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9 nov 2018

Dar la cara

Es mucho mejor dar la cara que ir por ahí con un antifaz o una careta de Guy Fawkes. No sólo es que sea más digno comportarse con valentía, es que además es más práctico. Hace muchos años fuí un gran lector de las novelas de El Coyote. En ellas José Mallorquí contaba con maestría y documentadísima ambientación histórica las peripecias de un rico hacendado californiano que en sus ratos libres, en su vida oculta, era la justicia personificada. Esta figura del héroe enmascarado, del superhéroe americano, es un tipo literario moderno que no deja de tener su atractivo. Sin embargo, si lo pensamos bien, tiene un punto de cobardía burguesa y de engaño que no es demasiado elegante. Y además, resulta poco práctico. Es mucho más sencillo ser lo que se es, actuar con transparencia, decir lo que se piensa, ser libre. Es mucho menos engorroso. No hace falta para ello ser millonario ni disponer de un castillo con grutas secretas. Eso sí, necesitas un punto de locura quijotesca, un momento de decisión para empezar a ser caballero andante a tiempo completo. Nada de reservarse don Alonso Quijano un refugio para tomar chocolate con el cura por las tardes. Caballería cien por cien. Cyrano de Bergerac en lugar de Batman.Y si se vuelve a casa que sea porque te han molido a palos por causa de la justicia.
Si han conseguido leer hasta ahí pensarán que me estoy poniendo tremendista. Veamos… Tampoco estoy pidiendo que se vaya al supermercado con boina roja. Lo que digo es que, en general, suele ser mucho más rentable no preocuparse por el camuflaje y vivir sin ocultamientos. ¿Qué es lo peor que nos podría pasar? Es una pregunta sencilla que no nos solemos formular y que en la mayoría de los casos nos ayudaría a controlar el miedo con el que el sistema pretende someternos a los disidentes. Porque, de verdad, ¿se puede vivir con miedo?. ¿Merece la pena? Habrá momentos, no digo que no, en los que las cosas se pondrán aún más difíciles y habrá que mirar por la supervivencia, pero por lo general no estamos hablando de eso sino de la incomodidad de un martirio incruento. Por todo ello creo que ser siempre uno mismo es lo mejor: es más simple, más ecológico y más barato.

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