Me ha pedido María Cuervo-Arango, como anfitriona de este encuentro de Oviedo, previo a la andadura que comenzáis mañana, que os envíe un saludo para unirme de alguna manera a esta peregrinación, a este encuentro. Y lo primero que tengo que decir es que me dais mucha envidia porque las peregrinaciones religioso-patrióticas son siempre una ocasión estupenda para disfrutar y para que salgan muchas cosas buenas.
Supongo que estaréis de acuerdo conmigo en llamar a esto una peregrinación religioso-patriótica. Nosotros no hemos de tener ningún problema, ni confundimos, ni hacernos un lío porque estén lo patriótico y lo religioso unidos. De hecho España nació y ha renacido en varias ocasiones, en el Concilio de Toledo, en Covadonga, en la Reconquista, en la lucha contra el protestantismo, en la lucha contra Napoleón, en la Cruzada... Ha nacido y a renacido en torno a los ideales que unen la Fe y el sentido de Hispanidad. Así que creo que ir a Covadonga es una buena elección. Podría haberse hecho la peregrinación a otras Covadongas que tenemos en nuestra historia. Pero sea como sea en este momento de nuestra historia está claro que necesitamos una nueva Covadonga, necesitamos una nueva reconquista. Y Covadonga lo que nos demuestra es que esa nueva reconquista empezará como Dios quiera, cuando Dios quiera y donde Dios quiera.
En cuanto al asunto de la misa tradicional -que supongo que estarán los nervios a flor de piel estos días y que será en el camino un tema de conversación constante- ya os imaginaréis muchos lo que os puedo decir: que mantengáis la calma, que tengáis fe, que tengáis confianza, que las grandes obras en la vida no se consiguen sin cruces, que las pruebas son las que hacen que al final el Espíritu vaya soplando... Y si es del Espíritu saldrá adelante. En eso no tengáis la menor duda, por muchas dificultades que se vean en un momento dado. El testimonio que puedo dar yo en este tema es paradójico porque yo personalmente no soy una persona de misa tradicional, nunca he estado en esos ambientes, posiblemente porque he vivido siempre rodeado de sacerdotes muy respetuosos siempre con las formas y sin abusos litúrgicos ni cosas raras. Tengo dos hermanos sacerdotes y dos hermanas monjas y conozco muchos ambientes de iglesia. Siempre he tenido una gran simpatía por el latín como lengua universal, católica, me parece que sería estupendo que se recuperara y también todas aquellas formas litúrgicas que devuelvan el espíritu de lo sagrado, de la celebración más profunda de la liturgia. Así que, como digo, hay que tener confianza en que la Iglesia es mucha Iglesia y los renglones torcidos al final se acaban enderezando. Hay que tener paciencia, hay que tener también mano izquierda, poner buena cara y nada... seguro que estos días los aprovecháis muy bien y llegáis a Covadonga con una gran sonrisa, aunque llueva -que no sería nada raro en Asturias- o aunque os salga un oso, que espero que no.
Por último decir que ya siento que os hayáis perdido por culpa del virus la charla que ibais a tener con Javier Barraycoa que, según se anunciaba, iba a hablar sobre el compromiso de los católicos en la política. Yo lo único que os puedo decir sobre esto, en dos palabras, es que si sois católicos españoles y queréis hacer política que os hagáis carlistas si no lo sois. Que trabajéis desde el Carlismo. Que aunque parezca hoy por hoy una cosa humilde y pequeña es un hilo o una corriente que nos enlaza con todo lo bueno de la historia de España, empezando por ejemplo con Don Pelayo y con los cristianos de Covadonga.
¡Y sin más, me despido con un Viva Cristo Rey, Viva España, Vivan los Fueros, Viva el Rey, Viva Asturias!
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