Hermana realidad, misterio y vida,
regalo para el alma y los sentidos,
espejo sostenido en los latidos
de un Dios que nos creó y que nos cuida...
divina inabarcable reina huída,
madre de los sucesos desvalidos:
¡feliz aquel que humilde en tus sonidos
escucha la promesa bien cumplida!
Tú eres, realidad que nos envuelves,
la playa interminable en que palpitan,
-amor, y compañía y testimonio-
partículas de amor con las que vuelves
ideología vana cuanto gritan,
inútil el esfuerzo del demonio.
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