Páginas

10 oct 2018

Un PP verde

No recomiendo a nadie que se emocione con Vox. Están diciendo cosas que se apartan bastante del discurso progre dominante, es verdad. Hablan con fuerza en contra del separatismo, la ideología de género o del socialismo, y todo eso está muy bien. Pero en las cosas más de fondo, en todas aquellas que el Sistema da por supuestas (ideología liberal, laicismo práctico, constitución del 78, simulacro de monarquía, sumisión a la cultura yanqui…) no se diferencian demasiado del resto de opciones.
Haremos bien por lo tanto en señalar los defectos que muestran en sus planteamientos y programa (como ese llamamiento demagógico que hacen a eliminar lo poco que queda de régimen foral en España)… pero tampoco los miremos como un adversario. Nuestra enemiga es toda la partitocracia y lo seremos nosotros mismos en la medida en que nos contaminemos de tácticas partidistas. A este carro de Vox (como lo hicieron antes a otros partidos) se están subiendo muchos compatriotas que carecen de la experiencia y bagaje doctrinal que aporta el Carlismo. Muchos se animan llenos de buenas intenciones y con ganas de parar los pies a un progresismo político y cultural asfixiante. Es normal alegrarse y respaldar a alguien que dice o hace algo bueno. E incluso podría ser lógico que deseáramos lo mejor a alguien que nos promete retrasar todos los males. Vale. Pero, lo dicho, que nadie se emocione.
Por otra parte así es el juego de la democracia. Un mundo de color: ahora tenemos PP verde, PP azul, PP naranja… PSOE rojo, PSOE morado… A los pobres separatistas no les ha quedado mas que el amarillo. Y para unirlos a todos ya saben ustedes lo que hay: la bandera gay; esa idea sutil de que todas las ideas son respetables pero que está bien hacer “escraches”, cuando lo moralmente correcto siempre había sido censurar el pecado y acoger al pecador. Esta partitocracia de colorines necesita tener la apariencia de un supermercado bien surtido en el que los productos venenosos de efecto rápido y los de efecto retardado se reparten por sus estanterías de la izquierda, el centro y la derecha. La machacona propaganda del supermercado electoral hace el resto y termina por ablandar cualquier reticencia. Aporta una apariencia de libertad muy atractiva, al igual que falsa.
El sufragio universal e inorgánico, basado en campañas electorales mentirosas en las que siempre ganan los mejor financiados y los más fotogénicos está absolutamente sobrevalorado. El Sistema se basa en ese engaño. Alguno dirá, “claro, eso lo dices porque los carlistas no os coméis una rosca”. ¡Por supuesto!, si la Comunión Tradicionalista tuviera una masa social como la que antaño tuvo, naturalmente que apostaríamos por una participación electoral rotunda. Pero en las circunstancias actuales nuestra misión es otra. La eleccion de cargos públicos decentes, aún pasando por el peaje del sistema, podría llegar como una consecuencia cuando haya -si llega a haberla- una base social. En este momento no la hay y por eso tenemos tanto trabajo por delante.
Este próximo fin de semana (del 12 al 14 de octubre) celebraremos en Madrid un nuevo Congreso nacional carlista. Nosotros también vamos a tener nuestro pequeño “vistaalegre”, pero por favor, no hagan comparaciones… Tengan en cuenta lo que dice aquella vieja canción de las carlistadas: “Más vale un carlista, madre, con su boina colorada, que doscientos liberales con bayoneta calada”.
Bravuconadas aparte, independientemente de nuestro número, puede que una de nuestras tareas más importantes sea la de enseñar a los españoles a romper con toda la porquería del sistema de partidos. Abrir mentes y corazones en el redescubrimiento de nuestra propia tradición política olvidada. Y eso hemos de hacerlo alejándonos de cualquier lucha partidista, liberándonos de los tics típicos de los políticos del sistema. No ganaríamos nada convirtiendo al Carlismo en un colorín más dentro del pupurri partitocrático. Eso sería, entre otras cosas, tirar por la borda 185 años de resistencia de la auténtica España. Que no cuenten con nosotros para eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario