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27 jul 2023

Deprimente igualitarismo


Los políticos igualitaristas se empeñan en decir que hacen todo lo posible para que los hombres vivan exactamente igual que las mujeres, para que los pobres vivan igual que los ricos, para que los urbanitas vivan igual que los rurales, para que los niños vivan como los adultos, para que los paralíticos vivan igual que los que no lo son, para que los ciegos vivan igual que los videntes, para que los incultos vivan igual que los catedráticos...

Todo esto no es mas que una impostura ideológica. La gracia de la vida, de la realidad de las cosas, está en la diferencia. En la variedad está el gusto. La perspectiva de una vida uniforme lleva directamente a la depresión y el suicidio ¿Qué ilusión de vivir puede encontrar un joven si desde su nacimiento se le engaña con la vana esperanza de una vida subvencionada, siempre corregida por un gran hermano que sin preguntar, de forma automática, ateniéndose a no se sabe qué criterio estandarizado, le dará siempre lo que le falte y le quitará lo que le sobre?

Si uno vive en el desierto el gobierno velará para que nunca pase sed. Si viaja de noche podrá exigir iluminación como si fuera de día. Si le falta una pierna siempre encontrará un político que exija a su prójimo ir más despacio. Acabarán prohibiendo la lectura para no discriminar a los analfabetos.

Por otra parte, en un mundo perfectamente igualitarista ¿qué sentido tendrían la ayuda, el servicio, el perdón, la compasión, la hermandad, el consejo, la confianza o la obediencia? Todo ello quedaría sustituido por una solidaridad plana e inhumana decretada por el poder igualitarista. Poder que, convertido en el único motor social del hormiguero, recaería necesariamente en la única clase que ha de ser distinta al resto: la abeja reina y sus zánganos, los cerdos de Orwell. Todos iguales, pero ellos "más iguales que los demás".

El igualitarismo -ya sea liberal o comunista- es el cáncer de la sociedad porque convierte a cada persona en un átomo intercambiable y sustituible. Disuelve los lazos de la vida humana y nos transforma en una masa amorfa y previsible.

¿Qué ofrecen, por ejemplo, los políticos a los habitantes del campo? Les engañan diciendo que un día tendrán los mismos servicios que en las ciudades. ¿No sería mas justo y más realista, reconocer los pros y los contras de cada cual y cobrar menos impuestos a quien reciba peores servicios?

¿Qué ofrecen a los paralíticos? Retretes adaptados, y rampas. ¿Para que no tengan que molestarse en pedir ayuda? ¿Para que no tengamos que molestarnos los demás en ayudar? Sí, también el gobierno ha de ayudar, pero a menudo la mejor ayuda es la del que propicia la ayuda mutua. Dejen a la gente en paz y céntrense en castigar las injusticias, no las desigualdades, que no es lo mismo. Porque ahí está el quid de la cuestión: la justicia no consiste en dar a todos lo mismo, sino a cada cual lo suyo.


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