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30 jul 2021

Castillo y los castellanos



El nuevo presidente de el Perú, Pedro Castillo, ha utilizado su discurso de investidura para hablar de historia. ¡Como fuera esto mismo lo que enseñaba en su escuelita... pobres alumnos!. En un momento dado, después de aludir a un tiempo de leyenda (¡cuatro milenios y medio!) durante los cuales los peruanos vivían en armonía con sus semejantes y con la naturaleza, se ha sumado al típico argumentario de la leyenda negra para hablar despectivamente de la llegada de "los hombres de Castilla". La cosa es sorprendente viniendo de uno que se apellida Castillo. Está claro que lo que impide que el Perú levante cabeza es el autoodio.

No conozco demasiado al personaje. Apenas las cuatro cosas que van llegando en las escuetas biografías de internet, pero a falta de alguna que otra sorpresa el profesor Castillo parece estar cumpliendo con creces los niveles típicos de incoherencia propios de esta clase de políticos. Se llama Pedro y es católico, pero lidera un movimiento marxista; rechaza el imperialismo yanqui pero su mujer y sus hijos (Alondra, Jennifer y Arnold) militan en una secta protestante. Cada cosa que hace es un insulto a sus abuelos. Es como otro pequeño y fraudulento Evo. Lo siento por el Perú.

Incluso el sombrero chotano que lleva con orgullo, imitando el efecto de los jerseis populistas de Morales, no es de origen inca, ni huari, ni del Tahuantinsuyo, ni nada parecido. ¿De dónde se creen que vino? En efecto, lo trajeron los hombres de Castilla. Sus propios antepasados. Esos mismos que él pisotea con su ceguera ideológica. Antepasados peruanos indios y mestizos que, en el momento crítico de la revolución liberal antihispánica del XIX, hicieron del virreinato el último reducto realista. 

Como dice María Elvira Roca, los hispanos tienen un problema con su pasado, con sus abuelos, con sus complejos. Sobre esta enfermedad de autoodio es imposible construir políticamente nada que no sea una republica bananera dominada por USA o por China. O sea, más de lo mismo.


Nueva manipulación de las palabras del Santo Padre



Diversos medios y periodistas del entorno liberal, neocon o incluso algún presunto tradicionalista que ha caído en la trampa, han aprovechado una nueva catequesis del Papa sobre el milagro de la multiplicación de los panes y los peces (25 de julio) para acusar al Papa de comunista, materialista, pobrista y hasta de modernista negador de los milagros.

Libertad Digital, por ejemplo titula: "El Papa corrige a Cristo: "El milagro no es multiplicar los panes y los peces". Este titular es una manipulación como una casa. Aunque, la verdad, cualquiera que sepa un poco de historia sabrá que nada mas propio de los liberales que mentir. Siempre lo han hecho.

Resulta muy hipócrita hacerse pasar por guardián de la fe y la ortodoxia y, al mismo tiempo, ser un adalid de la ideología liberal. ¿De verdad alguien cree que van a ser los redactores de Libertad Digital, anticlericales por naturaleza, quienes van a salvar la recta interpretación del Evangelio de las supuestas herejías que afirme el Obispo de Roma en sus homilías o catequesis?

Infovaticana, medio que no siempre hila demasiado fino en sus análisis eclesiales titula: "Francisco insiste en que el milagro de los panes y los peces fue "compartir". Se trata de un desafortunado artículo de Carlos Esteban, a quien por lo demás aprecio y sigo. Pero en esta ocasión creo que él e infovaticana han entrado al trapo y están haciendo un servicio a los liberales neocon que no soportan al Papa. Además, ¡Qué malo y qué difícil es resumir un texto tipo homilía en un titular! Por definición, este tipo de discursos podrían ofrecer tantos titulares como oyentes. Que a Infovaticana o a uno de sus redactores le llame la atención eso de "compartir" es lo más alejado de la neutralidad periodística pues se basa en un criterio absolutamente subjetivo.

A veces por otra parte, entre los católicos, parece que quienes más obsesionados están por todo lo que dice el Papa son los que nos acusan de papólatras sólo porque reconocemos su legítima autoridad. Cuando el papa patine -que todo es posible- o diga cosas que no me cuadran me podré callar o mostrar una disconformidad respetuosa, lo que nunca haré es sumarme al carro de los neocon o de los liberales que no se preocupan por la ortodoxia del Papa sino que tratan de manipular a la Iglesia al servicio de sus ideologías.

Por su parte, un redactor de Electomania.com ha escrito: "El Papa Francisco pide cambiar el "multiplicar" de los panes y los peces por "compartir". Resulta que en el Evangelio no aparece la palabra "multiplicar". Así que no hay nada que cambiar. ¿Cuál es el problema entonces?

En esta ocasión el Papa no niega ningún milagro, lo que hace es explicar en qué nos concierne el mandato de "Dadles de comer". ¿De verdad vamos a ser tan simples de creer en Jesús sólo porque un día hizo aparecer de la nada cinco mil panes? ¡Por favor! ¡Que ha creado el Universo! Para quien tiene fe en el auténtico Jesús lo de los panes y los peces es una anécdota. Para los más simples -o para los materialistas- era un acontecimiento que les llevaba a querer proclamarlo rey. El Papa, como digo, pone el foco no en el fenómeno milagroso en sí sino en el hecho de repartir. Y nos recuerda que si damos con fe, si repartimos en nombre de Dios poniendo lo poco que tengamos con amor, aun nos sobrará. En eso consiste realmente la caridad, en dar sin medida, sin cálculos. Así lo han hecho todos los santos y así lo pueden confirmar por ejemplo las familias numerosas. Todo lo que se da con generosidad al final vuelve con creces, y rebosa.

En este mundo tan polarizado parece que cada vez cuesta más defender la verdad y poner las cosas en sus justos términos. Si apoyas al Papa te tachan de comunista. ¿Comunista yo? Lo que siempre he sido es antiliberal. O, en todo caso, comunionista... Aunque siempre he pensado que los -ismos los carga el diablo y por eso cuanto menos se usen mejor.

No se si esta maniobra farisaica de ir a buscar la paja en el ojo papal se hace para utilizar a la Iglesia como arma arrojadiza contra las ideologías adversarias o si se emplea directamente para provocar división e inquietud entre los católicos. En cualquier caso, no se fíen ni un pelo de los titulares ni de los comentarios periodísticos. Acudan a la fuente, oigan con buena fe la palabra del Papa y verán que no ha dicho nada terrible, ni comunista, ni modernista. Lo ha dicho en el típico estilo jesuítico, sí, ese que a veces nos pone un poco nerviosos porque obliga a pensar. Sólo es eso. Además, las enseñanzas o reflexiones de sus homilías o catequesis -como las de cualquier otro sacerdote de Dios- aprovecharán más o menos, estarán más o menos inspiradas, moverán más a unos que a otros, serán más o menos ocurrentes o agudas. Pero aprovecharán mucho más si se escuchan con buena intención, tratando de encontrar la viga propia.
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Aquí está lo que realmente dijo el Papa el 25 de julio: 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de este domingo narra el célebre episodio de la multiplicación de los panes y los peces, con los que Jesús sacia el hambre de cerca de cinco mil personas que se habían congregado para escucharlo (cf. Jn 6,1-15). Es interesante ver cómo ocurre este prodigio: Jesús no crea los panes y los peces de la nada, no, sino que obra a partir de lo que le traen los discípulos. Dice uno de ellos: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es esto para tantos?» (v. 9). Es poco, no es nada, pero le basta a Jesús.

Tratemos ahora de ponernos en el lugar de ese muchacho. Los discípulos le piden que comparta todo lo que tiene para comer. Parece una propuesta sin sentido, es más, injusta. ¿Por qué privar a una persona, sobre todo a un muchacho, de lo que ha traído de casa y tiene derecho a quedárselo para sí? ¿Por qué quitarle a uno lo que en cualquier caso no es suficiente para saciar a todos? Humanamente es ilógico. Pero no para Dios. De hecho, gracias a ese pequeño don gratuito y, por tanto, heroico, Jesús puede saciar a todos. Es una gran lección para nosotros. Nos dice que el Señor puede hacer mucho con lo poco que ponemos a su disposición. Sería bueno preguntarnos todos los días: “¿Qué le llevo hoy a Jesús?”. Él puede hacer mucho con una oración nuestra, con un gesto nuestro de caridad hacia los demás, incluso con nuestra miseria entregada a su misericordia. Nuestras pequeñeces a Jesús, y Él hace milagros. A Dios le encanta actuar así: hace grandes cosas a partir de las pequeñas, de las gratuitas.

Todos los grandes protagonistas de la Biblia, desde Abrahán hasta María y el muchacho de hoy, muestran esta lógica de la pequeñez y del don. La lógica del don es muy diferente de la nuestra. Nosotros tratamos de acumular y aumentar lo que tenemos; Jesús, en cambio, pide dar, disminuir. Nos encanta añadir, nos gustan las adiciones; a Jesús le gustan las sustracciones, quitar algo para dárselo a los demás. Queremos multiplicar para nosotros; Jesús aprecia cuando dividimos con los demás, cuando compartimos. Es curioso que en los relatos de la multiplicación de los panes presentes en los Evangelios no aparezca nunca el verbo “multiplicar”. Es más, los verbos utilizados son de signo opuesto: “partir”, “dar”, “distribuir” (cf. v. 11; Mt 14,19; Mc 6,41; Lc 9,16). Pero no se usa el verbo “multiplicar”. El verdadero milagro, dice Jesús, no es la multiplicación que produce orgullo y poder, sino la división, el compartir, que aumenta el amor y permite que Dios haga prodigios. Probemos a compartir más, probemos a seguir este camino que nos enseña Jesús.

Tampoco hoy la multiplicación de los bienes resuelve los problemas sin una justa distribución. Me viene a la mente la tragedia del hambre, que afecta especialmente a los niños. Se ha calculado —oficialmente— que alrededor de siete mil niños menores de cinco años mueren a diario en el mundo por motivos de desnutrición, porque carecen de lo necesario para vivir. Ante escándalos como estos, Jesús nos dirige también a nosotros una invitación, una invitación similar a la que probablemente recibió el muchacho del Evangelio, que no tiene nombre y en el que todos podemos vernos: “Ánimo, da lo poco que tienes, tus talentos y tus bienes, ponlos a disposición de Jesús y de los hermanos. No temas, nada se perderá, porque, si compartes, Dios multiplica. Echa fuera la falsa modestia de sentirte inadecuado, ten confianza. Cree en el amor, cree en el poder del servicio, cree en el poder de la gratuidad”.

Que la Virgen María, que dijo “sí” a la inaudita propuesta de Dios, nos ayude a abrir nuestros corazones a las invitaciones de Dios y a las necesidades de los demás.

27 jul 2021

Lo que más o menos dije el viernes a los carlistas participantes en la peregrinación a Covadonga (Nuestra Señora de la Cristiandad)


Me ha pedido María Cuervo-Arango, como anfitriona de este encuentro de Oviedo, previo a la andadura que comenzáis mañana, que os envíe un saludo para unirme de alguna manera a esta peregrinación, a este encuentro. Y lo primero que tengo que decir es que me dais mucha envidia porque las peregrinaciones religioso-patrióticas son siempre una ocasión estupenda para disfrutar y para que salgan muchas cosas buenas. 

Supongo que estaréis de acuerdo conmigo en llamar a esto una peregrinación religioso-patriótica. Nosotros no hemos de tener ningún problema, ni confundimos, ni hacernos un lío porque estén lo patriótico y lo religioso unidos. De hecho España nació y ha renacido en varias ocasiones, en el Concilio de Toledo, en Covadonga, en la Reconquista, en la lucha contra el protestantismo, en la lucha contra Napoleón, en la Cruzada... Ha nacido y a renacido en torno a los ideales que unen la Fe y el sentido de Hispanidad. Así que creo que ir a Covadonga es una buena elección. Podría haberse hecho la peregrinación a otras Covadongas que tenemos en nuestra historia. Pero sea como sea en este momento de nuestra historia está claro que necesitamos una nueva Covadonga, necesitamos una nueva reconquista. Y Covadonga lo que nos demuestra es que esa nueva reconquista empezará como Dios quiera, cuando Dios quiera y donde Dios quiera. 

En cuanto al asunto de la misa tradicional -que supongo que estarán los nervios a flor de piel estos días y que será en el camino un tema de conversación constante- ya os imaginaréis muchos lo que os puedo decir: que mantengáis la calma, que tengáis fe, que tengáis confianza, que las grandes obras en la vida no se consiguen sin cruces, que las pruebas son las que hacen que al final el Espíritu vaya soplando... Y si es del Espíritu saldrá adelante. En eso no tengáis la menor duda, por muchas dificultades que se vean en un momento dado. El testimonio que puedo dar yo en este tema es paradójico porque yo personalmente no soy una persona de misa tradicional, nunca he estado en esos ambientes, posiblemente porque he vivido siempre rodeado de sacerdotes muy respetuosos siempre con las formas y sin abusos litúrgicos ni cosas raras. Tengo dos hermanos sacerdotes y dos hermanas monjas y conozco muchos ambientes de iglesia. Siempre he tenido una gran simpatía por el latín como lengua universal, católica, me parece que sería estupendo que se recuperara y también todas aquellas formas litúrgicas que devuelvan el espíritu de lo sagrado, de la celebración más profunda de la liturgia. Así que, como digo, hay que tener confianza en que la Iglesia es mucha Iglesia y los renglones torcidos al final se acaban enderezando. Hay que tener paciencia, hay que tener también mano izquierda, poner buena cara y nada... seguro que estos días los aprovecháis muy bien y llegáis a Covadonga con una gran sonrisa, aunque llueva -que no sería nada raro en Asturias- o aunque os salga un oso, que espero que no. 

Por último decir que ya siento que os hayáis perdido por culpa del virus la charla que ibais a tener con Javier Barraycoa que, según se anunciaba, iba a hablar sobre el compromiso de los católicos en la política. Yo lo único que os puedo decir sobre esto, en dos palabras, es que si sois católicos españoles y queréis hacer política que os hagáis carlistas si no lo sois. Que trabajéis desde el Carlismo. Que aunque parezca hoy por hoy una cosa humilde y pequeña es un hilo o una corriente que nos enlaza con todo lo bueno de la historia de España, empezando por ejemplo con Don Pelayo y con los cristianos de Covadonga.

¡Y sin más, me despido con un Viva Cristo Rey, Viva España, Vivan los Fueros, Viva el Rey, Viva Asturias!