del Estado; pero el calificativo tradicional que se le une, significa que, el poder que ostenta está limitado por arriba, por las leyes naturales y divinas que no puede traspasar, y por abajo, por la soberanía social que las Cortes representan.
El ejercicio de la soberanía política se distribuye en tres funciones independientes entre sí, pero coordinadas en su titular, el rey: la legislativa, la judicial y la de gobierno o administración.
La función legislativa la ejerce el rey con la asistencia de las Cortes. La composición de Estas plantea el problema de la representación social en las mismas.
Por principio la representación no puede ser por partidos porque éstos no reflejan la estructura social sino los intereses políticos de los grupos que buscan el acceso al gobierno y lo que las Cortes significan es precisamente la contraposición de la sociedad al poder, para que las leyes que se dicten y que aquella tiene que cumplir lo sean con su colaboración y conformidad.
La representación será pues de aquellas asociaciones y corporaciones (territoriales e institucionales principalmente) en las que la sociedad se organiza espontáneamente en su variedad y que expresan la vivencia de los problemas que la ley debe regular o dar solución en su caso.
La función judicial se ejercita en nombre del rey, pero se aplica, por su carácter eminentemente jurídico, por un cuerpo de magistrados, peritos en derecho, que una vez nombrados se independizan hasta el punto de dirimir las contiendas que surjan con el mismo rey, sujeto a la ley igual que sus súbditos. Se suprime el ministerio de justicia, para asegurar la total imparcialidad de la función.
La función administrativa (la llamada ejecutiva en el sistema liberal) se lleva a cabo por el gobierno, cuyo presidente es libremente elegido y depuesto por el rey, no necesitando sus decretos llevar la firma regia.
La labor administrativa es la diaria de gobierno de la nación, sobre la que no puede trazarse una trayectoria predeterminada y su iniciativa o respuesta corresponde a la coyuntura circunstancial del momento, dentro del cuadro constitucional y del propósito del bien común de los administrados.
El gobierno se distribuye en ministerios especializados, cuyos miembros designa el presidente y para cuyas decisiones básicas se necesita el informe preceptivo de los diferentes consejos, según la distribución de competencias.
Al rey le corresponde la dirección de la alta política nacional y el mantenimiento del esquema constitucional de Dios, Patria, Fueros, Rey, que es por su propia enunciación inalterable. Está asistido de un consejo real y puede llamar a consulta a los presidentes de las cortes, de la justicia y del gobierno. Si el rey es el que se desvía del ideario indicado, decae de su soberanía y surge en el pueblo el derecho de rebeldía.
7 comentarios:
Javier si me permites una crítica, considero que hay que aprovechar las pocas oportunidades que hay de salir en medios de comunicación. Es por ello que hay que tener más continuidad cuando te den la palabra y no soltarla tan fácilmente, intentar discursos más largos y no pildoritas que apenas se entienden sin explicaciones más largas y convincentes y, sobre todo, ser o intentar ser el protagonista del debate llevando el ascua a tu sardina. No dar en ningún momento coas por sabidas ni hablar para convencidos. Sé que es difícil pero así lo veo y con ánimo constructivo te lo planteo.
Gracias por la crítica, tan respetuosa y constructiva. La cuestión es que si vas con intención de monopolizar el debate ("con explicaciones largas y convincentes") igual te sales con la tuya pero a costa de hacerte antipático y entonces no merece la pena. He intentado buscar un equilibrio y por supuesto acepto que pude forzar algo más la cosa. Siempre se aprende en estas cosas.
Lo importante, creo yo, no es tanto caer simpático cuanto dar a conocer unas ideas. Quizás quienes te hayan visto ya se han olvidado de tu cara pero posiblemente hayan quedado en su mente las ideas que les hayas explicado. Pero reconozco que es difícil y como todo se necesita experiencia que quiera Dios vayas tomando porque te sigan llamando de eso o de otro medio.
Hombre, en estas cosas "lo importante" es todo a la vez. Me refería a tratar de conseguir simpatía no para mi cara sino para nuestras ideas, evidentemente. La dificultad está en ver cómo exponemos nuestro Ideario con toda su solidez pero sin que suene a marciano... y también para que nos sigan llamando.
Me alegro que hayas podido salir en la ETB, pues tu voz es nuestra voz, a ver si puedes dar el salto a tertulias de ámbito nacional con una mayor difusión. En tv13 sí que he visto alguna vez al R. L. Dieguez, ¿por qué no Javier Garisoain?.
En cuanto a este debate, es una jaula de grillos, hacerse un hueco y una exposición de mínimos no es fácil, creo que fuiste ganando confianza y espacio conforme avanzaba el debate.
“Un Rey que no rige”, suena a broma, pero es lo que hay, el Título-II de la Constitución lo deja bien claro. Felipe, me cae bien, de mi misma generación, hemos crecido a la par, no bajo el mismo techo palaciego, por supuesto, pero he visto su formación y evolución, está muy preparado y creo que es buena gente, tal vez es mucho decir, pero así lo creo. Ahora, como tú dices sería cambiar un muñeco por otro y el sistema seguiría teniendo los mismos males estructurales y no habríamos ganado más que un rey más joven, para perpetuar este mismo estado de cosas que sufrimos.
Siempre he visto esta Monarquía parlamentaria como un gran mal menor, si lo comparamos con ser una República con un Jefe de Estado llamado José Luis Rodríguez Zapatero, por ejemplo…
Gracias por los comentarios. Efectivamente, la gente tiene "ganas" de tener un gobierno estable, decente, apartidista, que mire las cosas a largo plazo... aunque no lo sepa tiene ganas de un auténtico REY. Me llamó mucho la atención que el único momento de aplauso espontáneo del público fue cuando una de las contertulias lanzó una pequeña "arenga" diciendo algo así como que nos teníamos que unir todos en torno al nuevo rey (don Felipe) que entonces él garantizaría que no faltara a nadie un plato caliente. Esta presentación emocional y casi irracional de un rey como el "padre de los pobres" y encarnación del gobierno justo es un anhelo que la gente sencilla lleva dentro. Por ello tenemos que luchar.
Si el país es pobre vivan pobremente el Rey y sus Ministros” esta frase atribuida a D. Carlos VII que gran receta para hoy, creo que toca la fibra sensible del pueblo llano y sencillo, que trabaja de sol a sol, que llega justo a final de mes, si llega, y que siente repugnancia por unos gobernantes que dilapidan el erario público, el fruto del sudor de los muchos para que lo fundan en opulencias y ostentaciones unos pocos.
Tiene que haber un camino de justicia social y valores recios católicos, patrios y forales, parece que la sociedad se tenga que decantar entre un liberalismo económico salvaje que enriquece a unos pocos y expolia a unos muchos, insolidario y leonino; y por otro lado las fórmulas fracasadas de las izquierdas con sus sectarismo ideológicos, intervencionismo estatal hasta en los hogares y de igualdad en la miseria. Decía un carlista, que el carlismo es social, no socialista, no confundir, lo digo por aventuras como las de Carlos Hugo, que gran defección y confusión, en tiempos en las listas de IU junto con el PCE, ver para creer.
El Rey justo al servicio del pueblo, el “primus inter pares” de los reyes aragoneses completado con el “si non, non” heredado de los godos. La ceremonia de coronación de los Reyes de Aragón ante el Justicia de Aragón frente al altar mayor de la Catedral de la Seo de Zaragoza bajo la fórmula “Nos, que cada uno de nosotros somos igual que vos y todos juntos más que vos, te hacemos Rey si cumples nuestros fueros y los haces cumplir, si no, no”. Hay algo más tradicional y español… la corona como símbolo de dignidad.
Aunque entro sólo una o dos veces a la semana, iré haciendo algún comentario. Gracias a ti por tu Blog, muy interesante para quienes gustamos de estos temas de historia y de viva actualidad.
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