Están los políticos navarros de Unión del Pueblo Navarro (UPN) muy enfadados con el PSOE. Dicen que rompen relaciones con ellos y "que no nos llamen para nada". El motivo es la inminente moción de censura que va a dar la alcaldía de Pamplona a Joseba Asiron, de Bildu, con el apoyo del PSN/PSOE.
¿Pero por qué se enfadan? ¿Es realmente por alguna cuestión grave de fondo o no será más bien por perder los cargos asociados a esa alcaldía? No quisiera ser cruel con ese árbol caído que es ahora mismo UPN pero debo decir que su deriva es penosa. Desde hace años y décadas. Desde cuando se les avisaba que estaban alimentando al monstruo pero ellos eran más listos. Ellos controlaban.
Porque, vamos a ver, ¿qué es eso tan antidemocrático de romper relaciones? ¿No decían que era el sistema de partidos una forma de convivir gente diferente preservando siempre y ante todo el diálogo como forma de resolución de conflictos? Yo, que soy un carcunda, carlista, católico y antimoderno nunca he necesitado esas monsergas democráticas para hablar con cualquiera, aunque esté en las antípodas de mi Ideario. Mis líneas rojas no están en con quién hablo sino en unos principios que, precisamente por ser sólidos, no temo contrastar con cualquier adorador de las ideologías de moda.
Anuncian ahora los de UPN una manifestación de protesta o, según se mire, de "bienvenida" de Asirón. Que no cuenten conmigo. Yo seguramente me manifestaré pronto contra Asirón y sus proetarras cuando hagan, como suelen hacer, cosas que pisoteen mis creencias o el bien común, pero ahora no puedo reprocharles que accedan al gobierno de Pamplona utilizando unos métodos perfectamente regulados en una leyes, que son precisamente las leyes que defiende UPN.
Ahora mismo me gustaría manifestarme contra el sistema partitocrático que divide a la gente en partidos, o contra una constitución española que permite campar a sus anchas a los enemigos de España. Pero no voy a hacer el paripé para defender los sillones de unas personas que allí donde gobiernan se dedican a consolidar la suciedad que antes ha traído la izquierda o el separatismo. Lo de los farolillos fue bonito, vale, pero no fue para tanto.
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