La verdadera justicia social es el ideal al que debe aspirar cualquier sistema político. La defensa de los derechos comunitarios, la limitación de los abusos y del egoísmo, la defensa de los más débiles no tienen nada que ver con los vómitos de Marx. Lo aberrante son las ideologías, tanto las marxistas como las liberales, no la justicia social, que se basa en el derecho natural y en la búsqueda del bien común.
Y hablando de ideologías... el último número de la revista La Antorcha es una maravilla. ¡Qué importante es centrarse en este enfoque de los vínculos! En sus páginas se habla de desvinculación, de ideologías, de relativismo, de individualismo... Se analizan perfectamente las consecuencias que sufre una sociedad enferma en su raíz. Es una pena que no se llega a rematar la jugada explicando que esa famosa desvinculación no es otra cosa sino el efecto lógico del liberalismo.
Cuando los carlistas nos alzamos contra la revolución liberal lo hicimos en defensa de los vínculos. Y de la libertad. Porque a ver si nos enteramos: el liberalismo no vino para hacernos libres sino para convertir a la libertad en una diosa intocable. Los cristianos en cambio -y de forma especialmente lúcida los católicos españoles- siempre entendimos que la libertad es un medio, y que está para ser usada, y que se ejerce cada vez que nos comprometemos, cuando vivimos en comunidad o cuando pronunciamos unos votos.
¿Viva la libertad carajo? Pues vale, pero si quieres ser libre usa la libertad, asume tu propia tradición, refuerza tus vínculos y lucha por ellos frente a los individuos masificables del "non serviam".
Y termino con otra evidencia. Ciertas publicaciones del sistema están explicando a lo bruto la inmoralidad reinante en España, la crisis del matrimonio y la familia, diciendo cosas como que "La relación de "pareja abierta" se abre camino entre zetas y millennials". "Relaciones liberales" lo llaman. Y está muy bien que usen esos términos porque así al fin entenderán algunos que el liberalismo era esto: relaciones de mierda.
El tipo de relación que puede establecerse en el marco del liberalismo, que proclama la desvinculación y la autodeterminación absoluta del individuo, no puede ser mas que una relación puramente utilitarista, cosificante, superficial. Cicerón enseñaba que no es posible la amistad entre los inmorales. De forma análoga ninguna relación puede fructificar allí donde se ha impuesto la peste liberal. La única que se cuida es la que une al individuo con el poder. Ello nos permitirá tener una vida libertina... bajo la supervisión estricta del Gran Hermano.
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