Los libros, hasta los más atractivos, no son mas que siervos, esclavos a nuestra disposición. Las pantallas por el contrario son, cada vez más, ingenios aspiradores de nuestra atención. Esos tiempos "perdidos", esos espacios intermedios, esos instantes entre plato y plato, entre conversación y conversación, entre canción y canción, entre lienzo y lienzo, son los que nos hacen la vida esponjosa y humana.
La cultura contemporánea podría mejorar mucho con sólo incluir pequeñas pausas entre píldora y píldora. Y si no cambia nos convertirá a todos en esclavos, carne de discoteca como esas masas abducidas que bailan sin parar al ritmo del pinchadiscos. Porque si llenamos de ruido o de publicidad los momentos que estaban destinados a la reflexión acabaremos por perder la costumbre de pensar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario