Que ni el papanoel cocacolero, ni las chorradas luminosas, ni el consumismo hipócrita, ni la cultura zombie, ni los solsticios nazis nos roben el auténtico sentido de la Navidad Cristiana: Dios se ha hecho hombre.
Si no te lo crees no celebres nada y déjanos en paz a los que dos mil años después aún estamos alucinados por la Buena Nueva. ¡FELIZ NAVIDAD!
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