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25 abr 2007
El secretario de la CTC aclara
El secretario de la CTC aclara
Sr. Director:
Ayer publicaban Vds. la noticia de mi nombramiento como Secretario General de la Comunión Tradicionalista Carlista, cosa que agradezco. En el texto destacaban como “lo mas llamativo” de la ponencia que presenté en nuestro Xº Congreso una alusión a la posibilidad de “negociar incluso con personas que puedan hacernos daño”.
Hispanidad, martes, 24 de abril de 2007
Teniendo en cuenta que vivimos en un ambiente político distorsionado por esa forma brutal de propaganda llamada terrorismo - propaganda que por cierto nos impide afrontar los males más profundos que sufre nuestra sociedad-, me gustaría aclarar el sentido de esa frase. Porque algún lector podría pensar que me estaba refiriendo a la negociación con ETA. Nada más lejos de mi intención. Lo que dije fue lo siguiente:
El carlismo no puede limitarse a proclamar principios como un disco rayado. Una vez proclamados, alguien tendrá que dar la cara por el pueblo español, el verdadero e “indígena” pueblo tradicional y católico español, que vive huérfano de representantes. Por eso la posibilidad real, el riesgo, de manchar nuestras gloriosas banderas no puede amedrentarnos nunca hasta tal punto que renunciemos a la toma de decisiones políticas, electorales, discutibles o arriesgadas. En eso consiste hacer política. Y hacer política, negociar si viene al caso, hablar con personas que pueden hacernos daño... todo ello por responsabilidad y sin caer en lo que podríamos llamar, más que carlismo (el seguimiento de Don Carlos), “carlistismo” (el seguimiento anquilosado de una imagen de museo).
En resumen: que para hacer política hay que tener principios. Y que quienes tienen principios han de superar el miedo a “mancharse” con la acción política. Y en cuanto a negociar o hablar con quienes “pueden hacernos daño” no olvidemos que el Estado puede siempre hacer más daño que la ETA. Entre otras cosas porque peor que matar el cuerpo es matar el alma.
Javier Garisoain
Secretario General de la CTC
PUBLICADO EN DIARIO HISPANIDAD
23 abr 2007
23 abril 2007
CARTA ABIERTA DEL PRESIDENTE DE LA JUNTA CARLISTA DE NAVARRA AL COMITE EJECUTIVO DE UPN
Allá por diciembre del 2004, en otra carta abierta dirigida a Miguel Sanz nos tomábamos la libertad de sugerirles que se atrevieran a suscitar en el seno de su partido “un debate sobre la futura constitución europea”. En aquella ocasión, la posición favorable de UPN -sin matices de ningún tipo- a aquel “proyecto por el que se establece una constitución para Europa” fue ignorada por unos cuantos miles de navarros, votantes habituales de UPN, que no siguieron su consigna, tal y como Vds. pudieron comprobar al analizar los resultados del referendum en Navarra. No sabemos hasta qué punto esos votantes (que se han calculado en más de 20.000) pudieron negar su apoyo al proyecto constitucional basándose en los mismos argumentos que la CTC. Sin embargo tarde o temprano tendrán Vds. que asumir que existe un sector católico y tradicional en Navarra que dentro de un mes votará -si vota- a UPN únicamente para que no se instale en el Gobierno Foral un “tripartito” nefasto. Las encuestas y el escrutinio reflejarán numéricamente un determinado respaldo para UPN; pero nadie como nosotros percibe con tanta claridad hasta qué punto serán débiles muchos de esos votos y cómo lo único que separa a otros de la abstención es el mero temor al triunfo de un tripartito “nacional-socialista”. En la actual coyuntura, y a tres días de que se cierre el plazo para la presentación de candidaturas al Parlamento Foral, les confirmamos que hemos decidido finalmente no presentar la candidatura que teníamos preparada. Lo hacemos por responsabilidad y por patriotismo. Pero eso no quiere decir que vayamos a abdicar de nuestro deber. Hay tres ámbitos de grave discrepancia en los que constatamos que están Vds. alejándose cada vez más de un sector importante de la población navarra, el que podríamos definir como voto católico, tradicional y antiliberal, sector que políticamente está quedando absolutamente huérfano y prácticamente sin representación. A continuación enumeramos algunas de las razones que nos impiden recomendar el voto para su formación política. En la medida en que UPN llegue a reflexionar sobre ellas y a asumirlas como propias podrán evitar una inminente fuga de votos por parte de quienes si los comparten. Pero si continúan ignorando que la identidad de Navarra es algo más profundo que el “bienestar” y el “antivasquismo” no duden que verán a la CTC en el campo electoral, para recoger todas las banderas que han quedado huerfanas y para tratar de representar a todos esos navarros que en el fondo lo que buscan es coherencia. F. Javier Garisoain Otero Presidente de la Junta Carlista de Navarra (CTC) 20 de abril de 2007
1º. En el campo de las políticas que podríamos llamar familiaristas o pro-vida, y a pesar de alguna excepción a título individual, UPN como grupo está haciendo una política seguidista del PP, tolerando el aborto -subvencionando los que se ejecutan fuera de Navarra- la manipulación de embriones, la abolición del matrimonio como Dios manda, o la degradación de la educación. Concretamente, hemos echado en falta una postura nítida por parte de los senadores y diputados de UPN que les distanciara de los del PP en estos asuntos. El episodio de “la foto de las Azores” y la guerra de Irak acerca de lo cual han expresado Vds. un alejamiento notable con el PP demuestra que sería posible hacerlo en otros ámbitos si quisieran. Igualmente nos sorprende y desagrada que en sus pactos con CDN nunca haya salido a la luz por su parte la exigencia de suprimir la Ley Foral 6/2000 (3-VII-2000) para “la igualdad jurídica de parejas estables”.
2º. En el ámbito propiamente político-social vemos todavía más difícil un acercamiento. Porque en ningún momento se ha propuesto desde UPN la más mínima reforma del sistema con el objeto de abrir cauces de participación social (como podrían ser las listas abiertas, o los Consejos sociales, o alguna forma de cheque escolar, por ejemplo) sino que, por el contrario, mantienen Vds. en todos sus proyectos una concepción estatalista, partitocrática, hiper-legalista; que promueve la profesionalización de la política y que tiende a sustituir cada vez más dietas por sueldos. Por el contrario, nosotros seríamos partidarios por ejemplo de revitalizar las Merindades, no como folclore histórico, sino en la administración y Gobierno Foral, y para permitir la elección por personas más que por partidos.
3º. Por último, la presunta defensa de la “identidad de Navarra” que teóricamente les caracteriza no impide que su partido se avergüence de la historia más reciente de Navarra, de sus verdaderas raíces católicas y tradicionales. Y por si fuera poco que incluya a menudo en su discurso un cierto componente anti-vasquista que reniega de hecho de la cultura vasca como parte inseparable del ser mismo de Navarra. Mucho se ha hablado de mencionar las “raíces cristianas” en la legislación europea. En la misma línea nosotros proponemos que se incluya en el Amejoramiento del Fuero mediante reforma de la LORAFNA una alusión expresa al clásico lema del Reino: “Benedictus Dominus Deus meus”. De la misma forma venimos exigiendo la total derogación de la Disposición Transitoria 4ª de la Constitución. Pero podríamos citar otros ejemplos concretos en los que la actitud de UPN oscila entre la complicidad con los enemigos de Navarra y la abstención cobarde. Uno sería la obsesión por eliminar la Cruz Laureada de nuestro escudo; otro aquella Declaración del Parlamento, del 26 de marzo de 2003, que vertía términos injuriosos o calumnias contra la Iglesia Católica y las “juntas de guerra” por su actuación en los años 1936-1939. Y otro, más reciente, el sorprendente respaldo de los senadores de UPN a una moción para apoyar a los brigadistas internacionales comunistas. Y a estas actuaciones hay todavía que sumar una gran falta de criterio a la hora de favorecer en ediciones oficiales la difusión de argumentos separatistas. Un último ejemplo podría ser el folleto “El reino de Navarra”, de Mª Antonia del Burgo y Matías Múgica, editado en 2007 por el Gobierno foral, que concluye de hecho la historia del “Reino de Navarra” en 1512 -y no en 1841- dando así la razón a las tesis nacionalistas.
F. Javier Garisoain
Presidente de la Junta Carlista de Navarra
PUBLICADO EN NAVARRA CONFIDENCIAL
CARTA ABIERTA DEL PRESIDENTE DE LA JUNTA CARLISTA DE NAVARRA AL COMITE EJECUTIVO DE UPN
Allá por diciembre del 2004, en otra carta abierta dirigida a Miguel Sanz nos tomábamos la libertad de sugerirles que se atrevieran a suscitar en el seno de su partido “un debate sobre la futura constitución europea”. En aquella ocasión, la posición favorable de UPN -sin matices de ningún tipo- a aquel “proyecto por el que se establece una constitución para Europa” fue ignorada por unos cuantos miles de navarros, votantes habituales de UPN, que no siguieron su consigna, tal y como Vds. pudieron comprobar al analizar los resultados del referendum en Navarra. No sabemos hasta qué punto esos votantes (que se han calculado en más de 20.000) pudieron negar su apoyo al proyecto constitucional basándose en los mismos argumentos que la CTC. Sin embargo tarde o temprano tendrán Vds. que asumir que existe un sector católico y tradicional en Navarra que dentro de un mes votará -si vota- a UPN únicamente para que no se instale en el Gobierno Foral un “tripartito” nefasto. Las encuestas y el escrutinio reflejarán numéricamente un determinado respaldo para UPN; pero nadie como nosotros percibe con tanta claridad hasta qué punto serán débiles muchos de esos votos y cómo lo único que separa a otros de la abstención es el mero temor al triunfo de un tripartito “nacional-socialista”. En la actual coyuntura, y a tres días de que se cierre el plazo para la presentación de candidaturas al Parlamento Foral, les confirmamos que hemos decidido finalmente no presentar la candidatura que teníamos preparada. Lo hacemos por responsabilidad y por patriotismo. Pero eso no quiere decir que vayamos a abdicar de nuestro deber. Hay tres ámbitos de grave discrepancia en los que constatamos que están Vds. alejándose cada vez más de un sector importante de la población navarra, el que podríamos definir como voto católico, tradicional y antiliberal, sector que políticamente está quedando absolutamente huérfano y prácticamente sin representación. A continuación enumeramos algunas de las razones que nos impiden recomendar el voto para su formación política. En la medida en que UPN llegue a reflexionar sobre ellas y a asumirlas como propias podrán evitar una inminente fuga de votos por parte de quienes si los comparten. Pero si continúan ignorando que la identidad de Navarra es algo más profundo que el “bienestar” y el “antivasquismo” no duden que verán a la CTC en el campo electoral, para recoger todas las banderas que han quedado huerfanas y para tratar de representar a todos esos navarros que en el fondo lo que buscan es coherencia. F. Javier Garisoain Otero Presidente de la Junta Carlista de Navarra (CTC) 20 de abril de 2007
1º. En el campo de las políticas que podríamos llamar familiaristas o pro-vida, y a pesar de alguna excepción a título individual, UPN como grupo está haciendo una política seguidista del PP, tolerando el aborto -subvencionando los que se ejecutan fuera de Navarra- la manipulación de embriones, la abolición del matrimonio como Dios manda, o la degradación de la educación. Concretamente, hemos echado en falta una postura nítida por parte de los senadores y diputados de UPN que les distanciara de los del PP en estos asuntos. El episodio de “la foto de las Azores” y la guerra de Irak acerca de lo cual han expresado Vds. un alejamiento notable con el PP demuestra que sería posible hacerlo en otros ámbitos si quisieran. Igualmente nos sorprende y desagrada que en sus pactos con CDN nunca haya salido a la luz por su parte la exigencia de suprimir la Ley Foral 6/2000 (3-VII-2000) para “la igualdad jurídica de parejas estables”.
2º. En el ámbito propiamente político-social vemos todavía más difícil un acercamiento. Porque en ningún momento se ha propuesto desde UPN la más mínima reforma del sistema con el objeto de abrir cauces de participación social (como podrían ser las listas abiertas, o los Consejos sociales, o alguna forma de cheque escolar, por ejemplo) sino que, por el contrario, mantienen Vds. en todos sus proyectos una concepción estatalista, partitocrática, hiper-legalista; que promueve la profesionalización de la política y que tiende a sustituir cada vez más dietas por sueldos. Por el contrario, nosotros seríamos partidarios por ejemplo de revitalizar las Merindades, no como folclore histórico, sino en la administración y Gobierno Foral, y para permitir la elección por personas más que por partidos.
3º. Por último, la presunta defensa de la “identidad de Navarra” que teóricamente les caracteriza no impide que su partido se avergüence de la historia más reciente de Navarra, de sus verdaderas raíces católicas y tradicionales. Y por si fuera poco que incluya a menudo en su discurso un cierto componente anti-vasquista que reniega de hecho de la cultura vasca como parte inseparable del ser mismo de Navarra. Mucho se ha hablado de mencionar las “raíces cristianas” en la legislación europea. En la misma línea nosotros proponemos que se incluya en el Amejoramiento del Fuero mediante reforma de la LORAFNA una alusión expresa al clásico lema del Reino: “Benedictus Dominus Deus meus”. De la misma forma venimos exigiendo la total derogación de la Disposición Transitoria 4ª de la Constitución. Pero podríamos citar otros ejemplos concretos en los que la actitud de UPN oscila entre la complicidad con los enemigos de Navarra y la abstención cobarde. Uno sería la obsesión por eliminar la Cruz Laureada de nuestro escudo; otro aquella Declaración del Parlamento, del 26 de marzo de 2003, que vertía términos injuriosos o calumnias contra la Iglesia Católica y las “juntas de guerra” por su actuación en los años 1936-1939. Y otro, más reciente, el sorprendente respaldo de los senadores de UPN a una moción para apoyar a los brigadistas internacionales comunistas. Y a estas actuaciones hay todavía que sumar una gran falta de criterio a la hora de favorecer en ediciones oficiales la difusión de argumentos separatistas. Un último ejemplo podría ser el folleto “El reino de Navarra”, de Mª Antonia del Burgo y Matías Múgica, editado en 2007 por el Gobierno foral, que concluye de hecho la historia del “Reino de Navarra” en 1512 -y no en 1841- dando así la razón a las tesis nacionalistas.
F. Javier Garisoain
Presidente de la Junta Carlista de Navarra
PUBLICADO EN NAVARRA CONFIDENCIAL
22 abr 2007
DISCURSO EN EL Xº CONGRESO DE LA CTC: SOLUCIONES QUE LA CTC PUEDE OFRECER A LA SOCIEDAD
Xº CONGRESO NACIONAL DE LA CTC
SOLUCIONES QUE LA CTC PUEDE OFRECER A LA SOCIEDAD
1. NO OFRECEMOS SOLUCIONES
Cuando aparece una enfermedad, hay que buscar un remedio. Ante las enfermedades políticas y sociales que debilitan a España, nosotros podemos decir que tenemos el remedio, pero naturalmente, para que sea eficaz tendríamos que conseguir la colaboración del paciente. Y esa parte me temo que nos falla un tanto.
Cuando se cometen errores, es preciso que aparezcan correctores. Ante los errores que inundan la vida política y social de España nosotros podemos presumir pues, si nos escucharan, los carlistas seríamos unos correctores bastante buenos.
Pero eso de las soluciones... Me gusta que hayamos planteado así el enunciado: ³SOLUCIONES QUE LA CTC PUEDE OFRECER A LA SOCIEDAD² pero me veo obligado a tranquilizaros y a recordaros que nosotros, como carlistas, los miembros de la Comunión Tradicionalista Carlista -pobres de nosotros- no podemos solucionar nada o casi nada. Sólo con que sepamos explicar esto a nuestros compatriotas ya habremos conseguido algo fundamental y es distinguirnos absolutamente de todas las demás organizaciones políticas que prometen que ellos nos van a solucionar las cosas. Y es que problemas, lo que se dice problemas, es totalmente normal que existan. Y soluciones, de esas soluciones matemáticas en las que por milagros de la aritmética se da con un resultado que resiste la prueba, lo que se dice soluciones, sólo las puede encontrar plenamente el protagonista de cada problema.
Los partidos políticos del sistema se presentan hoy en día como magos, como prestidigitadores que vienen a solucionarnos la vida. ³Nosotros vamos a hacer, nosotros vamos a arreglar...². Los carlistas nunca diremos eso. Nosotros lo que queremos es que la gente, las personas, los pueblos, los vecinos, la sociedad, las autoridades, afronten libremente sus propios problemas. Y encuentre cada uno libremente sus propias soluciones.
Es preciso que la política vuelva a su cauce. Hoy en día existe una exageración de la vida política que contamina toda la realidad social porque la política, ese arte de la convivencia, la ley, y la vecindad se ha sacado de quicio. Nosotros queremos ponerla en su lugar. Queremos bajar los humos a esa especie de tiranosaurio que es ³el político².
Pensemos, por ejemplo, en la relación que hay entre la política, la religión y la sociedad. Los fanáticos de la política solucionista pretenden subordinar todo, la religión y la sociedad, a la política. Es más, pretenden anular todo, la religion y la sociedad y politizarlo todo. Nosotros decimos que el orden de las cosas es el siguiente: la ley moral y la religión por encima; la sociedad por debajo con su vida libre; y la política... para servir a ambas. No es tan difícil de explicar.
Pero volvamos a decir algo a quienes esperan que, puesto que todo lo demás ha fallado, seamos los carlistas la solución de sus problemas. Nuestro objetivo principal es lo que cantamos en el Oriamendi: ³que venga el rey de España a la corte de Madrid². No decimos: ³que venga el partido que quiere que venga el rey de España a la corte de Madrid², sino: ³que venga el rey². Si el carlismo es un partido lo es en un sentido muy diferente a los demás porque nosotros no nos sentimos marcados por la infalibilidad política como para saber todo sobre todo (hasta cuál es el precio medio de un café en España) o para gobernar mejor que los demás. Nosotros no renunciamos a la conquista del poder político, porque sabemos que (como ha recordado el primer ponente) la revolución ha venido siempre desde arriba. Pero eso no quiere decir que pretendamos el poder para nosotros. En este sentido, si la Comunión es un partido, es un invento provisional. Es verdad que llevamos ya 174 años de provisionalidad, pero cuando llevemos³al rey de España a la corte de Madrid² nos disolveremos. Esto es lo que siempre hemos dicho. Y eso es lo que haremos... si sucede.
En mi opinión podríamos distinguir dos tipos de vocacion política. Por un lado estaría la del ³rey y sus ministros², una vocación de mando y de organización, es decir, de servicio desde el poder, que por su propia naturaleza necesitaría de cierta estabilidad. Por otro estaría la de los diputados y representantes. Y ésta es una forma de política que, contra lo que sucede en la partitocracia, no debiera de profesionalizarse nunca. Y pensándolo bien me parece -y esto es una idea más personal- que la vocación política más propiamente carlista no es ni una ni otra. Por eso no abundan entre nosotros los típicos políticos. Porque nosotros no pretendemos solucionar directamente la vida a los demás. Y tampoco queremos representar por siempre a toda o parte de la sociedad. Lo dicho, nuestra vocación es transitoria, provisional, coyuntural... independientemente de esos 174 años que lleva prolongándose esta situación.
Lo que nosotros proponemos son principios, raíces, fundamentos, límites... y hasta si me permitís la palabra: talante. Proponemos un punto de vista, damos un punto de apoyo desde el que cualquier vecino podría trabajar en cualquier aspecto de la política. En la política municipal, por ejemplo, la CTC nunca dirá en bloque si hay que construir o no cosas concretas; en cinco carlistas puede haber cinco opiniones legítimas y respetables (cosa que los partidos del sistema no toleran). Cuando un carlista sea elegido para hacer política municipal demostrará que es carlista en los principios pero las soluciones concretas las hará como mejor crea, según su libre criterio personal.
Todos los demás movimientos políticos hablan de la libertad pero no se atreven a tocarla. Nosotros queremos que la gente sea libre, que use su libertad, que haga, aunque no lo haga perfecto. Y que se equivoque si hace falta. Pero que cada cual sea libre, es decir, que cada cual mande en lo suyo. Por eso vuelvo a repetir: estamos totalmente en contra de esa profesionalización de la política que está creando una especie de nueva aristocracia cutre. Alguien tiene que decir en política que la perfección -que la profesionalización- no existe en este valle de lágrimas. Que no se puede crear un mundo feliz sin Dios. Ni hacer a Dios ³feliz² (entre comillas) olvidándonos del mundo. Así que soluciones, lo que se dice soluciones, las dará, si puede, la misma gente. Y cualquiera tendrá más garantías de acierto si lo hace según los principios que nosotros enseñamos. Posiblemente no consiga un mundo más perfecto. Pero sin duda conseguirá un mundo más humano.
2. OFRECEMOS UN PUNTO DE VISTA DIFERENTE Y ORIGINAL Y UNA DOCTRINA SÓLIDA
El problema profundo y verdadero que tiene nuestra sociedad es doctrinal, no de táctica, ni de estrategia, ni de mal menor (como nos ha recordado José Fermín Garralda). Existe una cosa que se llama liberalismo y que es un error, un conjunto de errores, que es preciso refutar. Esto, en política, no lo dice nadie. Por eso está claro que tenemos un hueco para nosotros, porque vendemos un producto genuino. Una doctrina política vieja y nueva a la vez que sirve para aportar sentido común a cualquier problema que se nos plantee, por nuevo que sea.
A veces somos tan originales, y aportamos tantos matices a las cosas, que eso mismo nos complica la propaganda. Tenemos que aprender a explicarnos mejor y a huir de los simplismos y los bipartidismos. Nosotros no somos ni rojos ni azules, ni izquierdistas ni derechistas, ni capitalistas ni socialistas, ni machistas ni feministas, ni centralistas ni separatistas, ni anarquistas ni totalitarios, ni ateos ni meapilas, ni marxistas de reino sin Cristo ni pietistas de Cristo sin reino... Aunque haya que perfeccionarlo lo tenemos; tenemos un lenguaje propio, y unos gestos propios. No somos la tercera vía, somos otra cosa. No somos una reacción, somos anteriores. Somos en fin la España de siempre, la que vive en sus tradiciones de forma a veces hueca e inconsciente, pero serena. Y tenemos en el fondo esta centralidad y este equilibro porque nos los da el ser católicos, el estar ni un paso adelante ni un paso atrás de la Iglesia.
En la doctrina política y social que ofrecemos todo encaja. El trilema de Dios, Patria-Fueros y Rey está muy bien pensado. Y como ha dicho Garralda es tan bueno que nos lo quieren falsificar. Por eso yo no tocaría en este momento, de aquél Ideario que se redactó en los Congresos de la Unidad, ni una sola coma. Y digo del Ideario, que es lo permanente, pero no del programa que evidentemente lo retocamos cada vez que abrimos la boca según sea nuestro interlocutor. El Ideario nos define perfectamente: cristianos, patriotas, libres, tradicionales. Con la originalidad de pedir la confesionalidad del estado, y la reivindicación de la Tradición de Las Españas. No tenemos que perder ni un minuto en definirnos. Sabemos lo que somos y dónde están los límites: ni laicismo, ni integrismo, ni democracia cristiana, ni liberalismo, ni marxismo, ni pietismo, ni pesimismo, ni militarismo, ni centralismo, ni separatismo... en fin: armonía y equilibrio. Ese Ideario es hoy en día nuestra razón de ser, y digan lo que digan las encuestas; se lleve lo que se lleve en Europa, no vamos a cambiarlo. Porque el Ideario de la Tradición el tronco que nos une con las famosas raíces de que tanto se habla. Raíces, tronco, y ramas. Todo junto y coherente, para que se sepa que somos los representantes de la Tradición y que aunque suene un poco fuerte, nuestra democracia cuenta, aquí, en España, con los votos de los muertos.
Aparentemente hay en este mundo de colorín y publicidad muchas opciones distintas. Pero un católico que se preocupe especialmente por todas estas cosas de la política no tiene muchas alternativas. Si se mete en un partido laicista es para sufrir. Y si lo que quiere es un partido que proclame la ley moral natural y que respete la objeción de conciencia... que busque bien, porque no existe nada semejante fuera de la Comunión y algún otro pequeño partido extraparlamentario confesional. Y por otra parte, el derroche de energías que supone dar la cara en batallitas perdidas y aisladas (el aborto, la familia, el terrorismo, la unidad de España) puede resultar entretenido mientras se es joven pero después, con la hipoteca y los niños, todo se complica. El carlismo es el único punto en que se unen todas las batallas en una sóla. ¿No quieren eficacia? Pues aquí la tiene quien quiera. Y si quiere trabajar dentro que entre. Y si le basta con tenernos como punto de referencia pues muy bien. Se puede elegir.
3. OFRECEMOS UN CAUCE DE PARTICIPACIÓN EN POLITICA
Recapitulando: no ofrecemos soluciones; sí ofrecemos principios. Pero además nos ofrecemos a nosotros mismos, como Comunión, para ser un cauce, una organizacion para quien tenga vocación política y quiera participar. Ya he aclarado antes que puede haber dos tipos de vocación: la de mandar y la de representar. Y además la vocación más especificamente carlista de luchar, primero para que llegue al poder ³el rey legítimo² y después representar a la gente de principios. Todas estas vocaciones son buenas, necesarias y complementarias. Y en la Comunión han de tener todas su sitio.
Eso quiere decir que la Comunión ha de prepararse para crecer. No podemos conformarnos con ser un rescoldo que no transmite la llama. La Comunión tiene que crecer, y de tal forma que todos quepamos, que todos nos respetemos. E incluso para llegar a ser un cauce no sólo para los que tengan una vocación directamente política. En la Comunión han de encontrar un puesto también los que tengan vocación intelectual para escribir, para publicar, para historiar. Y los que tengan vocación periodística, y los educadores, y los asistenciales, y los artistas, y cualquier persona con sentido común... todos. Es preciso que admitamos que dentro de la Comunión puede haber gente con distintos estilos, que puede haber carlistas de formas más clásicas y otros más innovadores. Respeto dentro, en fin. Y respeto fuera también para conseguir que la CTC se mantenga siempre independiente de sectores concretos, que nunca se convierta en el brazo político de nadie, ni de grupos económicos, ni ideológicos, ni religiosos.
En el momento actual tengo la convicción de que no tenemos que hacer nada extraordinario para crecer sino tomarnos más en serio lo que ya somos y tenemos: con nuestros estatutos, con las normas de organización interna que ya empleamos, con nuestras juntas y con cualquier iniciativa que haya demostrado algún fruto en estos últimos años ya sea el Foro Alfonso Carlos I, Cruz de Borgoña, la revista Ahora, El Bazar, los actos públicos, etc. No hay que inventar nada nuevo sino desarrollar lo que ya tenemos con perseverancia y con paciencia.
Y permitidme que siga concretando algunas cosas más en las que habremos de incidir para que la Comunión tenga cada vez un mayor atractivo y cada vez más personas vean en ella una forma sensata de emplear sus energías:
1. Una dirección política que reparta tareas entre todos. Una Junta de Gobierno fuerte, que llegue a manejar una potente base de datos (de afiliados, simpatizantes, clientes del bazar, suscriptores de ahora, niños monitores y padres de CB, medios de comunicación, entidades sociales, civiles y religiosas, etc.), que ponga en contacto con la Comunión todo lo que todavía quede de sana sociedad tradicional.
2. Unos medios económicos que nos den independencia. Una sólida base económica fundamentada en cuotas y en pequeñas iniciativas que se autofinancien (CB, Ahora...) y también, en cuanto sea posible, mediante una fundación, tal como acordamos en el último Congreso.
3. Una ³organización organizada² y más grande. Con una Secretaría Técnica al servicio de todos, con más personal, bien dotada y muy eficaz. Que allí donde haya al menos tres afiliados se constituya una Junta Carlista para crear una red más extensa. Y que donde no haya junta nombre la Junta de Gobierno delegados responsables, para que la CTC esté presente en todos los rincones de España.
4. Bien comunicados hacia dentro y hacia fuera. Una comunión bien ³comunicada², para que cada afiliado o cada persona que se acerque a la Comunión se sienta invitada a participar e informada de lo que se hace: por correo, mediante boletines, circulares, correo electrónico, mensajes sms, etc. Mediante notas de prensa, comunicados, ruedas, manifiestos, etc.
5. Una Comunión capaz de hacer propaganda eficaz y original. Para multiplicar fuera, llegando a otros, el efecto de todo lo que se haga dentro. Y que no se escriba nada que luego no se difunda. Propaganda, propaganda, y propaganda.
6. Una Comunión que atraiga y centre a los jóvenes católicos. Que a los espiritualistas los baje a la tierra y que eleve a los activistas. Que persevere y mejore siempre actividades como los campamentos o las reuniones para la formación.
7. Que forme a la gente con vocación. Y que la revista Ahora y otras ediciones que se vayan haciendo sirvan a ese objetivo, junto con los encuentros del Foro Alfonso Carlos.
8. Una Comunión que oriente a todos, en fin, sobre la situación actual, que critique y que proponga. Y aprovechando, como CTC, siempre que sea posible, la mecánica electoral. Como CTC o animando a candidaturas independientes en las municipales, o con otras marcas electorales que se vea oportuno utilizar. Esta lucha electoral, de antigua tradición en el carlismo, nos ha de distinguir de cualquier otra iniciativa nostálgica o puramente intelectual que pueda conformarse con la simple repetición de los principios.
4. OFRECEMOS UNA DEFENSA Y REPRESENTACIÓN DEL PUEBLO CRISTIANO ANTE LOS PODERES LAICISTAS
Por último, y para terminar, esta Comunión que no ofrece soluciones, que muestra principios, que se ofrece como cauce organizado, está llamada a ser baluarte y defensa del pueblo cristiano español ante la tiranía laicista que viene.
El carlismo tendrá sentido aunque no llegue a la Corte de Madrid. Tiene razón de ser aunque no domine el territorio. El carlismo no puede limitarse a proclamar principios como un disco rayado. Una vez proclamados, alguien tendrá que dar la cara por el pueblo español, el verdadero e indígena pueblo tradicional y católico español, que vive huérfano de representantes. Por eso la posibilidad real, el riesgo, de manchar nuestras gloriosas banderas no puede amedrentarnos nunca hasta tal punto que renunciemos a la toma de decisiones políticas, electorales, discutibles o arriesgadas. En eso consiste hacer política. Y hacer política, negociar si viene al caso, hablar con personas que pueden hacernos daño... todo ello por responsabilidad y sin caer en lo que podríamos llamar, más que carlismo (el seguimiento de Don Carlos), ³carlistismo² (el seguimiento anquilosado de una imagen de museo).
Nadie sabe hasta qué punto o cuándo van a volver los tiempos de catacumbas. Voy a dejar caer una idea, y es que en cualquier caso, pase lo que pase, a lo mejor alguientiene que preparar las catacumbas, acondicionarlas, y defenderlas.
De momento lo que hay que hacer es misionar cueste lo que cueste. Y todos juntos, todos juntos en unión.
F. Javier Garisoain
Presidente de la Junta Carlista de Navarra
y Vocal de la Junta de Gobierno
Cerro de los Angeles, 21 de abril de 2007
PUBLICADO EN EL DIARIO HISPANIDAD:
Javier Garisoain, nuevo secretario general de la CTC: “No ofrecemos soluciones, sino principios”
La Comunión Tradicionalista Carlista (CTC), en su X Congreso Nacional, ha elegido al navarro Javier Garisoaín como nuevo secretario general, en sustitución de Javier Zazu. Publicamos su discurso en la Congreso, donde distinguió la CTC de otras formaciones políticas, bajo la idea central de que los carlistas no ofrecen solución, sino principios.
Hispanidad, lunes, 23 de abril de 2007
Pero, al mismo tiempo, recordaba que el Carlismo no puede limitarse a “proclamar principios”. Quizás, lo más llamativo de su discurso sea su alusión final a la posibilidad de “negociar… incluso con personas que puedan hacernos daño”.
SOLUCIONES QUE LA CTC PUEDE OFRECER A LA SOCIEDAD
1. NO OFRECEMOS SOLUCIONES
Cuando aparece una enfermedad, hay que buscar un remedio. Ante las enfermedades políticas y sociales que debilitan a España, nosotros podemos decir que tenemos el remedio, pero naturalmente, para que sea eficaz tendríamos que conseguir la colaboración del paciente. Y esa parte me temo que nos falla un tanto.
Cuando se cometen errores, es preciso que aparezcan correctores. Ante los errores que inundan la vida política y social de España nosotros podemos presumir pues, si nos escucharan, los carlistas seríamos unos correctores bastante buenos.
Pero eso de las soluciones... Me gusta que hayamos planteado así el enunciado: ³SOLUCIONES QUE LA CTC PUEDE OFRECER A LA SOCIEDAD² pero me veo obligado a tranquilizaros y a recordaros que nosotros, como carlistas, los miembros de la Comunión Tradicionalista Carlista -pobres de nosotros- no podemos solucionar nada o casi nada. Sólo con que sepamos explicar esto a nuestros compatriotas ya habremos conseguido algo fundamental y es distinguirnos absolutamente de todas las demás organizaciones políticas que prometen que ellos nos van a solucionar las cosas. Y es que problemas, lo que se dice problemas, es totalmente normal que existan. Y soluciones, de esas soluciones matemáticas en las que por milagros de la aritmética se da con un resultado que resiste la prueba, lo que se dice soluciones, sólo las puede encontrar plenamente el protagonista de cada problema.
Los partidos políticos del sistema se presentan hoy en día como magos, como prestidigitadores que vienen a solucionarnos la vida. ³Nosotros vamos a hacer, nosotros vamos a arreglar...². Los carlistas nunca diremos eso. Nosotros lo que queremos es que la gente, las personas, los pueblos, los vecinos, la sociedad, las autoridades, afronten libremente sus propios problemas. Y encuentre cada uno libremente sus propias soluciones.
Es preciso que la política vuelva a su cauce. Hoy en día existe una exageración de la vida política que contamina toda la realidad social porque la política, ese arte de la convivencia, la ley, y la vecindad se ha sacado de quicio. Nosotros queremos ponerla en su lugar. Queremos bajar los humos a esa especie de tiranosaurio que es ³el político².
Pensemos, por ejemplo, en la relación que hay entre la política, la religión y la sociedad. Los fanáticos de la política solucionista pretenden subordinar todo, la religión y la sociedad, a la política. Es más, pretenden anular todo, la religion y la sociedad y politizarlo todo. Nosotros decimos que el orden de las cosas es el siguiente: la ley moral y la religión por encima; la sociedad por debajo con su vida libre; y la política... para servir a ambas. No es tan difícil de explicar.
Pero volvamos a decir algo a quienes esperan que, puesto que todo lo demás ha fallado, seamos los carlistas la solución de sus problemas. Nuestro objetivo principal es lo que cantamos en el Oriamendi: ³que venga el rey de España a la corte de Madrid². No decimos: ³que venga el partido que quiere que venga el rey de España a la corte de Madrid², sino: ³que venga el rey². Si el carlismo es un partido lo es en un sentido muy diferente a los demás porque nosotros no nos sentimos marcados por la infalibilidad política como para saber todo sobre todo (hasta cuál es el precio medio de un café en España) o para gobernar mejor que los demás. Nosotros no renunciamos a la conquista del poder político, porque sabemos que (como ha recordado el primer ponente) la revolución ha venido siempre desde arriba. Pero eso no quiere decir que pretendamos el poder para nosotros. En este sentido, si la Comunión es un partido, es un invento provisional. Es verdad que llevamos ya 174 años de provisionalidad, pero cuando llevemos³al rey de España a la corte de Madrid² nos disolveremos. Esto es lo que siempre hemos dicho. Y eso es lo que haremos... si sucede.
En mi opinión podríamos distinguir dos tipos de vocacion política. Por un lado estaría la del ³rey y sus ministros², una vocación de mando y de organización, es decir, de servicio desde el poder, que por su propia naturaleza necesitaría de cierta estabilidad. Por otro estaría la de los diputados y representantes. Y ésta es una forma de política que, contra lo que sucede en la partitocracia, no debiera de profesionalizarse nunca. Y pensándolo bien me parece -y esto es una idea más personal- que la vocación política más propiamente carlista no es ni una ni otra. Por eso no abundan entre nosotros los típicos políticos. Porque nosotros no pretendemos solucionar directamente la vida a los demás. Y tampoco queremos representar por siempre a toda o parte de la sociedad. Lo dicho, nuestra vocación es transitoria, provisional, coyuntural... independientemente de esos 174 años que lleva prolongándose esta situación.
Lo que nosotros proponemos son principios, raíces, fundamentos, límites... y hasta si me permitís la palabra: talante. Proponemos un punto de vista, damos un punto de apoyo desde el que cualquier vecino podría trabajar en cualquier aspecto de la política. En la política municipal, por ejemplo, la CTC nunca dirá en bloque si hay que construir o no cosas concretas; en cinco carlistas puede haber cinco opiniones legítimas y respetables (cosa que los partidos del sistema no toleran). Cuando un carlista sea elegido para hacer política municipal demostrará que es carlista en los principios pero las soluciones concretas las hará como mejor crea, según su libre criterio personal.
Todos los demás movimientos políticos hablan de la libertad pero no se atreven a tocarla. Nosotros queremos que la gente sea libre, que use su libertad, que haga, aunque no lo haga perfecto. Y que se equivoque si hace falta. Pero que cada cual sea libre, es decir, que cada cual mande en lo suyo. Por eso vuelvo a repetir: estamos totalmente en contra de esa profesionalización de la política que está creando una especie de nueva aristocracia cutre. Alguien tiene que decir en política que la perfección -que la profesionalización- no existe en este valle de lágrimas. Que no se puede crear un mundo feliz sin Dios. Ni hacer a Dios ³feliz² (entre comillas) olvidándonos del mundo. Así que soluciones, lo que se dice soluciones, las dará, si puede, la misma gente. Y cualquiera tendrá más garantías de acierto si lo hace según los principios que nosotros enseñamos. Posiblemente no consiga un mundo más perfecto. Pero sin duda conseguirá un mundo más humano.
2. OFRECEMOS UN PUNTO DE VISTA DIFERENTE Y ORIGINAL Y UNA DOCTRINA SÓLIDA
El problema profundo y verdadero que tiene nuestra sociedad es doctrinal, no de táctica, ni de estrategia, ni de mal menor (como nos ha recordado José Fermín Garralda). Existe una cosa que se llama liberalismo y que es un error, un conjunto de errores, que es preciso refutar. Esto, en política, no lo dice nadie. Por eso está claro que tenemos un hueco para nosotros, porque vendemos un producto genuino. Una doctrina política vieja y nueva a la vez que sirve para aportar sentido común a cualquier problema que se nos plantee, por nuevo que sea.
A veces somos tan originales, y aportamos tantos matices a las cosas, que eso mismo nos complica la propaganda. Tenemos que aprender a explicarnos mejor y a huir de los simplismos y los bipartidismos. Nosotros no somos ni rojos ni azules, ni izquierdistas ni derechistas, ni capitalistas ni socialistas, ni machistas ni feministas, ni centralistas ni separatistas, ni anarquistas ni totalitarios, ni ateos ni meapilas, ni marxistas de reino sin Cristo ni pietistas de Cristo sin reino... Aunque haya que perfeccionarlo lo tenemos; tenemos un lenguaje propio, y unos gestos propios. No somos la tercera vía, somos otra cosa. No somos una reacción, somos anteriores. Somos en fin la España de siempre, la que vive en sus tradiciones de forma a veces hueca e inconsciente, pero serena. Y tenemos en el fondo esta centralidad y este equilibro porque nos los da el ser católicos, el estar ni un paso adelante ni un paso atrás de la Iglesia.
En la doctrina política y social que ofrecemos todo encaja. El trilema de Dios, Patria-Fueros y Rey está muy bien pensado. Y como ha dicho Garralda es tan bueno que nos lo quieren falsificar. Por eso yo no tocaría en este momento, de aquél Ideario que se redactó en los Congresos de la Unidad, ni una sola coma. Y digo del Ideario, que es lo permanente, pero no del programa que evidentemente lo retocamos cada vez que abrimos la boca según sea nuestro interlocutor. El Ideario nos define perfectamente: cristianos, patriotas, libres, tradicionales. Con la originalidad de pedir la confesionalidad del estado, y la reivindicación de la Tradición de Las Españas. No tenemos que perder ni un minuto en definirnos. Sabemos lo que somos y dónde están los límites: ni laicismo, ni integrismo, ni democracia cristiana, ni liberalismo, ni marxismo, ni pietismo, ni pesimismo, ni militarismo, ni centralismo, ni separatismo... en fin: armonía y equilibrio. Ese Ideario es hoy en día nuestra razón de ser, y digan lo que digan las encuestas; se lleve lo que se lleve en Europa, no vamos a cambiarlo. Porque el Ideario de la Tradición el tronco que nos une con las famosas raíces de que tanto se habla. Raíces, tronco, y ramas. Todo junto y coherente, para que se sepa que somos los representantes de la Tradición y que aunque suene un poco fuerte, nuestra democracia cuenta, aquí, en España, con los votos de los muertos.
Aparentemente hay en este mundo de colorín y publicidad muchas opciones distintas. Pero un católico que se preocupe especialmente por todas estas cosas de la política no tiene muchas alternativas. Si se mete en un partido laicista es para sufrir. Y si lo que quiere es un partido que proclame la ley moral natural y que respete la objeción de conciencia... que busque bien, porque no existe nada semejante fuera de la Comunión y algún otro pequeño partido extraparlamentario confesional. Y por otra parte, el derroche de energías que supone dar la cara en batallitas perdidas y aisladas (el aborto, la familia, el terrorismo, la unidad de España) puede resultar entretenido mientras se es joven pero después, con la hipoteca y los niños, todo se complica. El carlismo es el único punto en que se unen todas las batallas en una sóla. ¿No quieren eficacia? Pues aquí la tiene quien quiera. Y si quiere trabajar dentro que entre. Y si le basta con tenernos como punto de referencia pues muy bien. Se puede elegir.
3. OFRECEMOS UN CAUCE DE PARTICIPACIÓN EN POLITICA
Recapitulando: no ofrecemos soluciones; sí ofrecemos principios. Pero además nos ofrecemos a nosotros mismos, como Comunión, para ser un cauce, una organizacion para quien tenga vocación política y quiera participar. Ya he aclarado antes que puede haber dos tipos de vocación: la de mandar y la de representar. Y además la vocación más especificamente carlista de luchar, primero para que llegue al poder ³el rey legítimo² y después representar a la gente de principios. Todas estas vocaciones son buenas, necesarias y complementarias. Y en la Comunión han de tener todas su sitio.
Eso quiere decir que la Comunión ha de prepararse para crecer. No podemos conformarnos con ser un rescoldo que no transmite la llama. La Comunión tiene que crecer, y de tal forma que todos quepamos, que todos nos respetemos. E incluso para llegar a ser un cauce no sólo para los que tengan una vocación directamente política. En la Comunión han de encontrar un puesto también los que tengan vocación intelectual para escribir, para publicar, para historiar. Y los que tengan vocación periodística, y los educadores, y los asistenciales, y los artistas, y cualquier persona con sentido común... todos. Es preciso que admitamos que dentro de la Comunión puede haber gente con distintos estilos, que puede haber carlistas de formas más clásicas y otros más innovadores. Respeto dentro, en fin. Y respeto fuera también para conseguir que la CTC se mantenga siempre independiente de sectores concretos, que nunca se convierta en el brazo político de nadie, ni de grupos económicos, ni ideológicos, ni religiosos.
En el momento actual tengo la convicción de que no tenemos que hacer nada extraordinario para crecer sino tomarnos más en serio lo que ya somos y tenemos: con nuestros estatutos, con las normas de organización interna que ya empleamos, con nuestras juntas y con cualquier iniciativa que haya demostrado algún fruto en estos últimos años ya sea el Foro Alfonso Carlos I, Cruz de Borgoña, la revista Ahora, El Bazar, los actos públicos, etc. No hay que inventar nada nuevo sino desarrollar lo que ya tenemos con perseverancia y con paciencia.
Y permitidme que siga concretando algunas cosas más en las que habremos de incidir para que la Comunión tenga cada vez un mayor atractivo y cada vez más personas vean en ella una forma sensata de emplear sus energías:
1. Una dirección política que reparta tareas entre todos. Una Junta de Gobierno fuerte, que llegue a manejar una potente base de datos (de afiliados, simpatizantes, clientes del bazar, suscriptores de ahora, niños monitores y padres de CB, medios de comunicación, entidades sociales, civiles y religiosas, etc.), que ponga en contacto con la Comunión todo lo que todavía quede de sana sociedad tradicional.
2. Unos medios económicos que nos den independencia. Una sólida base económica fundamentada en cuotas y en pequeñas iniciativas que se autofinancien (CB, Ahora...) y también, en cuanto sea posible, mediante una fundación, tal como acordamos en el último Congreso.
3. Una ³organización organizada² y más grande. Con una Secretaría Técnica al servicio de todos, con más personal, bien dotada y muy eficaz. Que allí donde haya al menos tres afiliados se constituya una Junta Carlista para crear una red más extensa. Y que donde no haya junta nombre la Junta de Gobierno delegados responsables, para que la CTC esté presente en todos los rincones de España.
4. Bien comunicados hacia dentro y hacia fuera. Una comunión bien ³comunicada², para que cada afiliado o cada persona que se acerque a la Comunión se sienta invitada a participar e informada de lo que se hace: por correo, mediante boletines, circulares, correo electrónico, mensajes sms, etc. Mediante notas de prensa, comunicados, ruedas, manifiestos, etc.
5. Una Comunión capaz de hacer propaganda eficaz y original. Para multiplicar fuera, llegando a otros, el efecto de todo lo que se haga dentro. Y que no se escriba nada que luego no se difunda. Propaganda, propaganda, y propaganda.
6. Una Comunión que atraiga y centre a los jóvenes católicos. Que a los espiritualistas los baje a la tierra y que eleve a los activistas. Que persevere y mejore siempre actividades como los campamentos o las reuniones para la formación.
7. Que forme a la gente con vocación. Y que la revista Ahora y otras ediciones que se vayan haciendo sirvan a ese objetivo, junto con los encuentros del Foro Alfonso Carlos.
8. Una Comunión que oriente a todos, en fin, sobre la situación actual, que critique y que proponga. Y aprovechando, como CTC, siempre que sea posible, la mecánica electoral. Como CTC o animando a candidaturas independientes en las municipales, o con otras marcas electorales que se vea oportuno utilizar. Esta lucha electoral, de antigua tradición en el carlismo, nos ha de distinguir de cualquier otra iniciativa nostálgica o puramente intelectual que pueda conformarse con la simple repetición de los principios.
4. OFRECEMOS UNA DEFENSA Y REPRESENTACIÓN DEL PUEBLO CRISTIANO ANTE LOS PODERES LAICISTAS
Por último, y para terminar, esta Comunión que no ofrece soluciones, que muestra principios, que se ofrece como cauce organizado, está llamada a ser baluarte y defensa del pueblo cristiano español ante la tiranía laicista que viene.
El carlismo tendrá sentido aunque no llegue a la Corte de Madrid. Tiene razón de ser aunque no domine el territorio. El carlismo no puede limitarse a proclamar principios como un disco rayado. Una vez proclamados, alguien tendrá que dar la cara por el pueblo español, el verdadero e indígena pueblo tradicional y católico español, que vive huérfano de representantes. Por eso la posibilidad real, el riesgo, de manchar nuestras gloriosas banderas no puede amedrentarnos nunca hasta tal punto que renunciemos a la toma de decisiones políticas, electorales, discutibles o arriesgadas. En eso consiste hacer política. Y hacer política, negociar si viene al caso, hablar con personas que pueden hacernos daño... todo ello por responsabilidad y sin caer en lo que podríamos llamar, más que carlismo (el seguimiento de Don Carlos), ³carlistismo² (el seguimiento anquilosado de una imagen de museo).
Nadie sabe hasta qué punto o cuándo van a volver los tiempos de catacumbas. Voy a dejar caer una idea, y es que en cualquier caso, pase lo que pase, a lo mejor alguientiene que preparar las catacumbas, acondicionarlas, y defenderlas.
De momento lo que hay que hacer es misionar cueste lo que cueste. Y todos juntos, todos juntos en unión.
F. Javier Garisoain
Presidente de la Junta Carlista de Navarra
y Vocal de la Junta de Gobierno
Cerro de los Angeles, 21 de abril de 2007
PUBLICADO EN EL DIARIO HISPANIDAD:
Javier Garisoain, nuevo secretario general de la CTC: “No ofrecemos soluciones, sino principios”
La Comunión Tradicionalista Carlista (CTC), en su X Congreso Nacional, ha elegido al navarro Javier Garisoaín como nuevo secretario general, en sustitución de Javier Zazu. Publicamos su discurso en la Congreso, donde distinguió la CTC de otras formaciones políticas, bajo la idea central de que los carlistas no ofrecen solución, sino principios.
Hispanidad, lunes, 23 de abril de 2007
Pero, al mismo tiempo, recordaba que el Carlismo no puede limitarse a “proclamar principios”. Quizás, lo más llamativo de su discurso sea su alusión final a la posibilidad de “negociar… incluso con personas que puedan hacernos daño”.